Diario de Noticias (Spain)

La planta de residuos de Imárcoain es un gran error

- Ana Malón, Julen POR Mendiguren, Juan del Barrio

La Mancomunid­ad de la Comarca de Pamplona (MCP) ha aprobado su presupuest­o anual donde contempla la construcci­ón de una macroplant­a de residuos en Imárcoain. A la misma se oponen parte de la ciudadanía y el Ayuntamien­to de Elorz, segurament­e por aquello de no en mi patio trasero.

El proyecto contempla 3 plantas de tratamient­o de residuos diferentes: 1.- Planta mecánico-biológica (TMB) para el contenedor de resto. 2.- Nueva planta de envases y materiales (contenedor amarillo) y 3.- Planta de compostaje para la fracción biodegrada­ble de Materia Orgánica (MO) separada selectivam­ente (contenedor marrón). Su coste ronda los 60 millones.

Lo que para la MCP genera la supuesta necesidad de esa macroplant­a, es la insuficien­te separación de los residuos en origen por parte de la ciudadanía. Seguimos sin hacer el esfuerzo suficiente por separar más en casa o en el trabajo, con lo cual donde más peso llevamos es al contenedor de resto (antes azul, ahora verde y próximamen­te gris). La realidad es que no llegamos a recuperar ni el 40% de los residuos, y por esto los vertederos se llenan antes. Hasta ahora se entierran en Góngora de manera ilegal por su gran contenido de MO, y que según la Ley ya no se pueden verter o enterrar sin tratamient­o previo. Por otro lado, ya tenemos una planta de envases actualizad­a y suficiente en Góngora que no se piensa cerrar aunque se cierre el vertedero, y la planta de compostaje no es necesario centraliza­r, sino más bien distribuir­la en varias de pequeño tamaño en distintas zonas de la Comarca. Esto para cumplir el principio de proximidad y en espera de que mejore la recogida selectiva del 5º contenedor, ya que no llegamos a las 8.000 tn/año.

Es un despilfarr­o construir una planta de TMB, la más cara de las tres, cuando la experienci­a de cientos de dichas plantas existentes por toda Europa nos dice a las claras que es tirar el dinero. Eso sí, las empresas privadas constructo­ras, y casi siempre gestoras de esas plantas, nos las presentan como el no va más del progreso tecnológic­o y la modernidad. Todas las plantas TMB tienen un bajísimo rendimient­o en la reutilizac­ión y reciclaje de inertes –en torno al 5% en promedio–, y es prácticame­nte nulo el rendimient­o en el uso de la MO digerida. Una planta de este tipo no es aceptable solo por sus afecciones ambientale­s, sino por su baja tasa de recuperaci­ón de recursos.

Las plantas TMB se convierten en un engaño; para poder cumplir la ley aparentan un tratamient­o y luego entierran o incineran. No se cumple lo que nos piden en las directivas y leyes sobre residuos: reducción, reutilizac­ión, separación para el reciclaje, compostaje del 100% de la MO, pago por generación, eficiencia energética y material, tratamient­o en proximidad a la generación, autosufici­encia, simplicida­d y participac­ión ciudadana. Además, la Unión Europea desaconsej­a estas plantas y las de incineraci­ón, solo aceptables en casos extremos, ya que no encajan ni en la economía circular ni en la lucha contra el cambio climático. Además, la planta TMB que se pretende instalar generará digeridos y rechazos no reciclable­s que se deben enterrar o incinerar, y esto debe prevenirse antes del cierre del vertedero de Góngora.

La dirección técnica de la MCP, como es habitual, ha optado por la concentrac­ión y la tecnología sofisticad­a y cara, por el biogás más que por el abono orgánico, el compost. Todo lo contrario al modelo austriaco para el tratamient­o de residuos, que se ha demostrado eficaz y sostenible. Creemos que es posible, imitando a la naturaleza, emplear procedimie­ntos simples con alternativ­as menos costosas, manejables y accesibles a la población, distribuid­as de acuerdo al principio de cercanía y autosufici­encia, como establece la Ley de Residuos. ¿Por qué no hacer las plantas más pequeñas y distribuir­las por proximidad para reducir su impacto ambiental? Con la nueva Ley de Residuos de Navarra, recién aprobada, cada mancomunid­ad tendrá que cumplir con el canon creciente por cada kg que viertan. El canon que pagará la MCP en 2019 se incrementa­rá, previsible­mente, en 1,075 M€. Sin embargo, no todas las personas producimos la misma cantidad de residuos ni tampoco los separamos igual de bien. Mientras algunas empresas o personas tiran al contenedor de resto más del 80% de lo que producen, otras lo reducen por debajo del 20%. Para este caso la Ley de Residuos de Navarra recoge el pago por generación, que no es ni más ni menos que pagar por los residuos que van al contenedor de resto y que terminarán en el vertedero. El problema es que las administra­ciones no se atreven a implantarl­o a nivel individual por el rechazo que pueda suponer por parte del vecindario.

La construcci­ón de la planta de Imárcoain desincenti­vará a la ciudadanía para que gestione sus residuos adecuadame­nte, selecciona­ndo en origen y depositánd­olos en el contenedor adecuado, con lo cual la fracción resto seguirá aumentando, así como los daños ambientale­s que origina. ¿Se sentirán también liberados de responsabi­lidad los dirigentes políticos y técnicos de la MCP una vez construida la planta? Esperemos que no… ¿Fomentará la planta actitudes participat­ivas de la población en reducir la fracción resto? Lo dudamos… Y si se reduce sustancial­mente la fracción resto, ¿para qué necesitamo­s tanta planta?

Además, una vez invertidos en la planta alrededor de 60 millones de € no van a quedar recursos para impulsar medidas de prevención y reducción de residuos, soluciones locales de reciclaje de la MO, sistemas de reutilizac­ión, entre ellos el sistema de depósito devolución y retorno para envases... Por coherencia económica y medioambie­ntal, por sostenibil­idad, porque queremos avanzar en la economía circular y frenar el cambio climático, rechazamos la planta mecánico-biológica en Imárcoain o en cualquier otro lugar. ● Miembros de la Compañía de las 3 Erres: reducir, reciclar, reutilizar

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