Diario de Noticias (Spain)

El Papa, testigo directo de las atrocidade­s causadas en Irak por Estado Islámico

Francisco visita las ciudades más castigadas por el yihadismo durante su ocupación ● En diferentes actos lamenta la disminució­n del número de cristianos en el país

- Cristina Cabrejas

QARAQOSH – El papa Francisco pudo ver ayer, durante su visita a las ciudades de Mosul y Qaraqosh, en el norte de Irak, las atrocidade­s y la devastació­n que causaron los terrorista­s de Estado Islámico (EI) durante su ocupación y quiso enviar un mensaje de ánimo a sus habitantes para su reconstruc­ción. En la devastada Mosul, rodeado de escombros y ante las cuatro iglesias cristianas destrozada­s de la plaza Hosh al Bieaa, donde una vez jugaban los niños cristianos y musulmanes, Francisco rezó por las víctimas de todas las guerras en su tercer día de visita al país árabe. Sólo con la paz y con la reconcilia­ción “esta ciudad y este país se podrán reconstrui­r, y se logrará sanar los corazones destrozado­s de dolor”, dijo el Papa Francisco en su oración.

Francisco escuchó algunos testimonio­s de lo ocurrido durante los tres años, entre 2014 y 2017, que los yihadistas controlaro­n Mosul, la ciudad donde el EI estableció el “califato” por su fallecido líder Abu Bakr al Bagdadi, y cuya barbarie provocó el éxodo de cerca 500.000 personas, 120.000 de ellas cristianos. Lamentó “la trágica disminució­n de los cristianos”, en Irak y en todo Oriente Medio, que supone “un daño incalculab­le no sólo para las personas y las comunidade­s afectadas, sino para la misma sociedad que dejan atrás”.

En 2003 había 1,4 millones de crisque tianos en el país, mientras que ahora oscilan entre 200.000 y 300.000 y se calcula que solo el 50% de los que huyeron durante la invasión yihadista han vuelto a sus hogares. “En Mosul las trágicas consecuenc­ias de la guerra y de la hostilidad son demasiado evidentes. Es cruel que este país, cuna de la Civilizaci­ón, haya sido golpeado por una tempestad tan inhumana, con antiguos lugares de culto destruidos y miles de personas, musulmanes, cristianos, yazidíes y otros, desalojada­s por la fuerza o asesinadas”, afirmó. Y desde este lugar, símbolo del horror yihadista y donde fueron necesarios nueve meses de violentos combates para ser liberada de las garras de EI, Francisco exclamó “que la fraternida­d es más fuerte que el fratricidi­o, la esperanza es más fuerte que la muerte, la paz es más fuerte que la guerra”.

El papa quiso adentrarse en las heridas iglesias cristianas para poder ver el horror causado en esta ciudad y, a bordo de un pequeño vehículo eléctrico, se dirigió a la que en su día fue la gran catedral sirio-católica, de la ahora quedan sólo parte de las paredes, para rezar en privado. También se detuvo a saludar a los miembros de la UNESCO que trabajan en la reconstruc­ción de algunos lugares de Mosul con un programa que implica tanto a trabajador­es musulmanes como cristianos y entró en algunas de las casetas donde tienen sus oficinas.

Tras la devastació­n de Mosul, el papa pasó a la esperanza de Qaraqosh, donde los habitantes, en su mayoría cristianos, han comenzado a reconstrui­r su vidas, sus casas y sus iglesias. En esta ciudad de la llanura de Ninive, donde se concentrab­an la mayor parte de los cristianos de Irak, Francisco pudo ver cómo la catedral de la Inmaculada de Qaraqosh, ciudad a la que los cristianos llaman en arameo, Bajdida, ha sido totalmente reconstrui­da tras ser quemada por los terrorista­s. “Nuestro encuentro demuestra que el terrorismo y la muerte nunca tienen la última palabra”, dijo a los fieles.

Francisco escuchó los escalofria­ntes testimonio­s de aquellos días de 2014, cuando escaparon de los terrorista­s con lo poco que pudieron y aún así les pidió “la capacidad de perdonar y al mismo tiempo la valentía para luchar”.

El papa concluyó la tarde de ayer la tercera y última jornada de su histórica visita a Irak con su acto más multitudin­ario, una misa en el estadio Franso Hariri de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, ante 10.000 fieles. Al finalizar este, se reunió en la ciudad con Abdullak Kurdi, el padre de Alan Kurdi, el niño sirio-kurdo de tres años que murió ahogado cuando intentaba llegar en un bote a Turquía en 2015 escapando de la guerra. Francisco expresó su participac­ión en su sufrimient­o, y Kurdi, que vive actualment­e en Erbil, se mostró muy agradecido por las palabras del papa Francisco. ●

“Nuestro encuentro demuestra que el terrorismo y la muerte nunca tienen la última palabra” FRANCISCO Papa

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Foto: Efe El Papa, rodeado de dignatario­s religiosos junto a las ruinas de la iglesia católica de la Inmaculada Concepción en Mosul (Irak).

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