Los primeros y sólidos pasos
EUSKADIKO ORKESTRA
Intérpretes: Birgit Kolar, violín. Dirección: Hans Graf. Programa: Concierto numero 1 para violín y orquesta, Op. Posth. de Bela Bartok. Sinfonía número 1 de Félix Mendelssohn. Porgramación: Ciclo de la orquesta. Lugar: Sala principal del Baluarte. Fecha: 4 de mayo de 2021. sitores del gran repertorio, Mendelssohn y Bartok, pero para mostrarnos, esta vez, no las obras más habituales, sino un par de ejemplos primerizos –sobre todo en Bartock–, que, sin embargo, muestran toda su hermosura, aun sin estar ceñidas de una envoltura totalmente bartockiana o mendelssohniana. El concierto para violín y orquesta de Bela Bartock, independientemente de que el compositor lo rechazara por motivos de desengaños amorosos, es muy atractivo –lo utilizó para otras obras– desde su amplio y enroscado romanticismo y tramos modernos –esos matices pianísimo en los agudos, y contraste del allegro–, ya del gran compositor. Es un concierto en el que el violín reina en solitario, sin mayores entrometimientos de volumen de la orquesta. Así que la violinista Birgit Kolar se explica con tranquilidad, profundidad, fraseo largo y sosiego, en el andante sostenuto; desde su sonoridad, va incorporando a los profesores de la orquesta; y es ésta la que se adapta muy bien a la atmósfera propuesta por la solista. Detalles en la cuerda grave, en solitario; y un acompañamiento siempre muy comedido; abriendo, solo, en los finales. El fraseo de Birgit Kolar, que se recrea, sin exagerar, en ese romanticismo –al fin y al cabo, hay detrás un sentimiento amoroso–, se excita en el allegro, incluyendo esos leves apuntes folclóricos; y ese contraste entre lo moroso y lo alegre del amor, está bien hecho, sin el nerviosismo de tener que demostrar virtuosismo; muy musical, oyéndose todo. Y el violín triunfa por su intimidad, su canto, sus intenciones. A mí me gusta este concierto, aunque no tenga fama; y agradezco a la orquesta –una vez más– su programación.
La primera sinfonía de Mendelssohn, es un torbellino de adolescencia; independientemente de que el joven compositor ya había firmado muchas obras. Hans Graf insiste en ese empuje arrebatador de un primer movimiento que quiere comerse el mundo, con la seguridad, ya, del Mendelssohn que aportará nueva luminosidad al sinfonismo. El comienzo me pareció excesivamente abierto en el sonido orquestal, pero luego concluyo que ese brillo un poco chillón, sin recoger demasiado el arco, le va al empuje juvenil. Y esto en todos los movimientos, excepto el pasaje lento, bien retenido en una serena lentitud y en matiz “piano”, que hace que se luzca la sección de cuerdas, con su siempre balsámica belleza, en estos registros. La sinfonía fluye optimista. Con detalles de calida como la preciosa entrada del clarinete en el mismo tenor que el pizzicato, sin perturbar esa sutil penumbra y aportando extraordinaria delicadeza.
Para algunos no fue una velada de música muy espectacular. A mi juicio, muy interesante para el conocimiento de obras poco programadas, y, además, con más enjundia de la que se las atribuye. ●