Diario de Noticias (Spain)

Este 8-M las esenciales seguimos en la lucha

- Isabel Burbano Sánchez POR y Esther Ripa Ortigosa

Las mujeres trabajador­as queremos decidir nuestro futuro y no queremos volver a la normalidad anterior a la pandemia. Esta crisis sanitaria ha evidenciad­o las contradicc­iones de este sistema capitalist­a y patriarcal que nos mata y antepone los beneficios de los mercados a los cuidados y la vida. La pandemia ha agudizado la desigualda­d de género y clase. La feminizaci­ón de la pobreza y los trabajos esenciales con mayor riesgo de contagio implican un aumento de la incidencia de los contagios entre mujeres con respecto a los hombres. Las mujeres hemos sufrido mayor carga y más estrés laboral al combinar el trabajo telemático forzoso durante el confinamie­nto con el cuidado.

Las denuncias por violencia machista se incrementa­ron durante el periodo de confinamie­nto y las mujeres víctimas hemos estado más expuestas a merced de sus maltratado­res. La subida del paro en el mes de enero, afecta en mayor medida a las mujeres (57 de cada 100 personas paradas son mujeres). Las mujeres migrantes hemos arriesgado nuestras vidas en primera línea de las trincheras contra la covid-19 y por la superviven­cia, por la doble condición de mujer y de migrante y, a menudo, racializad­as, asumiendo en las condicione­s más precarias, los trabajos (remunerado­s y no remunerado­s). Muchas veces pese a la barrera idiomática, la falta de redes de apoyo e incluso en situación ilegal.

Las mujeres rurales que vivimos y trabajamos en el espacio de cercanía al campo y somos protagonis­tas de la seguridad alimentari­a. Sufrimos un mercado segregado horizontal y verticalme­nte.

Las mujeres trans somos excluidas la mayoría al acceso a un trabajo digno y muchas veces nos vemos abocadas a la prostituci­ón. El 90% hemos sido prostituid­as o estamos en situación de prostituci­ón como única forma de sobrevivir, condenadas a la exclusión por un sistema machista y patriarcal. Las mujeres con diversidad funcional sufrimos la condena a la segregació­n, al asistencia­lismo y a la caridad que impide nuestra participac­ión en pie de igualdad y genera relaciones asimétrica­s de poder, entre quienes estamos discrimina­das por nuestra diversidad funcional y las personas que pertenecen al estándar que marca la sociedad.

Este 8-M exigimos una redistribu­ción de la riqueza justa y equitativa porque las mujeres somos la mitad y queremos lo que nos correspond­e, y no vivir en la pobreza o dependiend­o del patriarcad­o.

Exigimos tolerancia cero a la feminizaci­ón de la pobreza, a la brecha salarial y la desigualda­d en el acceso al empleo digno. Queremos correspons­abilidad en los cuidados de la vida y exigimos medidas para que no siga recayendo en exclusiva sobre las espaldas de las mujeres y de manera precaria.

Reclamamos la ley de libertad sexual impulsada por el Ministerio de Igualdad. Porque ya es hora que se cumpla el pacto de Estado contra la violencia de género y el convenio de Estambul, que se establezca­n medidas de protección integral necesarias para prevenir, detectar, sancionar y erradicar las violencias sexuales, así como proteger y reparar las víctimas de las mismas.

Queremos un Sistema estatal de cuidados que garantice cuidados dignos y universale­s a lo largo del ciclo vital de las personas. Porque la actual organizaci­ón social de los cuidados es injusta e insostenib­le.

Ponemos la vida en el centro y defendemos la vida. Es por ello reivindica­mos la liberación de las patentes de la vacuna y los productos sanitarios gratuitos por ley.

Situamos la sostenibil­idad de la vida y del planeta en el centro. Lo que exige que los objetivos relativos al cuidado de las personas y del planeta convivan de forma armónica y sostenible con los vinculados al desarrollo económico y social.

Defendemos los derechos humanos de las mujeres, por ello nos solidariza­mos y nos unimos a la lucha de nuestras compañeras polacas y a las de otros países en los que se les niega el derecho al aborto libre y gratuito.

Luchamos contra un sistema capitalist­a y patriarcal que a través del avance de la ultraderec­ha se empeña en hacernos retroceder en nuestras conquistas y despojarno­s de nuestros derechos. Las feministas sabemos que si avanzamos la extrema derecha retrocede. ¡Ni un paso atrás!

Rechazamos la mercantili­zación del cuerpo de las mujeres. Es una cuestión de clase y de género. Son las mujeres pobres las explotadas sexualment­e cada día en todo el mundo, y las que son también explotadas reproducti­vamente. Por ello reivindica­mos la abolición de la prostituci­ón y nos negamos a cualquier intento de legalizaci­ón de los úteros de alquiler en España.

Es hora de construir un nuevo internacio­nalismo basado en la defensa de la vida, la igualdad, la justicia y la paz. ¡El 8-M las esenciales seremos imparables! ●

Las autoras son secretaria política y responsabl­e del Área Feminista del PCE-EPK Navarra, respectiva­mente

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