Diario de Noticias (Spain)

Al Ayuntamien­to de Pamplona-iruña

- Raúl Hernández POR Amillano

Raúl Hernández Amillano, en nombre propio, vecino de la plazuela de San José y en representa­ción del centenar de personas particular­es, todas ellas vecinas de dicha plaza (incluidas las 36 monjas de los dos conventos) como así constan en el anexo que se ha presentado con el presente escrito, ante el acuerdo que el Ayuntamien­to está llegando o ha llegado con la hostelería de la zona para instalar terrazas en la plazuela de San José, teniendo en cuenta el interés incuestion­able que como personas vecinas de dicha ubicación la instalació­n de dichas terrazas habría de suponer, queremos hacer público íntegramen­te la demanda que hemos solicitado al Ayuntamien­to a través del siguiente escrito:

Primero:- Conocemos con estupor el anuncio en prensa del acuerdo que arriba se indica con hostelería para la instalació­n de terrazas en la emblemátic­a plazuela de San José. No queda otra obviedad que deducir el absoluto desinterés que el Equipo de Gobierno del Ayuntamien­to de Pamplona-iruña tiene hacia las personas que viven en dicha plazuela de San José al prescindir de nuestra convocator­ia, de nuestra opinión, de nuestra afectación en la vida cotidiana. Hay personas que viven en dicha plazuela, que es el hábitat natural y vital en el que desarrolla­n sus vidas, por lo que no parece muy descabella­do concluir que además de un interés económico social y privado, hay un interés humano de quienes especialme­nte vivimos en este lugar que siempre por sentido común habrá de prevalecer y en su caso conciliars­e ambos.

Segundo.- Queremos dejar constancia nuestro pesar, nuestra empatía y comprensió­n con la situación dramática que está viviendo la hostelería en la actual situación de pandemia, así como con otros sectores profesiona­les de la sociedad que igualmente están padeciendo la aguda situación.

Ello no obsta para que nuestra posición haya de ser despreciad­a de una manera tan terribleme­nte descarada. No hay ninguna duda que con voluntad de encuentro la solución entre todos los agentes implicados habría de ser más constructi­va y ecuánime. Dicho lo cual, de seguir el Ayuntamien­to desprecian­do nuestra opinión, no nos cabe duda de que él mismo es consciente de que utilizarem­os todos los medios mediáticos, jurídicos y de protesta que estén a nuestro alcance.

Tercero.- La afectación que supone a la plazuela de San José incorporar elementos que alteren físicament­e y visualment­e, dada su idiosincra­cia y encontránd­ose ubicada en un entorno de Patrimonio Histórico y Cultural obliga a que sea preceptivo el informe favorable de la institució­n Príncipe de Viana. Dicha institució­n ya es conocedora de la petición que por esta parte como solicitant­es hemos hecho igualmente a la sección correspond­iente del Departamen­to de Cultura del Gobierno de Navarra para que en su caso, como así nos lo han hecho saber realicen su informe vinculante.

Cuarto.- Es de obligada aceptación la incuestion­able reflexión que nos hacemos y trasladamo­s a través de este escrito teniendo en cuenta que quizás sea la única plaza pública del Casco Antiguo-alde Zaharra de Pamplona-iruña que se mantiene bajo ese espacio de silencio sin contaminac­ión acústica y al mismo tiempo siendo una plaza viva, lugar de parada y descanso, donde peregrinos y no peregrinos del Camino de Santiago descansan escuchando el sonido de la fuente admirando el lugar, con la Catedral como compañera permanente de Patrimonio Histórico, lugar de juego de niños y de gente mayor sentada en sus bancos, parada también de escolares y bocadillos, así como itinerario cultural y artístico cada vez más visitado, sin olvidar su espacio de culto con dos conventos, en cuya fachada principal ampliament­e visible en la plazuela, no podemos obviar, disponen las habitacion­es en las que descansan la congregaci­ón de monjas Siervas de María Ministras de los enfermos, la única en el Casco Antiguo-alde Zaharra de Pamplona-iruña cuya labor es principalm­ente trabajar de noche cuidando a enfermos siendo el descanso diurno inherente al silencio de la plazuela desde el año 1878 su principal aliado.

Del mismo modo, dicho espacio es acogido por el recogimien­to y silencio del convento de las Carmelitas de la calle Salsipuede­s cuyo acceso y tránsito sin duda quedaría invadido por el establecim­iento de las citadas terrazas. Quinto.- Convertirl­o en lugar cuyo principal protagonis­mo sea las terrazas, convierte una vez más el monopolio del negocio privado en la primacía absoluta de este sistema político y social en cuyo escenario, la ciudadanía, que tiene derecho a que sea respetado su hábitat vital, es pisoteada, es vista únicamente como potenciale­s consumidor­es sin opción a ninguna otra forma de coexistir.

Es la plazuela de San José prácticame­nte el único espacio público singular en el que dicho espíritu de respiro, de silencio al atroz consumismo de la ciudad nos recuerda algo una naturaleza humana más amable, menos vendida a los intereses económicos y privados, un modelo diferente de barrio en un pequeño rincón de la ciudad.

Sin duda, contrario al uso que de forma natural e histórica se ha estado realizando hasta ahora en la plazuela, la instalació­n de terrazas para hostelería implica masificaci­ón con el riesgo evidente de contagios en la situación actual, suciedad agravada por la ausencia de baños públicos que, por otro lado, si se instalaran urinarios portátiles, qué decir tiene, junto a las estructura­s de las terrazas cubiertas alteraría la fisonomía arquitectó­nica de la plazuela, ruidos que de una manera exponencia­l se agravan dada la forma estructura­l de la plaza al ser un rectángulo que exacerba la contaminac­ión acústica, hecho éste que ya fue teni

Además de un interés económico social y privado, hay un interés humano de quienes especialme­nte vivimos en este lugar que siempre por sentido común habrá de prevalecer

Que la pandemia arrase a la hostelería no justifica que la ciudadanía sea arrasada, ninguneada, ni chantajead­a por falta de sensibilid­ad, no es nuestra responsabi­lidad

de la misma, tanto la Mancomunid­ad de la Comarca y su Parque Fluvial, como los consistori­os de Iruñea y Barañáin y, por supuesto, la administra­ción central a través de su Departamen­to de Cultura. En mi opinión, que creo y espero sea compartida por un amplio sector de la sociedad, deberíamos darle una opción de superviven­cia a la antigua fábrica de harinas de Ilundain, como muestra del patrimonio industrial de nuestra comunidad. Es el momento, es la oportunida­d.

Pero la oportunida­d, parece ser, pasó de largo. Dos años después de aquel escrito observo que no solo no se tomaron las medidas propuestas, sino que la secuencia de sucesos que terminan en la declaració­n de ruina y el derribo de determinad­os edificios con, al menos, algún valor patrimonia­l ha seguido, para mi disgusto, el curso previsto. Y, una vez más, es el patrimonio industrial de nuestra comunidad el gran olvidado y el más denostado. Desconozco los nuevos daños producidos en este último acontecimi­ento, pero intuyo que nada impedirá el derribo y la desaparici­ón de todo el conjunto y con el una parte de nuestra historia. Si al menos sirviera como ejemplo para el futuro… ●

Sociedad de Estudios Iturralde

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