“La Iglesia no puede posponer por más tiempo la reforma sobre su modelo de participación y de gobierno”
–Es un pontificado reformista. Aunque hay que precisar. Su idea de reforma corresponde a la visión ignaciana. Su modelo podría ser el del jesuita San Pedro Faber (1506-46). Para él, la conversión espiritual y el testimonio de vida preceden a su expresión dogmática y a la reforma estructural. Rehúye la reforma como ideología. El giro del papa Francisco se evidencia en cuatro exhortaciones apostólicas en las que hace un llamamiento, a la conversión al Evangelio y a los pobres (en Evangelii Gaudium), a la misericordia (en Amoris Leticia), a la conversión ecológica (en Laudato Si y en Querida Amazonia) y a la fraternidad humana (en Fratelli Tutti).
¿Cuál diría que es su programa de gobierno?
–Hago mía la reflexión del director de la Civiltá Cattolica, Antonio Spadaro. Su gobierno avanza sobre la base de una experiencia espiritual y una oración que comparte paso a paso en diálogo, en consulta, en una respuesta concreta a la vulnerable situación humana. El papa Francisco está creando las condiciones estructurales para un diálogo real y abierto, no empaquetado de forma rígida e ideológica. Cuando hace suya una propuesta de reforma, no solo la valora en sí misma sino también en su espíritu, constructivo o no, que la lleva adelante.
¿Qué reformas concretas está liderando?
–Ha impulsado cambios fundamentales, enfrentándose a la crisis de la pederastia, reformando la curia vaticana y específicamente sus finanzas con determinación. Otra reforma que propone es la sinodalidad frente al clericalismo (es decir, caminar juntos laicos, pastores y obispo de Roma). Sin embargo, esta es una línea que está aún solo enunciada y que probablemente va a marcar con fuerza la orientación y el balance de su pontificado.
¿Qué camino propone para avanzar en una Iglesia más participativa e igualitaria?
–No va a ser fácil porque “reformar la cabeza y sus miembros”, como decía Constanza, requiere una actitud mucho más activa y comprometida por parte de todos. Hay que instrumentar el sensus fidei (el sentido de la fe del pueblo de Dios) con encuestas, consultas y votaciones. Hay que pensar en sínodos de toda la Iglesia, con participación de laicas,