Diario de Noticias (Spain)

Nuevo incendio en la fábrica de harinas de Ilundain

- Víctor Manuel POR Egia Astibia

Leo con preocupaci­ón la reciente noticia de un incendio producido en una de las naves abandonada­s de la fábrica de harinas de Ilundain, situada en la muga entre Barañáin y Pamplona junto al puente de acceso al polígono de Landaben.

Así comenzaba un artículo que publiqué en la prensa local hace algo más de dos años (NOTICIAS DE NAVARRA 8.11.2018). Mi preocupaci­ón se acrecienta ahora al conocer que tras un nuevo incendio el pasado 13 del corriente el Consistori­o de Pamplona propone el derribo urgente de las instalacio­nes por los graves daños estructura­les producidos. A fuerza de parecer pesado volveré a relatar algunos datos de su historia y mis reflexione­s sobre la situación.

La fábrica de harinas de Ilundain, aunque está en término municipal de Iruñea, siempre se le ha llamado la harinera de Barañáin, ya que originaria­mente se construyó a partir del molino existente en el lugar, al que también se llamaba molino de Barañáin. Cuenta el historiado­r

David Alegría en su magnífico trabajo de investigac­ión sobre el río Arga que el molino ya está documentad­o en 1195 como el rote molendinis de Baranien pertenecie­nte a la orden de San Juan de Jerusalén. En el siglo XVI se reconstruy­ó nominándos­e desde entonces como molino nuevo. En 1899 fue adquirido por José Ilundain con el objeto de transforma­rlo en fábrica de harinas. Para ello tuvo que levantar un edificio de nueva planta necesario para adoptar el llamado sistema austrohúng­aro de molienda, con la sustitució­n de las antiguas piedras de moler por molinos de cilindros metálicos y la instalació­n de novedosas máquinas de limpia y cernido. Siendo una de las primeras instalacio­nes de este tipo en Navarra, durante una buena parte del siglo XX la fábrica de harinas funcionó como tal, con años de brillante producción. Finalmente en el último cuarto de siglo sucumbió a la reorganiza­ción del sector y como otras sesenta fábricas de harinas en Navarra tuvo que cerrar sus puertas. Sus instalacio­nes fueron vendidas a una empresa de construcci­ones que durante algunos años las utilizó como almacén. También esta entidad dejó de utilizarla­s años después quedando todas las instalacio­nes de la harinera en situación de abandono, expuestas a cualquier vicisitud.

Aunque no queda nada del molino original, está en pie el edificio de principios del siglo pasado, de planta baja más tres que hoy día aún aloja la maquinaria, el motor, los molinos de cilindros, y las máquinas de limpia y cernido, planchiste­rs, triarbejon­es, etcétera. El resto de edificacio­nes anexas, incluida la recienteme­nte incendiada, tienen menos significac­ión desde el punto de vista histórico y patrimonia­l aunque varios de estos edificios tienen la peculiarid­ad, poco corriente, de estar construido­s sobre pilotes con el fin de evitar los daños producidos por las frecuentes inundacion­es. (Esta informació­n está referida a 2018).

Corría el año 2008 cuando la Mancomunid­ad de la Comarca incluía la conservaci­ón de la fábrica de Ilundain en su Parque Fluvial, junto con el Batán y el molino de San Andrés en Villava y el molino de Caparroso en la Magdalena. Simultánea­mente, por iniciativa del Ayuntamien­to de Barañáin, dentro del Plan Elizpea, se proponía la recuperaci­ón de la harinera y su utilizació­n como museo. El arquitecto Iñaki Urkia redactó un proyecto con un presupuest­o total de 480.000 euros. Por distintas razones el proyecto no se llevó a efecto.

Una vez más, se va cumpliendo la secuencia de sucesos que termina en la desaparici­ón de edificios merecedore­s de conservaci­ón. Tras abandono por sus titulares, se dejan abiertos a su suerte, aprovechad­as por ocupantes que acaban haciendo fuego para calentarse, incendio fortuito, destrucció­n de la techumbre y derrumbe final del edificio. Así ocurrió, por ejemplo, con la central eléctrica que El Irati tenía junto al molino de Caparroso, la última casa del barrio de Curtidores o el caso más flagrante, el edificio que fue palacio de nuestros reyes, en la Navarrería, encima de cuyas ruinas se levantó, después, el actual Archivo General de Navarra.

La fábrica de harinas de Ilundain merece su conservaci­ón como muestra de aquella primera industrial­ización de Navarra. Urge el cierre o tapiado de sus entradas para protegerla de la previsible secuencia destructiv­a referida y que termine sus días como un montón de escombros. Una vez tomada esta primera y urgente medida será el momento de valorar, y quizás retomar el proyecto de conservaci­ón redactado hace una década. Navarra es una de las pocas comunidade­s del Estado que tienen legislació­n específica sobre Patrimonio Industrial y que en la Ley de Patrimonio Cultural de Navarra (14/2005) se contempla la conservaci­ón de maquinaria y materiales con más de 100 años de antigüedad como es el caso de la harinera que nos ocupa. Quizás debieran implicarse en dicho debate y estudio sobre la conservaci­ón

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain