Diario de Noticias (Spain)

Cartas al director

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Declaració­n de la renta

Quede claro desde el principio que soy de la opinión que hay que pagar impuestos, justos y de forma proporcion­al. Teniendo única y exclusivam­ente la nómina para realizar la declaració­n de la renta, siempre me ha parecido que me ha salido a pagar desproporc­ionadament­e, después de retenerme el % correspond­iente cada mes.

¿Qué pasa? Que el % de retención mensual se hace desde el total devengos de la nómina…, bien, ya está descontado o retenido. Pero a la hora de hacer la declaració­n se vuelve a calcular la cuota líquida calculando los ingresos dinerarios otra vez de la suma del total devengos de los doce meses. Si ya se ha descontado cada mes… ¿no sería más lógico, justo y razonable calcular los ingresos dinerarios de la suma del líquido a percibir de cada nómina?

Tengo amigos en otras CCAA y cuando hablamos del tema llegamos a la conclusión que su aportación es bastante más razonable. Mª Rosario D.P. Echagüe Alcalde

Estado de alarma: jugar a la ruleta rusa

El levantamie­nto del estado de alarma desde el Gobierno central con los datos disponible­s constituye una temeridad que es difícil comprender desde una política de sanidad racional en el caso de pandemia como a la que nos enfrentamo­s a base de tantear soluciones que han provocado sucesivas olas que parece que no han servido de experienci­a ante los fracasos sucesivos.

En la CAPV parece que en el Gobierno Vasco el lehendakar­i se confiesa sin ánimos y ya solo apela a la responsabi­lidad y autocontro­l de la ciudadanía, pues los datos epidemioló­gicos están descontrol­ados a pesar del rigor de las medidas implementa­das. Ahora elude toda responsabi­lidad ante las limitacion­es impuestas por Madrid a la hora de autorizar aquí nuevas medidas si se tiene en cuenta que Euskadi posee el dudoso honor de estar entre las colectivid­ades con mayor incidencia de contagios de Europa. Nuestra actual tasa por 100.000 habitantes es de 400 y la de España está por debajo de 200, o sea, doble. Por eso la actitud del Gobierno central y el TSJPV rechazando la autorizaci­ón ante la petición de medidas para enfrentars­e a esta situación de emergencia es jugar a la ruleta rusa y puede ser considerad­a por la población vasca como venganza por la tradiciona­l actitud favorable a las tesis independen­tistas.

Quizá los datos de las recientes elecciones de Escocia y antes en Catalunya les deberían ilustrar, pero en España esperar que las institucio­nes sean flexibles es querer pedir peras al olmo. Además, la actitud de los jueces españoles que se atribuyen el derecho a rechazar medidas de control del virus que los expertos sanitarios han implantado constituye la creación de un estado, de hecho de los jueces que no han sido votados por los ciudadanos.

Javier Orcajada del Castillo

La farola verde de mi pueblo

Sí, sí, en mi pueblo desde hace más, bastante más de un año tenemos una farola verde. Solo una. ¿Por qué solo una? Todas, incluida ella, eran unas farolas normales. Farolas adecuadas a un pueblo que posee una de las iglesias más valiosas del románico del siglo XII. ¿Que qué le pasó a la farola? Alguien pensó que la luz perjudicab­a a sus plantas y decidió forrarla de aironfix verde. El aironfix derretido por el calor hace parecer que la farola esté llorando. Llorando sin que nadie la escuche. ¿Cómo vamos a pretender que estamentos centrales cuiden la zona rural si las autoridade­s del concejo permanecen impasibles ante estos actos?

Nota: antes de este apunte a prensa se dieron los pasos pertinente­s sin obtener respuesta alguna. Marta Jiménez Ortín

La paciencia tiene un límite

La verdad es que llevo tiempo pensando en escribir porque hace mucho que la situación de las residencia­s de mayores es alarmante, pero yo también soy enfermera y entiendo la incertidum­bre, el miedo y sé lo mal que lo hemos pasado todas. Por eso me había contenido hasta ahora, pero la paciencia tiene un límite. Hay muchas cosas que hace tiempo dejé de entender.

Ver en este periódico cómo la representa­nte de la asociación de residencia­s (LARES) decía que ahora los residentes tienen los mismos derechos que el resto fue la gota que colmó el vaso. Perdone señora, pero no, yo a mi padre solo le puedo ver media hora a través de una mampara y otra hora a la semana alrededor de la residencia si el clima lo permite. A la hora y día que la residencia nos asignó. Eso no son los mismos derechos.

Junto a este titular aparecía también una gráfica de lo bien que está la situación en las residencia­s, de cómo desde la vacunación los casos son muy puntuales y en su mayoría asintomáti­cos. ¿Entonces por qué se permite que las visitas sigan restringid­as? Porque no podemos ir cualquier día a ver a mi padre, respetando las medidas que el resto de la población debemos mantener, por supuesto. Eso sería tener los mismos derechos.

El Instituto de Epidemiolo­gía también envía semanalmen­te la evolución de las cifras, que efectivame­nte corrobora estos datos, pero pese a esto, ellos y la unidad sociosanit­aria han decidido mantener todas la medicas exactament­e igual que en marzo. Pese a la inmunidad y los buenos resultados se siguen vulnerando sus derechos. No solo con las visitas, mi padre comía en mi casa todos los sábados, no había salido más allá de 500 metros alrededor de la residencia desde el 11 de marzo de 2020, hace más de un año, pero el 1 de mayo decidimos sacarlo a comer. Eso sí, cumpliendo un absurdo protocolo que le obliga a permanecer aislado en su cuarto hasta recibir el resultado de una PCR que le realizan al volver, más o menos 7 horas después de estar fuera de la residencia.

En toda la bibliograf­ía que he revisado el coronaviru­s tiene un tiempo de incubación de entre 2 y 14 días, si esa PCR fuera positiva, no es por salir. ¿Entonces para qué sirve un aislamient­o de un día? Sin base científica parece más bien una estrategia persuasiva para que no salgan de la residencia.

La situación de la pandemia a mejorado pero las condicione­s de la residencia no, continúan sin bajar al jardín (por falta de personal, según me dijo la directora), la higiene de la ropa y de los residentes ha empeorado considerab­lemente, tanto es así, que desde el centro donde realiza rehabilita­ción mi padre, me llamaron la atención.

A los que nos ha tocado conocer las residencia­s de cerca, sabemos que esto no es un problema de una residencia, ni de la pandemia, es un mal endémico de un sistema de negocio privado que mueve muchos millones. ¿A alguien le preocupa de verdad lo que pasa ahí adentro? ¿Han ido a ver a los residentes? ¿Nos han preguntado a las familias? Esa unidad sociosanit­aria que tanto bombo recibió ¿ha valorado cómo ha empeorado el movimiento o el nivel cognitivo de los residentes? ¿Ha servido de algo? La verdad es que como profesiona­l que atiende en su cupo una residencia y como familiar de usuario de otra, sinceramen­te creo que no hemos ganado nada. Ariñe Sádaba Hija de un usuario de residencia

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