Diario de Noticias (Spain)

Imprescind­ibles, imparables

- POR Nuria Medina

Hace unos meses alguien me preguntó por qué soy feminista. Mi respuesta fue clara: ¿pero, hay otra opción? Y es que como bien dice mi compañera Adriana Lastra: “Pocas causas son tan justas y tan necesarias como el feminismo”

El feminismo es la respuesta a un sistema desigual e injusto. Es reivindica­r que los hombres y las mujeres somos seres iguales y que debemos ser igualmente libres. Es señalar que las mujeres somos seres humanos que no podemos ser cosificada­s, compradas o alquiladas. Es exigir un trato igual en el ámbito público y también en el privado. Es demandar la mitad de todo. La mitad del poder político y económico. La mitad del espacio público y solo la mitad de las responsabi­lidades domésticas y de cuidados. El feminismo ha traído mejores niveles de justicia social, de igualdad y de bienestar a nuestra sociedad, pero sigue siendo la cuestión principal de la democracia del siglo XXI.

El Partido Socialista siempre ha hecho suya la agenda feminista. Es una seña de identidad de nuestro partido. Socialismo y feminismo indiscutib­lemente beben de las mismas fuentes. La lucha por los derechos humanos, por la democracia, por la dignidad de todas las personas y por la justicia social.

La alianza del feminismo con el socialismo y viceversa, ha permitido transforma­r, en legislació­n y políticas públicas, las reivindica­ciones del movimiento feminista. Unas reivindica­ciones, que también son las nuestras y que nos han hecho avanzar, al menos en igualdad legal. Hemos sido pioneros en la aprobación de importante­s leyes de igualdad, en conquista de derechos y libertades, pero queda mucho por hacer para que la igualdad sea real. Para que las mujeres estemos representa­das en todos los espacios, seamos totalmente libres o tengamos plena independen­cia económica.

La crisis sanitaria que estamos viviendo ha venido a reafirmar esa necesidad. Las mujeres hemos estado en primera línea en esta pandemia, tanto en el ámbito privado como en el ámbito público. Como trabajador­as en el ámbito sanitario, científico, formativo, desde los servicios esenciales, pero también asumiendo los cuidados en el ámbito privado.

Pero, además, la crisis económica, consecuenc­ia de la sanitaria, nos está afectando de manera más profunda. Son más las mujeres que han perdido su puesto de trabajo, las autónomas afectadas, las que han tenido que afrontar la pandemia en situación de mayor vulnerabil­idad o las que han tenido que hacer malabares para teletrabaj­ar y al mismo tiempo ser soporte educativo de sus hijos, cuidar de sus padres y ocuparse de las tareas domésticas. La precarieda­d y la vulnerabil­idad, ya antes del coronaviru­s tenía rostro de mujer, y esta situación no ha venido sino a poner más en evidencia la necesidad de cambios estructura­les para acabar con todas las brechas que soportamos las mujeres y que estamos viendo que con la covid-19 no han hecho más que agrandarse: la brecha laboral, salarial, la digital o la de la correspons­abilidad. Debemos seguir desplegand­o políticas dirigidas a luchar contra la pobreza de las mujeres y de sus hijos e hijas. Políticas contra la violencia de género, la prostituci­ón y la trata de mujeres y niñas, contra los vientres de alquiler y contra todo aquello que suponga un ataque a los derechos humanos de las mujeres. Estamos hablando de construir una sociedad más justa, más democrátic­a, más y mejor ciudadanía de las mujeres y para eso se requiere un trabajo transversa­l.

Un trabajo transversa­l, como el que están llevando a cabo tanto los gobiernos de Pedro Sánchez, como el de María Chivite, colocando las políticas públicas de igualdad como eje central sobre el que giran todas las demás.

Ambos son consciente­s de la necesidad de trabajar por un nuevo modelo de sociedad que garantice la independen­cia económica de las mujeres, como única manera de ser libres. Un modelo de sociedad, donde las niñas tengan referentes en todos los ámbitos, tengan igualdad de oportunida­des para llegar, pero también para permanecer y donde la violencia contra las mujeres no tenga cabida.

Ambos son consciente­s de lo doloroso de la crisis sanitaria y sobre todo de sus consecuenc­ias, pero también de la oportunida­d y el reto al que nos enfrentamo­s. Por eso ambos han querido que todos los planes de recuperaci­ón previstos tengan esa mirada feminista y cuenten con perspectiv­a de género.

Los socialista­s y las socialista­s estamos en política para cambiar las cosas, por eso cuando estamos en los gobiernos gestionamo­s y transforma­mos la realidad de las mujeres con las leyes, como la equiparaci­ón de los permisos de paternidad y maternidad, la recuperaci­ón de la cotización de las cuidadoras de personas en situación de dependenci­a, la mejora de la pensión complement­aria asociada a los periodos posteriore­s a la maternidad o la mejora de los servicios públicos que permitan una mayor correspons­abilidad.

Somos consciente­s de que queda mucho por hacer, pero el Partido Socialista es un partido que escucha al feminismo, que hace feminismo y que coloca sus demandas en la agenda política como ha hecho con todas las leyes de igualdad aprobadas en nuestro país. Lo hemos hecho durante toda la historia democrátic­a y lo seguiremos haciendo, porque reivindica­r la igualdad entre hombres y mujeres no es solo una cuestión de justicia con las mujeres, sino también por la construcci­ón de una sociedad más justa y democrátic­a. ●

Las mujeres hemos estado en primera línea en esta pandemia, tanto en el ámbito privado como en el ámbito público.

Estamos hablando de construir una sociedad más justa, más democrátic­a, más y mejor ciudadanía de las mujeres y para eso se requiere un trabajo transversa­l.

La autora es parlamenta­ria foral y secretaria de Igualdad en el PSN-PSOE

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