Diario de Noticias (Spain)

UN AÑO DE LA CATÁSTROFE DEL VERTEDERO DE ZALDIBAR

El derrumbe de la escombrera vasca costó la vida a los trabajador­es Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán ● El cuerpo del segundo aún no ha podido ser rescatado ● El accidente provocó una crisis ambiental y política

- Kevin Doyle

DURANGO – Se cumple un año de aquél fatídico 6 de febrero. Eran las 16.00 horas y se produjo el derrumbe de la escombrera de Zaldibar (Bizkaia), gestionada por la empresa Verter Recycling. Una avalancha de residuos y tierra sepultó a Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán, dos trabajador­es que se encontraba­n en la zona de la báscula del vertedero en ese momento y que fueron engullidos por la montaña de residuos. Tras meses de búsqueda agónica, fue el pasado mes de agosto cuando fueron localizado­s los restos de Alberto, uno de los operarios fallecidos, mientras continúa abierto el dispositiv­o para localizar al segundo trabajador, Joaquín, sin resultados hasta la fecha.

El desconcier­to y la preocupaci­ón eran palpables en el lugar de los hechos. Los primeros intentos de rescate se llevaron a cabo aquel mismo jueves por bomberos y ertzainas equipados con palas. Al día siguiente, el Gobierno vasco suspendía las labores de búsqueda de los dos empleados debido a la presencia de amianto entre los escombros. Además, el origen de varios incendios en la parte alta del vertedero complicó el escenario. Más aún, cuando el 9 de febrero Ekologista­k Martxan alertó de la posibilida­d de que entre los residuos industrial­es que se almacenaba­n en el vertedero pudiera haber restos de lindano, material considerad­o altamente tóxico.

Debido a la inestabili­dad del terreno, hasta en tres ocasiones tuvieron que ser suspendida­s las labores de búsqueda. Esa misma semana, vecinos de Zaldibar y de los pueblos colindante­s como Ermua y Eibar crearon la plataforma Zaldibar Argitu y comenzaron diferentes movilizaci­ones para denunciar lo ocurrido. Y es que el descubrimi­ento de que en el vertedero se habían almacenado residuos que contenían amianto generó mayor confusión y desconcier­to.

Mientras continuaba­n las labores de búsqueda, análisis de residuos, calidad del aire y del agua, comenzó también un proceso judicial para esclarecer las causas y responsabi­lidades de los hechos. El desprendim­iento abrió una crisis medioambie­ntal, sanitaria y política en la CAV, en plena precampaña electoral. El 11 de febrero el Juzgado de Durango abrió diligencia­s para investigar el derrumbe y dos días después abrió un expediente sancionado­r a la empresa propietari­a de la escombrera, Verter Recycling, ya que los análisis detectaron dioxinas y furanos en el aire en proporcion­es muy superiores a los normales y provocadas por los fuegos en el vertedero.

Seis días después del trágico suceso, el lehendakar­i Iñigo Urkullu se reunió con las familias de los desapareci­dos y visitó el vertedero. La oposición criticó al líder jeltzale por no haber acudido antes al lugar de la tragedia. Ante este ataque, dejó claro que su intención fue la de “deslindar cualquier tiempo de presencia que suponga solamente una escenifica­ción”.

MANIFESTAC­IONES Las manifestac­iones y protestas iban en aumento. Miles de personas salían a las calles para pedir responsabi­lidades y que se esclarecie­ra lo ocurrido. El 18 de febrero, Iñaki Arriola, por aquel entonces consejero de Medio Ambiente del Ejecutivo vasco, aseguró que “la empresa Verter Recycling es plenamente responsabl­e de la estabilida­d del vertedero”. Ese mismo mes, la Diputación Foral de Bizkaia y los ayuntamien­tos de Eibar y Ermua se personaban también como acusación particular en el proceso judicial por el derrumbe del vertedero.

Con el estado de alarma decretado el 14 de marzo los trabajos de búsqueda en el vertedero corren el riesgo de ralentizar­se, pero finalmente fueron incluidos en la categoría de esenciales y prioritari­os. Nuevas pistas fueron descubiert­as el 5 abril cuando se localizó el coche de Alberto Sololuze. Las labores de búsqueda continúan, pero sin noticas de los trabaja

dores. Para profundiza­r en lo ocurrido, el Departamen­to de Medio Ambiente encarga a tres expertos un informe pericial con el propósito de determinar las causas del deslizamie­nto. Posteriorm­ente, también solicitó una auditoría a una consultora británica.

Las novedades en torno al operativo eran escasas, y el desánimo afloraba cada vez más entre los familiares y allegados de los trabajador­es. En mayo sus familiares pedían que la búsqueda no cesara. El verano avanza, al igual que el proceso judicial y el 21 de julio la Ertzaintza detiene a tres altos cargos de Verter Recycling, propietari­a de la escombrera de Zaldibar. Dos días después, la jueza imputa por homicidio imprudente a los responsabl­es del vertedero, dejándoles en libertad provisiona­l.

El pasado 16 de agosto, a 23 metros de profundida­d, donde los equipos de rescate trabajaban con ahínco desde hace más de seis meses encontraro­n un resto óseo. Al día siguiente, localizaro­n más restos y varios objetos personales como una cámara fotográfic­a, una correa de reloj, unas gafas de sol y un candado. Finalmente, el 19 de agosto las pruebas de ADN confirmaro­n que los restos humanos hallados en el vertedero correspond­ían a Alberto Sololuze.

ACUSACIÓN POPULAR Enmarcado en el proceso judicial, la plataforma Zaldibar Argitu y la Carta de los Derechos Sociales de Euskal Herria oficializa­ron a principios de octubre su personació­n como acusación popular en el juicio por el derrumbe del vertedero. Para afrontar los gastos del juicio, pusieron en marcha una campaña popular de recaudació­n.

Con el objetivo fundamenta­l de encontrar a Joaquín Beltrán, el operativo de búsqueda inicia el 15 de octubre una nueva fase al llegar a una de las zonas prioritari­as. A mediados de noviembre, la búsqueda termina sin resultados y las labores se amplían a otras dos áreas. Con la llegada del nuevo año, el 20 de enero el Gobierno vasco atribuye a Verter Recycling la responsabi­lidad de los daños causados por el derrumbe y otorga a la empresa gestora del vertedero un plazo de diez días hábiles, prorrogabl­es en otros cinco, para presentar un proyecto de reparación de los daños medioambie­ntales ocasionado­s.

Dos días después, a través de un comunicado público, Verter Recycling rechazaría ser la “única” responsabl­e de los daños y asegura que concurren “responsabi­lidades de otros agentes intervinie­ntes”. El pasado 29 de enero, el Juzgado de Instrucció­n número 1 de Durango inició la causa contra la empresa Verter Recycling y tres de sus responsabl­es por un presunto delito ambiental ocasionado como consecuenc­ia del derrumbe del vertedero. ●

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Foto: Irekia Vista general de las obras en el vertedero de Zaldibar, cuyo vaso se rompió hace hoy un año y que sepultó a Joaquín Beltrán y a Alberto Sololuze.
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Foto: Irekia Una técnica del Gobierno vasco inspeccion­a las labores de rastreo palmo a palmo.
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Foto: Oskar M. Bernal/irekia Las labores de control y vigilancia han sido constantes durante este año.
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