Homenaje a Pablo Sarasate en el mausoleo recién restaurado
Una representación municipal participó en el acto de recuerdo al compositor pamplonés en el 110º aniversario de su muerte
PAMPLONA – El violinista pamplonés Pablo Sarasate fue homenajeado ayer en el cementerio de San José con motivo del 110 aniversario de su muerte. El alcalde Joseba Asiron y varios miembros de la corporación participaron en el acto ante el recientemente restaurado mausoleo, al que también asistió, entre otros, el sobrino-nieto del compositor, Javier Trias de Mena, de 96 años.
Músicos de la Orquesta Sinfónica de Navarra, con Yorrick Troman como violín solista y concertino, interpretaron varias obras en su recuerdo. El homenaje coincide con el 110º aniversario de la muerte del músico Pablo Sarasate y Navascués, que vino al mundo en la calle San Nicolás en marzo de 1844.
Con 13 años fue el primer premio de violín del Conservatorio de París y comenzó a tocar composiciones propias. A principios de los 70 dio el salto y conquista América. A la vuelta siguió triunfando en Europa: Alemania, Austria, Países Bajos, Rusia, Inglaterra... En los años 80, Sarasate tenía ya reconocimiento mundial de la crítica y del público en sus multitudinarios conciertos. Falleció en Biarritz el 20 de septiembre de 1908.
Sarasate donó en su testamento a la Academia de Música de Pamplona su biblioteca musical y literaria, que ahora se conserva en el Archivo Municipal de Pamplona. Los 230 volúmenes de 216 obras que conforman la parte de libros y material encuadernado fue añadida al catálogo del Archivo mientras que la sección musical con la música notada manuscrita e impresa, formada por aproximadamente 1.200 partituras, ha sido tratada y su catalogación acaba de ser terminada. Sarasate es hijo predilecto de Pamplona por acuerdo tomado en 1900, aunque el nombramiento se hizo efectivo en 1902.
MÁRMOL DAÑADO Los trabajos de renovación del mausoleo se iniciaron tras descubrirse que el mármol presentaba diferentes alteraciones producidas por su exposición a las inclemencias atmosféricas, el ataque biológico de algas y líquenes y las limpiezas con productos abrasivos. Estos factores habían dejado numerosas superficies rugosas en pebeteros, columnas y zonas sobresalientes del féretro, así como fisuras y pérdida del volumen puntual. Además, las columnas presentaban importantes roturas y grietas producidas por la tensión ejercida por las cadenas tras su modificación.
Las propias cadenas habían perdido casi en su totalidad las hojas de laurel y presentaban oxidación y numerosas capas de pintura. La oxidación del hierro había teñido el mármol y la profundidad de las manchas hacía complicada su total eliminación.
Los trabajos han tenido un coste de 30.867 euros.