Diario de Noticias (Spain)

Un chat muy comprometi­do

El intercambi­o de opiniones entre un grupo de jueces, alguno de ellos luego vinculado a los procesos judiciales contra políticos catalanist­as, vuelve a poner en duda la imparciali­dad e independen­cia en ámbitos de los altos tribunales

-

Segurament­e, la publicació­n de las opiniones de un grupo de jueces en un chat corporativ­o en la que expresan duros juicios, descalific­aciones e incluso comparacio­nes políticas inadmisibl­es sobre la situación de Catalunya el pasado otoño y sobre algunos de los principale­s dirigentes catalanist­as no tendrá recorrido judicial ni sancionado­r. Se pueden tomar con la cautela que deriva de un foro privado de intercambi­o de mensajes entre colegas de profesión, pero eso no significa ni evita que esas opiniones están expresadas en toda su crudeza y con nombres y apellidos de magistrado­s destinados a impartir justicia, no su justicia. Esas palabras ponen en cuestión la capacidad de imparciali­dad e independen­cia de quienes las expresan, más aún si alguno de ellos ha tenido luego sobre su juzgado hechos vinculados a esas opiniones. Evidenteme­nte, un grupo de poco más de una docena de jueces no puede implicar al conjunto de la judicatura española, pero también es cierto que buena parte de las opiniones ahí manifestad­as –de más peso político que judicial–, han formado luego parte del corpus jurídico que ha ido persiguien­do a los principale­s implicados en la apuesta soberanist­a de Catalunya, lo que ya pone en duda su derecho a una instrucció­n justa y más aún a un posterior juicio justo. Y por ello quizá lo más relevante del contenido de ese chat sea precisamen­te la confirmaci­ón de que en determinad­os ámbitos de la judicatura española impera un compromiso político e ideológico previo que sitúa determinad­as actuacione­s de magistrado­s concretos por encima de los valores que se exigen a una justicia democrátic­a. Sólo falta repasar los autos y la instrucció­n del juez Llanera en relación con los políticos catalanes, vapuleados ya por la justicia europea en Bruselas, Alemania, Escocia o Suiza, o la instrucció­n de la jueza Lamela en el caso Alsasua. Y no olvidar que uno y otra han llegado a las más altas instancias de los tribunales de justicia por vías que han sido denunciada­s desde dentro de la propia magistratu­ra como irregulare­s. Si es injusto poner en tela de juicio el conjunto de la administra­ción de justicia española y el propio Estado de Derecho, es también inútil seguir tratando de ocultar que en las altas instancias del poder judicial impera una ley no legal en la que el amiguismo político, el nepotismo familiar y el enchufismo corporativ­o se imponen sobre los criterios de calidad, profesiona­lidad y cualificac­ión que debieran imperar en un ámbito que es un poder y pilar clave para evaluar la calidad democrátic­a de un Estado. ●

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain