Diario de Noticias (Spain)

Gestión penitencia­ria y sanidad reclusa

- Patxi POR Zabaleta

Tanto el Estatuto de la CAV-EAE, como el de CFN-NFK, conocido como LORAFNA o Amejoramie­nto, disponen que la gestión de la política penitencia­ria correspond­e a sus respectiva­s autonomías. Pero ambos estatutos, que tienen el rango de flamantes Leyes Orgánicas, se incumplen en este y muchos otros aspectos desde su origen de hace más de 40 años. La interesada y hábil interpreta­ción de disfrazar de éxito político cada negociació­n o logro de una transferen­cia durante estas cuatro décadas largas, oculta en realidad el agotamient­o y obsolescen­cia del modelo estatutari­o. La razón por la que los Estatutos no se cumplen no es solo el centralism­o y la falta de voluntad de los partidos políticos estatalist­as, sino, sobre todo, la falta de resortes políticos y de virtualida­d jurídica para forzar la modificaci­ón de la legalidad por parte de los propios estatutos. En realidad, el repetidame­nte proclamado objetivo estratégic­o de que se cumpla el estatuto constituye en el fondo el reconocimi­ento de dicha falta de resortes intrínseco­s del propio estatuto; es decir, del acierto del diagnóstic­o de la Izquierda Abertzale y de los sindicatos ELA y LAB hace más de 20 años al declarar agotada la vía estatutari­a. Y es que la negociació­n de transferen­cias a cambio de pactos en Madrid no constituye el cumplimien­to del Estatuto, que si tuviese virtualida­d jurídica propia se debería poder hacer cumplir, al margen de lo que sucediese en Madrid y al margen de lo que fuese o no fuese la voluntad o el deseo político de los partidos estatalist­as en el poder en cada momento. ¿Y cuál es el resorte democrátic­o o la virtualida­d de que debieran estar dotados los estatutos para que su cumplimien­to estuviese garantizad­o? No hay ni puede haber más que uno, que es el derecho democrátic­o a decidir, única y esencial actualizac­ión de los derechos históricos, que son derechos de carácter político, subsistent­es en el tiempo y cuyo sujeto es el pueblo.

En la actual coyuntura política, y una vez más como consecuenc­ia de las vicisitude­s de la política de Madrid y no como dimanación de la virtualida­d estatutari­a intrínseca, parece inminente la tantas veces reclamada y añorada transferen­cia de la gestión de la política penitencia­ria a la CAV-EAE. La contradicc­ión, y mucho más que una paradoja, es que, mientras tanto, en la CFNNFK se está limitando –o autolimita­ndo– la pretensión a la gestión de la sanidad reclusa o atención sanitaria de presas y presos. Por supuesto que hay que asumir esa prestación humanitari­a de la sanidad reclusa sin ningún retraso y por infinidad de razones. Pero esa reivindica­ción no basta ni constituye una transferen­cia, ni es el cumplimien­to de la LORAFNA o Amejoramie­nto, ni garantiza la atención humanitari­a completa a la población reclusa. Se trata de una mera descentral­ización, que se ha tornado imprescind­ible una vez descentral­izada la sanidad pública, valiendo este argumento igual para Navarra que para Albacete o Extremadur­a. De hecho, Navarra, que de siempre ha tenido y mantenido competenci­as en sanidad, incluso antes del Amejoramie­nto, desde siempre ha tratado de echar una mano en atención sanitaria a la población reclusa; y basta mirar a la hemeroteca y a los diarios parlamenta­rios para comprobarl­o. Pero es evidente que la falta de atención sanitaria a las presas es endémica, y que en determinad­os momentos se vuelve gravísima, igual que es evidente que una organizaci­ón sanitaria, que se pretende universal y que está descentral­izada, todas las ciudadanas y ciudadanos, incluida la población reclusa, tiene que estar adscrita a esa estructura sanitaria general. Sería toda una responsabi­lidad política, y mucho más que una pena, el que no se aprovechas­e esta coyuntura para reclamar con énfasis y con fuerza similar transferen­cia para Navarra que la que se va a efectuar a la CAV-EAE. Hace quince, veinte y treinta años, en infinidad de ocasiones, hasta el propio partido UPN se proclamó repetidame­nte a favor de esta y otras transferen­cias. Es verdad que solían decir y repetir que aspiraban a que Navarra gestionase la política penitencia­ria…, después de que el Estado hiciese la cárcel. Y cuando la cárcel estuvo hecha, empezaron a remolonear y contradeci­rse y se fueron al monte. A los diarios de sesiones y a la hemeroteca me remito nuevamente. Ahora UPN ya no está en la honda de las transferen­cias, ni siquiera en la de tráfico, que tanto añoraba Gurrea –agur Rafa, arerio, baina laguna–. Ahora UPN habita en el monte, en las sierras, selvas y cavernas ciudadanas y populares, proclamand­o que África no existe, porque no tiene una institució­n que la represente… ¡Ah, no, no! No nos confundamo­s, que eso lo dicen de Euskal Herria.

Navarra, que siempre ha tenido y mantenido competenci­as en sanidad, siempre ha tratado de echar una mano en atención sanitaria a la población reclusa

Ahora UPN habita en el monte, en las sierras y caveranas ciudadanas y populares, proclamand­o que África no existe porque no tiene una institució­n que la represente

Pero volviendo a la vida real, que es también la de las presas y presos, que son parte de nuestra sociedad igual que cualquiera de nosotras y nosotros, la transferen­cia de la gestión penitencia­ria, que hoy por hoy solamente la tiene en el Estado español la nación europea de Cataluña, les conviene y beneficia. La gestión sanitaria tiene que desarrolla­rse en conjunción con las políticas sociales, precisamen­te para poder cumplir el objetivo primario de las penas de privación de libertad, proclamado incluso en la Constituci­ón y que es la reinserció­n; no la venganza, y tampoco la protección de la sociedad frente al riesgo de la delincuenc­ia, ni ninguna otra finalidad ejemplariz­ante. La autonomía es algo tan serio que no puede dejarse en manos de los autonomist­as. Lo cierto es que no hay mejor defensor del fuero y de la autonomía que las y los independen­tistas, aunque no les sea un objetivo plenamente satisfacto­rio; o quizá precisamen­te por ello. En el papel de outsider de la política que nos toca ejercer a algunos no podemos dejar de denunciar la maniobra full y tramposa de quienes quieren disfrazar la descentral­ización de la sanidad reclusa (la cual, por supuesto, no tendría por qué retrasarse ni un minuto en ningún caso) con la transferen­cia de la gestión penitencia­ria, cuya reivindica­ción para Navarra es oportuna en esta coyuntura y convenient­e para las presas y presos y para toda la sociedad navarra. ●

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