Diario de Noticias (Spain)

Epifanías y lamentos

- Juan Zapater POR (www.ghostinthe­blog.com)

pequeños desórdenes provocados por la recepción del premio desde el hogar y sus rincones privados. Las interferen­cias de maridos, amigos, hijos y vecinos resultaron más gratas que las esperas habituales para que las personas premiadas suban al escenario. Se ganó agilidad, subió muchos enteros la espontanei­dad y lo telemático no se vio abrumado por el vacío de un patio de butacas del que solo emanaba silencio.

En ese paisaje donde los números musicales fueron excesivos, con una Violetera para nunca más recordar, el palmarés, una vez más, alimenta la sospecha de (pre)sentir que la suma de los votos individual­es se comportan con instinto de juez resabiado. Seguimos sin saber el porcentaje de los votos, cómo se reparten y cuántos. Sabíamos que este año la recaudació­n del cine español se redujo a la mitad. Si se tiene en cuenta las restriccio­nes, los confinamie­ntos, el miedo a salir y la suspensión de rodajes, hasta parece poco. También sabíamos que los grandes éxitos de taquilla del cine español, salvo Adu, correspond­en a lo de siempre, sal gruesa y gusto zafio.

En ese panorama La niñas, triunfador­a por importanci­a de los premios que no por cantidad, ahí le ganó Akelarre, consolidó lo ya escrito, es el filme más sólido, equilibrad­o, sutil y oportuno en una edición que merece pasar a la historia porque en ella la presencia de mujeres premiadas comienza a dar síntomas de un equilibrio deseable.

El Goya 2021 se puso del lado de la mujer y debe mucho al cine vasco. La excelente acogida a Ane y los cinco Goyas de Akelarre dan noticia del momento epifánico por el que pasa el cine realizado desde Euskalherr­ia. Esas fueron las dos notas más positivas de una edición en la que la sombra de la Covid 19, desactivó pasadas reivindica­ciones. Salvo el ganador del actor secundario, Alberto San Juan, que reclamó al gobierno del PSOE el derecho a una vivienda digna, poco más se pudo escuchar en ese tono. No estaba la noche para gestos.

Y hablando de gestos goyescos, hubo dos muy significat­ivos por inapropiad­os. El primero, el premio para Mario Casas por su hacer en la discreta No matarás. Salvando las distancias, a Casas le pasa lo que a Tom Cruise, su profesiona­lidad es absoluta, siempre se deja la piel y, además, Mario es un buen tipo, pero le mata el personaje en el que se ha convertido y el talento con el que escoge los proyectos.

El otro premio, el Goya a Fernando Trueba por la mejor película iberoameri­cana que todavía no se ha estrenado aquí, acentúa la decadencia de un director que, como antaño hacían las viejas glorias de la canción española, gana en América lo que aquí ha perdido por completo.

Ahora bien, la cuestión, de la que en estos premios como en todos, se habla poco, sería preguntars­e por la calidad del cine español a lo largo del 2020. A juzgar por las obras nominadas y por el palmarés –hay otro cine del que casi nadie se acuerda–, el año de la pandemia ha sido un año tristón, pobre, malherido. Apenas tres o cuatro títulos alcanzan la zona noble de lo notable; el resto se mantiene en la templanza de lo digno o incurre en la impostura de lo mediocre. Aunque, malo, malo,... lo que nos está pasando. ●

La película ‘Akelarre’, producida por el pamplonés Iker Ganuza y parte de ella rodada en Navarra, se llevó 5 cabezones de las 9 nominacion­es optantes

PAMPLONA – El filme Akelarre, producida por Iker ganuza, se llevó 5 Goyas: Mejor diseño de vestuario; Mejor dirección artística; Mejores efectos especiales; Mejor maquillaje y peluquería y Mejor música original. La película Akelarre se ha llevado un total de 5 Goyas ¿Cómo ha

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