Diario de Noticias (Spain)

“Skolae tiene unos objetivos muy sensatos; es buen proyecto”

El doctor en Psicología y sexólogo Carlos de la Cruz ofreció ayer una conferenci­a en la que incidió en la importanci­a de la educación sexual desde la infancia

- Una entrevista de M. Pérez Fotografía Unai Beroiz

PAMPLONA – “Si esperamos a que sean adolescent­es para tratar de educarles, ya hemos llegado tarde. Por lo tanto, vamos a empezar antes. Y cuando empezamos antes, antes... Nos vamos a la infancia”. Este es el principal mensaje que el psicólogo y sexólogo Carlos de la Cruz Martín Romo quiso transmitir ayer a los 300 profesiona­les que acudieron a las II Jornadas de Promoción del Buen Trato a la Infancia que organizó el Gobierno de Navarra en el Colegio de Médicos de Pamplona. Antes de pronunciar la ponencia Sexualidad­es infantiles. Niños y niñas del hoy, mujeres y hombres del mañana, este especialis­ta indicó que aunque “el ámbito educativo no ha sido capaz de resolver la educación sexual”, hemos avanzado porque “hace 25 años estábamos discutiend­o si había que hacerla” y ahora “sabemos que hay que hacerla”. En Navarra, de hecho, se ha propuesto el programa de coeducació­n Skolae, que consideró “un buen proyecto”. Explicó que los objetivos de una buena educación sexual son “aprender a conocerse más, a aceptarse más y a expresarse mejor” y sostuvo que el gran tabú de la sexualidad infantil que hay que desterrar es que “no hace falta educarla. El que no quiera que no haga, pero todos sabemos que a los niños y a las niñas hay que educarlos”. Por ello, teme que, “por no hacer nada, sin querer, por desconocim­iento o por la razón que sea, la sexualidad caiga al cajón de lo prohibido”, porque “ahí las cosas que crecen no son bonitas”.

¿Conoce el programa de coeducació­n Skolae del Gobierno de Navarra, que pretende educar desde el nacimiento en la igualdad y ofrece una formación sobre sexualidad adaptada al proceso evolutivo de los menores? ¿Qué le parece?

–Conozco lo que conozco. En principio, me parece una excelente idea que se trabaje la sexualidad desde el comienzo y me parece una excelente idea que se trabaje una sexualidad digamos que no sea solo informació­n sobre sexualidad, sino que se trabaje también el que niños y niñas aprendan a relacionar­se, aprendan a quererse... En principio, me parece que tiene unos objetivos muy sensatos.

¿Cuáles son, a su juicio, las bondades de este programa?

–Con el temor de que a lo mejor no tenga toda la informació­n, pero una bondad es trabajar en positivo. Es decir, en la educación sexual muchas veces hemos estado esperando a que surja un problema para quitarlo, a que surja una preocupaci­ón para quitarla, a que surja una dificultad para resolverla... Creo que el tratar de anticipars­e y anticipars­e es trabajar desde la infancia en positivo para que niños y niñas aprendan más, aprendan a conocerse desde el principio, aprendan a aceptarse desde el principio y aprendan a relacionar­se desde el principio me parece una bondad. Además, creo que también es una bondad el que tenga en cuenta a los distintos agentes sociales. Hasta donde sé, es un programa que pretende que la familia colabore, que el profesorad­o colabore y que los agentes de salud colaboren.

¿Por qué cree que ha generado tanta polémica?

–No sé, quizás la sexualidad todavía

genera polémica. Pero fíjate yo, no conozco bien la polémica, pero creo que cada vez hay menos polémicas alrededor de la educación sexual. Creo que cada vez hay más gente que quiere que se haga educación sexual y más familias, más profesorad­o y más personas dispuestas a que la educación sexual sea una realidad. Un ejemplo son estas jornadas, a las que se ha apuntado más gente de la que cabe, es decir, interesa. ¿Por qué se generan las polémicas? Habrá que preguntar a quien la ha generado, pero yo honestamen­te no veo grandes motivos para la polémica. Uno de los objetivos de la educación sexual es que el niño o la niña conozca el mundo que le rodea y, por eso, decimos que conozca su cuerpo, conozca sus genitales, otros cuerpos, otros genitales, como también queremos que conozca un paso de cebra, un semáforo... Es decir, queremos que conozca el mundo que le rodea para que aprenda a manejarse en él. Eso parece que nadie lo discute. Que un niño o una niña tenga claves que le permitan manejarse en su entorno parece sensato y en ese entorno están sus cuerpos, están sus genitales, otros cuerpos, otros genitales y diversos tipos de familia. Con lo cual, en principio no tiene pinta de que pudiera generar mucha polémica el pretender que niños y niñas conozcan la realidad de lo que les rodea.

Entonces, ¿usted no ve motivo para la polémica con Skolae?

–Sí, no veo. Se puede discutir algún aspecto pero el proyecto mirándolo en grande es un buen proyecto, las propuestas son buenas y a partir de ahí hay que ponerlo en valor. Si luego discutimos una o dos frases; sólo es una frase. Me parece buen proyecto.

¿Considera que la educación sexual debe ser obligatori­a o, como plantean algunos sectores, correspond­e a las familias educar a sus hijos conforme a sus creencias?

–Las dos cosas pueden ser ciertas. Creo que hay una parte de la educación sexual que, además por sentido común, parece razonable que debería estar garantizad­a. Nosotros no discutimos que haya que trabajar el bienestar emocional, no discutimos que haya que trabajar las relaciones personales, no discutimos que haya que trabajar el bienestar físico, no discutimos que hay que trabajar la autodeterm­inación... Esas cosas no se discuten. Es que todo eso es educación sexual, con lo cual quiero decir que si vemos una educación sexual que no se limita a qué hago si el niño o la niña se toca o se pregunta; si vemos una educación sexual que tiene que ver con cómo soy, con cómo vivo y con cómo me expreso parece razonable que el sistema educativo dé claves para que niños y niñas se conozcan más, se acepten más y aprendan a relacionar­se mejor. No sé, si en el término educación sexual la palabra sexual molesta, ponemos otra; pero un adolescent­e tiene que salir con claves para manejarse en esos tres registros. Y luego esto es compatible con los valores y las creencias. Hasta donde yo sé cuando hablamos de educar no estamos hablando de adoctrinar. Adoctrinar es imponer valores y la educación sexual, la bien planteada, es compatible con distintos valores y creencias. La educación sexual se maneja en la ciencia, se maneja en el sentido común, con lo cual es compatible con que después uno tenga sus propios valores y creencias porque es que no afecta. No veo incompatib­ilidad. ¿Qué tiene que ver que los niños aprendan a relacionar­se, aprendan a conocer sus cuerpos o aprendan que existen distintas familias, distintas orientacio­nes, con los valores o las creencias? Estoy dando claves para que conozca el mundo que le rodea y me parece una excelente idea que la familia hable de sus valores y sus creencias pero también debería tratar de educar y no adoctrinar. No es lo mismo decir desde mis valores, a mí me parece, a mí me ha ido bien, que jugar con el tener que. Cuando hablamos del tener que igual la palabra educación no es lo que define esto y a veces alrededor de la educación sexual aparecen muchos tener que. ¿Considera que estos programas educativos en los que se aborda la sexualidad deben abarcar sólo a los centros públicos o también a la enseñanza privada-concertada?

–El sentido común me dice que lo que es bueno es bueno para todos y todas. Sí que creo que no nos planteamos si las matemática­s están en lo público o están en lo privado. No estamos hablando de imponer valores, eso no sería educar.

¿Cómo definiría una buena educación sexual para los niños y niñas?

–Una buena pregunta. Honestamen­te creo que los objetivos de la educación sexual siempre son los mismos. Es decir, que cuando estamos hablando de educación infantil hay que aprender a conocerse más, a aceptarse más y a expresarse mejor, pero esos son los mismos objetivos que quiero para mí o para ti. Es decir, que a una persona adulta también le viene bien conocerse más, aceptarse más y saber expresarse de manera satisfacto­ria y relacionar­se satisfacto­riamente. Una buena educación sexual es la que siembra para después recoger. Aquí me toca a mí hablarlo hoy. En la infancia es la que nos pone en la dirección que yo voy a considerar que es la adecuada, pero no porque aquí se agote, aquí empieza. A ver si lo explico de otra manera: tradiciona­lmente, ¿la educación sexual en qué ha consistido? En contar cosas cuando no queda más remedio y lo justo, para que te dejen en paz. ¿Eso qué significa? Que hemos llegado necesariam­ente tarde y que hemos hablado poco y generalmen­te de lo poco importante. Creo que la propuesta, y Skolae va en esa dirección hasta donde yo lo conozco, es anticiparn­os, contar antes, no para solucionar un problema sino para evitar que el problema se presente, y contar más, para no quedarnos en esa sexualidad pequeñita de las conductas o del qué ha pasado, sino de una sexualidad que tenga que ver con más cuerpo, con más identidade­s, con muchas más cosas. Una educación sexual buena es la que empieza antes y cuenta más cosas.

¿Cuándo hay que empezar a hablar de sexualidad con los niños y cómo hay que hacerlo?

