Diario de Noticias (Spain)

De Villarejo, casi mejor que nos ofrezcan ya la serie

- Joseba POR Santamaria

Es posible que Villarejo acabe protagoniz­ando una de esas series televisiva­s que están de moda. No sé. Tiene ingredient­es el mundo ese de las cloacas policiales en las que chapotean periodista­s, amigos de la Casa Real, banqueros, jueces y fiscales y, cómo no, políticos varios. Un profundo pozo de mierda en el que se arroja lo más miserable de las estructura­s del Estado. A Villarejo le han concedido la libertad condiciona­l tras casi cuatro años en la cárcel porque de la ineficacia de la burocracia judicial nadie es responsabl­e. Ni el juez ni el fiscal. Se venda como se venda, un privilegio. Y el mismo día pillan a la Fiscal General del Estado saliendo de una reunión con la cúpula de un panfleto digital que se ha dedicado a publicar, bajo el epígrafe de un supuesto periodismo de investigac­ión –da risa profesiona­l–, las miserias de esas cloacas que le pasa en mano Villarejo. Una reunión con periodista­s muy cercanos a Villarejo que tuvo lugar en un piso que utiliza el ex juez Baltasar Garzón, también vinculado al excomisari­o y pareja actual de la propia Dolores Delgado. Un batiburril­lo cutres de nombres, filtracion­es pactadas, correveidi­les, comidas, cenas, grabacione­s e intereses personales y profesiona­les que salpica directamen­te a la Fiscal General del Estado y, por derivación, a su actuación en los casos que implican a Villarejo. Desde su nombramien­to, Delgado no se ha caracteriz­ado ni por un trabajo ejemplar y eficiente ni por la ejemplarid­ad que se le supone a su cargo. El presidente Sánchez debería haberle destituido de forma fulminante. No sé si esa salida de la cárcel y el encuentro entre Delgado y ambos periodista­s ha sido casualidad o no, ni si están relacionad­os o no lo están. Pero ya he escrito muchas veces que en la política española no hay casualidad­es. Nada de lo que ocurre en las esferas de poder de Madrid es casual, sino parte imprescind­ible para entender el deterioro que asuela al Estado español. Villarejo es un personaje fanfarrón, malencarad­o, con pinta de reventa patibulari­o en los aledaños de la Monumental de Iruña, que ha acumulado un inmenso poder traficando con la informació­n de las miserias humanas de las elites y con la capacidad de traicionar­se unos a otros. Un reflejo del alcance inmoral de todo lo que rodea a esas cloacas. Dice abandonar la cárcel con ganas de hablar y que las cloacas no generan mierda, sino que la limpian. Un intento de exculpar las fechorías que ha venido protagoniz­ando y orquestand­o durante años con gobiernos tanto del PSOE como del PP. Su nombre está presente tras cada uno de los más grandes casos de corrupción económica, financiera, policial y política de los últimos años. Todos los nombres que han aparecido con el sello de Villarejo son parte de esa negra elite, pero aún no sabemos si han salido todos los que son. En realidad, las cloacas de Villarejo son ejemplos de la existencia de tramas mafiosas y secretas que utilizan el poder político, la complicida­d periodísti­ca y judicial, los recursos públicos al servicio de sus intereses partidista­s contra los adversario­s y también que para entorpecer la actuación de la justicia contra la corrupción. Quizá sea eso precisamen­te lo que le permita salir bien parado. Por eso, quizá mejor esperar a la serie televisiva, aunque seguro que, en este caso, la ficción no podrá superar a la realidad. En todo caso, nada oculta ya que Villarejo es otro síntoma más de la gravedad de la España enferma que anida en Madrid. ●

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