La realidad en la ficción: el realismo en la literatura vasca
Desde el cambio iniciado en los años setenta hasta la actualidad, la literatura en euskera ha recorrido un largo camino en el que la narrativa realista ha tenido un papel relevante
setenta fueron una década de crecimiento clave para este género en la que se presenció un cambio a gran escala que correspondía a la agitación política y el renacimiento experimentado durante la Transición. Fueron, en grandes partes, las revistas experimentales el catalizador para la adopción y promoción del nuevo género.
En 1975 se publicó el primer número de la revista Ustela, entre cuyos colaboradores se encontraban los jóvenes autores Bernardo Atxaga (que fue, junto con Koldo Izagirre, su fundador) y Ramon Saizarbitoria. Aunque solo se publicaron tres números de Ustela entre 1975 y 1976, la revista sentó las bases para el desarrollo de otra revista experimental, Pott banda, en 1977, en la que participaron Atxaga, Jon Juaristi y Joseba Sarrionandia, entre otros.
El gran éxito de las revistas experimentales como Ustela y Pott residió en que lograron crear un conjunto de escritores jóvenes interesados en dejar el costumbrismo en el pasado y llevar la literatura vasca al siglo XX. Muchos de los autores que escribían en las revistas experimentales, y en particular Atxaga y Saizarbitoria, luego desarrollarían el género realista en sus textos.
Siguiendo con la meta de modernizar la literatura vasca, las editoriales, revistas y periódicos de los años setenta y ochenta se convirtieron rápidamente en los motores del desarrollo de nuevas formas expresivas, entre ellas, el realismo. Aunque la editorial Kriselu ya no existe, su influencia en este género perdura a través de la novela de Ramon Saizarbitoria, Ehun metro (1976), que sirve como la obra definitoria de la narrativa realista vasca moderna. El título hace referencia a los últimos cien metros recorridos por un militante de ETA antes ser asesinado por la policía. Ehun metro fue la primera novela realista vasca moderna que abordó directamente el conflicto político en todo su rigor. La decisión del autor de incorporar técnicas experimentales dentro de una novela generalmente realista convierte la suya en un texto clave para un nuevo enfoque hacia el conflicto político en la literatura de País Vasco. Por su parte, la editorial Pamiela, fundada en 1983 como una revista literaria, luego publicaría la novela fundacional realista de Atxaga, Gizona bere bakardadean, en 1993, mientras que Erien publicó una nueva novela realista, Zeru horiek, dos años después. A pesar del éxito crítico de Ehun metro, la novela de Saizarbitoria seguiría siendo el único intento de ofrecer una perspectiva más comprensiva de la realidad durante más de una década.
En cambio, en los años ochenta, existe una tendencia en la literatura vasca a obviar la realidad política violenta que sobresalía en aquellos años. Los autores de aquella época, por lo general, evitaban tratar con la crisis a través de narrativas que no se preocupaban por la realidad actual del País Vasco. Esto se debió en gran parte a la resonancia del realismo mágico para el público vasco. Por ejemplo, la famosa novela de Atxaga, Obabakoak (1988), resultó muy atractiva para lectores no solo por su accesibilidad en comparación con el experimentalismo (aunque realista) complejo de Saizarbitoria, sino también porque el realismo mágico ofrecía una distracción que resultaba bienvenida. Después de una década de este tipo de publicaciones, una vuelta a lo rural a través del género del realismo mágico, que tanto cautivó a autores como Atxaga, Anjel Lertxundi y Joan Mari Irigoien, siguió siendo el género dominante de producción literaria vasca.
TÍTULOS FUNDAMENTALES La década de los noventa trajo corrientes desconocidas al País Vasco, produciendo tres novelas fundamentales cuyo impacto arrojó nueva luz sobre el género realista. Las novelas Gizona bere bakardadean (1993), Zeru horiek (1995), de Atxaga, y Hamaika pauso (1995), de Saizarbitoria, buscaban remediar la desgana literaria de la última década hacia la realidad cotidiana. Por fin, los autores vascos empezaron a buscar inspiración en su vida actual y crearon una literatura que procuraba entender el nuevo Estado postransición y el conflicto político vasco a través del realismo. Así, se vio a lo largo de la década de los noventa un gran