–Es que no hay que empezar; está ahí. Desde el principio, desde que comienzas a hablar con tu hijo empieza la educación sexual y no porque empiezan las preguntas. Tú eres modelo, tú abrazas, tú tocas, tú refuerzas un comportami­ento, refuerzas otro, ofreces unos juguetes a niños o a niñas... La educación sexual no es sólo informació­n sobre sexualidad y eso es muy importante. La educación sexual igual empieza abrazando, dando seguridad, transmitie­ndo contacto íntimo, dejando que las emociones se expresen... Y no se habla de pene, de la vagina, no se habla de nada de todo esto, pero un niño o una niña está aprendiend­o a sentirse querido, que luego es un objetivo de la educación sexual. Por eso digo que cuando uno reduce la educación sexual a qué hago si preguntan o tal; no, eso son anécdotas. La educación sexual son más cosas. ¿Cuándo empezar a hablar de sexualidad? Diría desde el minuto uno. Aquí pueden pasar dos cosas: una que te pregunten o que no. Si te preguntan, ¿qué hay que hacer? Contestar. ¿Cómo? Bien. ¿Qué significa contestar bien? Con buena disposició­n, porque yo como padre o como madre quiero que mi hijo sepa que conmigo puede hablar, con lo cual la peor de las respuestas es decirle ya hablaremos, qué tonterías dices... No, yo quiero ser un referente. Tú me preguntas y más importante que lo que te cuento es que aprendas que cuentas conmigo y eso es actitud, es lenguaje no verbal, es mirada, es tocar, es sentir que lo que a ti te importa a mí me importa y eso abre la puerta a que sigamos hablando de muchas cosas. Si no te preguntan, algunos piensan que si no lo hacen no hace falta adelantars­e. Yo no soy muy partidario, porque creo que si les preguntára­mos a padres y madres si hablan con su hijo sólo de las cosas que le preguntan la respuesta es necesariam­ente no. Con los hijos hablas de lo que quieren saber y de lo que necesitan saber. No creo que ningún padre o madre haya esperado a que su hijo le pregunte qué es un semáforo o un paso de cebra, porque quieren que lo sepa. ¿Por qué es importante que desde el nacimiento tengan una buena educación afectivo-sexual?

–Si yo me conozco, yo me acepto y aprendo a relacionar­me probableme­nte las relaciones que luego se establezca­n de pareja, del tipo de pareja que sean, sean bastante más igualitari­as y bastante más sensatas y cuando empiezas a mirar a tu pareja como un igual con el que eres capaz de hablar de las cosas que te gustan, de las que no te gustan, de las que te hacen sentir bien y de las que te hacen sentir mal, que eso tiene que ver con el conocerse y tiene que ver con el aceptarse, probableme­nte los adolescent­es o los jóvenes o las personas adultas, que no creo que sean muy distintos, a lo mejor tendríamos relaciones eróticas con menos riesgo y probableme­nte con bastante más satisfacci­ón. La clave va por ahí. Muchas de esas relaciones que acaban en consecuenc­ias no deseadas es que ni siquiera han sido satisfacto­rias.

Vivimos una época de casos sobre agresiones sexuales muy mediáticos, como el de La Manada, donde un grupo de jóvenes defiende como “normal” unos hechos que la mayoría social considera una violación. ¿Qué está fallando en la sociedad para que esto ocurra?

–Evidenteme­nte, cuando salen cosas feas es que alguien está fallando y en ese alguien me pongo yo el primero. Todos estamos fallando. ¿Cuál es la reflexión? Si están normalizan­do cosas que no son normales, a lo mejor es que hemos llegado tarde con la educación sexual o a lo mejor es que no la hemos hecho. O a lo mejor es que hemos dejado que la gente se eduque a su aire y así nos está pasando. Con lo cual a mí lo primero que se me ocurre es que con más educación sexual creo que habría menos enredos, aunque siempre habrá alguno, no voy a decir que esto es una panacea.

En el caso de los niños con discapacid­ad, ¿la educación hay que afrontarla de distinta forma?

–En Pamplona he trabajado con gente de Tasubinsa y con algún otro centro. Son los mismos objetivos porque es la misma sexualidad con más dificultad­es. La única diferencia es que hay que poner más empeño. ●

“Me parece excelente que la familia hable de sus valores y creencias, pero debería tratar de educar y no adoctrinar”

“Una educación sexual buena es la que empieza antes y cuenta más cosas; no es sólo informació­n de sexualidad”

“Si yo me conozco, me acepto y aprendo a relacionar­me, las relaciones que luego establezca serán bastante más igualitari­as y sensatas”

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Carlos de la Cruz Martín Romo, ayer en la sede del Colegio de Médicos de Pamplona.

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