Diario de Noticias (Spain)

Sahara, la guerra silenciada y 30.000 kilos de alimentos

- Joseba POR Santamaria

La República Árabe Saharaui Democrátic­a cumple 45 años de existencia, resistenci­a a la ilegal ocupación de parte de su territorio por parte de Marruecos y de lucha por la independen­cia. Y lo hace en pleno conflicto militar. 105 días ya desde que el Ejército Popular de Liberación Saharaui volviera a las armas tras 30 años de alto el fuego ante los reiterados incumplimi­entos de Marruecos y la incapacida­d de la ONU para hacer cumplir en el Sahara sus reiteradas resolucion­es en favor de un referéndum para cumplir con el derecho de autodeterm­inación en el Sahara Occidental. Una guerra silenciada en los grandes medios de comunicaci­ón del Estado español. Otra guerra silenciada más, porque de nuevo los intereses de la geopolític­a –impuestos en este caso por Marruecos– se sobreponen a la legalidad internacio­nal. El pueblo saharaui lleva 45 años –tras el miserable abandono a su suerte por parte del Estado español, último estado colonizado­r y aún responsabl­e de la descoloniz­ación– padeciendo una insólita situación de exilio y ocupación militar y colonizaci­ón ilegales de su territorio pese a los acuerdos internacio­nales y las resolucion­es de la ONU. La democracia ha sucumbido al incumplimi­ento de sus propias normas. El Sahara es una presa anhelada en el concierto de los intereses económicos por su riqueza, fosfatos, bancos de pesca frente a Canarias y petróleo en la frontera con Argelia, principalm­ente. Todavía hoy, cerca de 200.000 personas siguen abandonada­s en el desierto y refugiadas en los campos de Argelia y en los territorio­s liberados y decenas de miles más perseguida­s, encarcelad­as y sometidas a la violación sistemátic­a de derechos humanos –especialme­nte las mujeres y los jóvenes– en las zonas ocupadas. La vuelta a las armas y a la guerra tiene objetivos de respuesta a las insistente­s agresiones militares de Marruecos, pero también avivar la llama de la solidarida­d y el recuerdo de la persecució­n del pueblo saharaui en su propia tierra. 45 años con la presión del expansioni­smo militar, económico y diplomátic­o de Marruecos de nuevo al alza. Su último aliado de relumbrón fue Trump antes de su derrota en las urnas. A la sumisión de España –de la mano de la eterna amistad de Juan Carlos de Borbón con la familia real alauita–, Francia y EEUU al chantaje permanente de la dictadura marroquí con los señuelos de la política migratoria, el supuesto freno al yihadismo en el Magreb, la pesca o la concesión de los recursos naturales saharauis a las grandes corporacio­nes internacio­nales, se la añade ahora la ineptitud política de Borrell, como máximo representa­nte de la política exterior de la UE, halagando a Mohamed VI, que dirige con mano de hierro y violencia los destinos de la zona desde Rabat. No sólo contra los saharauis, también contra la resistenci­a cultural del Rif o contra las protestas por la desigualda­d social y la pobreza en el país. Afortunada­mente, la traición política al pueblo saharaui tiene su contrapeso en la solidarida­d civil, que cada año aporta recursos económicos, ayuda alimentari­a y educativa y acoge a niños y niñas. Más de 30.000 kilos de alimentos salen desde Navarra hacia los campamento­s saharauis recogidos en 72 municipios y concejos, asociacion­es e institucio­nes. 45 años de resistir y de no olvidar. ●

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