CONSEJOS PARA AHORRAR
● Revisar la potencia contratada. Es el primer paso y uno de los principales. En muchas ocasiones, ya sea porque correspondía a un antiguo inquilino o porque directamente la ha establecido la propia compañía eléctrica, tenemos más de lo que necesitamos. Revisar siempre los kw que hacen falta y no contratar más de los que se requiere.
● Electrodomésticos. Son los que más energía consumen y, por tanto, los que más influyen en el recibo de la luz. Apostar por los que respetan el principio de la eficiencia energética y desconectarlos, si es posible, cuando se vaya a pasar varios días fuera de casa. Así se podrá ahorrar hasta un 5%.
● El peligro del ‘stand by’. No desconectar la televisión cuando no se utiliza y dejarla en modo stand by puede parecer inofensivo, pero no lo es. Ese simple detalle supone un coste adicional considerable que puede evitarse fácilmente. Esto mismo se aplica a otros aparatos electrónicos y a los cargadores.
● Aprovechar la luz natural. Es un consejo básico, pero no por ello menos importante. Siempre que sea posible, saca el máximo partido a la iluminación natural. Y, por supuesto, apagar siempre la luz cuando no se necesite.
● Utilizar bombillas LED. La iluminación de bajo consumo es una de las mejores inversiones. Es cierto que las bombillas LED son más caras que las convencionales, pero el ahorro que supondrá a medio y largo plazo hace que merezcan la pena.
● Comparar tarifas.
Como ocurre con cada tipo de producto y servicio, comparar las opciones disponibles en el mercado resulta indispensable. Dependiendo del contrato que se haya firmado, generalmente se tendrá que avisar a tu compañía con unos 15 o 20 días de antelación para poder cambiarte.
● Tarifa por horas. La tarifa por discriminación horaria es una opción cada vez más popular. Suele tener de 12 a 14 horas en las que la electricidad es más barata, generalmente de diez de la noche en adelante. Es realmente útil si, por ejemplo, se tiene calefacción eléctrica.
● ¿Mercado libre o regulado? La decisión que se tome puede influir directamente en la cantidad que se pagan. Ambas opciones cuentan con ventajas y desventajas, además de tener los mismos peajes de acceso –establecidos por el Gobierno– y los mismos impuestos. La diferencia es, por tanto, el precio que cuesta producir electricidad. La pregunta es: ¿cuál es la mejor opción? La respuesta es relativa, pues dependerá de cada consumidor. La mejor solución, sin duda, es comparar lo que ofrece el mercado y apostar por lo que más le favorece.