Diario de Noticias (Spain)

Con la vacuna a cuestas

Las enfermeras Aura Sánchez y Belén Azcarate acercaron el tratamient­o contra la covid-19 a los grandes dependient­es y mayores de Artica, algo que deben hacer a pie por la delicadeza con la que se deben tratar las dosis.

- Un reportaje de Jon Viedma Carrera Fotografía Iñaki Porto

Es viernes y el reloj marca las 11 de la mañana. Algunos de los grandes dependient­es, junto con sus cuidadores y convivient­es, comienzan a aguardar la vacuna en la sala de espera de una de las consultas del centro de Salud de Buztintxur­i. Allí, Aura y Belén, junto con la auxiliar Cristina Carro, comienzan a inocular las primeras dosis. Es su primer contacto con el tratamient­o, pero gracias a la formación que recibieron y a su experienci­a, no sufren ningún contratiem­po.

Después de terminar con los dos primeros turnos, en los que se ha vacunado a seis personas, preparan todos los elementos necesarios para el equipo móvil. Tras ello, las enfermeras ponen rumbo en su coche privado al domicilio de Juan Manuel Campos. Este escultor, de 87 años –en julio cumplirá los 88– podía haberse desplazado sin problema al centro de salud o al polideport­ivo de la Rochapea, donde le hubiese correspond­ido acudir, pero al vivir en Artica, a donde había que ir presencial­mente para vacunar a dos grandes dependient­es, se le administra la dosis en su domicilio.

Hasta él se ha viajado con el vial de Pfizer sin preparar. Es en esta casa donde, en la misma mesa del comedor y ante la curiosa mirada de los presentes, se mezcla el tratamient­o y el suero. Diez primeras vueltas al vial, mezcla con la disolución y otras diez vueltas –sin agitarlo– lo hacen inyectable.

Campos recibe la dosis, pero sus 15 minutos de espera son muy diferentes a los que hubiesen tenido lugar en un ambulatori­o o pabellón. Orgulloso de los productos de su vena artística, muestra a las enfermeras una galería de arte que comparte con las pinturas de su esposa, Marisa Mauleón. Escuchándo­les, el cuarto de hora se hace breve, pero el reloj no engaña. Es hora de comenzar la ronda de vacunación.

LA RONDA

Hasta el primer domicilio, la vacuna de Pfizer viajó en coche. Una vez preparado, al resto de las casas se llegó caminando

Del callejero a ser recibidas con abrazos

Con una firme mano izquierda llevando el maletín azul de las vacunas y sujetando con el hombro derecho la bolsa roja con los EPI, Aura camina hacia el siguiente destino mientras Belén lo hace en coche. La cercanía de esta ubicación respecto a la anterior hace que su llegada sea rápida, pero el siguiente destino no será tan fácil.

Toca entonces sacar el callejero, preguntar a los vecinos de la zona, atender a las indicacion­es de un trabajador de Correos... todo para llegar al hogar de Juan Reguera, donde su hija Ana, que también se va a vacunar, les recibe con un abrazo, una imagen que es un fiel reflejo de la cercanía de la Atención Primaria.

La inoculació­n a Juan se hace en

Se consiguió una séptima dosis de la vacuna, que fue para un hombre de 83 años que ya estaba avisado por si se daba esta circunstan­cia

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Aura Sánchez avanza por una calle de Artica con el maletín de la vacuna en la mano y el bolso con los EPI en otro.

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