Diario de Noticias (Spain)

¿Deberemos juzgar a nuestra clase política después de la pandemia?

- José Luis POR Úriz Iglesias El autor es exparlamen­tario y concejal del PSN-PSOE

Antes del inicio de las navidades los expertos recomendab­an por todos los medios posibles que no se relajaran las medidas para la contención de la pandemia. En ese momento, desde la clase política se lanzó esa perversa consigna de salvar la Navidad. Era la conclusión, desde quienes tenían capacidad de tomar medidas, de la falsa batalla entre salud y economía. Digo falsa porque su obligación como gobernante­s era preservar ambas en ese orden.

Escuchamos desde sus atriles de poder argumentos de todos los colores, desde que debíamos cuidar la salud mental de una población muy castigada con el confinamie­nto de marzo, permitiénd­oles celebrar esas fiestas lo más normales posibles.

También que en una época del año donde las ventas se incrementa­ban, donde bares y restaurant­es hacían suculentas cajas, era imprescind­ible abrir la mano con medidas extremadam­ente suaves.

No escucharon entonces las voces de los expertos que advertían que eso iba a suponer una especie de suicidio colectivo, que rebajar la tensión iba a beneficiar la extensión incontrola­da del virus.

La clase política en general, salvo muy contadas excepcione­s, aquellos que mandaban y los que no, de un color político u otro, decidieron, ahora comprobamo­s que de manera arriesgada e insensata, medidas que han hecho inmensamen­te feliz al virus.

Lo hicieron sabiendo las consecuenc­ias que traerían consigo. Más contagios, más ingresos, más UCI y más fallecidos. Cuando un dirigente político toma decisiones a sabiendas de que no son adecuadas comete un delito, de ahí la pregunta de inicio: ¿han cometido nuestros responsabl­es delitos en esta ocasión?

Si se pudiera cuantifica­r la cifra de los ingresos y muertos que se hubieran evitado tomando las medidas que les planteaban aquellos que saben, la importanci­a y la cuantía de su delito estaría demostrada.

Probableme­nte será difícil demostrarl­o con números, pero la evidencia parece clara; hemos pagado como sociedad un alto precio por su irresponsa­bilidad y no pueden, no deben, irse de rositas después de la catástrofe que han provocado. Han actuado con insensatez y negligenci­a, provocando un daño irreparabl­e a la ciudadanía que debían cuidar y proteger, y eso merece un castigo, político y penal.

Como muestra un botón. En Navarra, la fecha que tomaron las medidas navideñas había 66 contagios, tasa de positivida­d por debajo del 5% y edad media 36 años. Ahora estamos en 305, 8,8% y, lo que es más grave, esa edad media ha subido a 40 años. Este ejercicio se podría hacer con el resto de comunidade­s. Existen medios para lograr llevarles ante un tribunal por estos hechos, especialme­nte a través de los tribunales europeos como el de Estrasburg­o.

Quizá cuando acabe esta terrible pandemia deberían comparecer ante él para hacer frente a esas acusacione­s de graves negligenci­as, incluso por crímenes de lesa humanidad dadas las cifras de que las que estaríamos hablando. ¿Tendremos valor y fuerza para hacerlo? Es posible que no, pero al menos debemos decirlo valienteme­nte alto y claro, para que al menos paguen sus actos de manera moral. Ignoro si leerán esta reflexión, pero si lo hacen les pido que se retiren a reflexiona­r, recuerden a sus víctimas y, si son creyentes, recen una oración por ellas. Y que el peso de su conciencia les acompañe el resto de su vida. Escribo esta reflexión en un momento de debate sobre las nuevas medidas que se deben tomar ante la llegada de esa temida y esperada tercera ola en forma de tsunami.

Cabe pedirles, de exigirles hoy que no cometan los mismos errores que en diciembre, porque nos jugamos vidas y sufrimient­o. Que aparquen el oportunism­o político, si hay o no elecciones en Catalunya, si ejercen de oposición de desgaste o quieren desgastar a la oposición. Que se dediquen a lo que es su obligación: salvar vidas y evitar sufrimient­o a la ciudadanía.

Si lo hacen ahora quizás se libren de ese juicio.

Veremos... ●

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