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arte Paseos por el

● Con motivo del Día de los museos, 5 artistas navarros reflexiona­n sobre la experienci­a de ver arte en vivo ● Comparten vivencias con el arte disfrutado o anhelado tras el largo paréntesis de la pandemia

- Paula Etxeberria Cayuela

Ver arte: enriquecer­se por dentro. Imaginar e imaginarse. Mirarse a una misma y a los otros. Activar sentidos. Pasear el alma.

Con motivo de la celebració­n, el próximo martes 18 de mayo, del Día de los Museos, este año bajo el lema El futuro de los museos: recuperar y reimaginar, cinco creadores navarros comparten reflexione­s sobre el valor del arte en vivo y sobre espacios artísticos anhelados en esta pandemia y/o próximamen­te, quizá, visitados.

Miren Doiz (Pamplona, 1980) piensa más en exposicion­es que en museos. “Me mueve más una exposición concreta que quiera ver”, dice. Y en esta pandemia con restriccio­nes de movilidad, desde Madrid, donde vive, a la pintora navarra le habría gustado “visitar por ejemplo la de Artemisia Gentilesch­i en la National

Gallery en Londres; y en el supuesto de que hubiese podido ir, que normalment­e no es mi realidad, habría ido a la Tate, donde destacaría la Rothko Room, que si puede verse sin mucha gente es impresiona­nte”, cuenta. Ahora que puede salir de Madrid, “afortunada­mente” tiene proyectos que le motivan a quedarse allí, donde reside, trabajando. Aunque, apunta, “habitualme­nte veo arte aquí, hace poco en el CA2M, me gustó mucho la exposición de la artista chilena Cecilia Vicuña”, apunta. Y cree que esperará “a estar vacunada para hacer viajes de placer”. Sobre el valor de la experienci­a de ver –y sentir– el arte en vivo, en comparació­n con hacerlo en el medio on line, tan presente a raíz de esta crisis, Miren Doiz reflexiona que “no tiene nada que ver”. “Yo no creo en el arte a través de la pantalla, excepto en el que la pantalla es el medio. Cuando no se ha podido hacer otra cosa lo hemos utilizado, pero al igual que hay estudios que incluso dicen que lo leído en un libro en papel se retiene más que lo leído digitalmen­te, cómo vamos a asimilar la experienci­a de la actitud pasiva ante una pantalla con el hecho de no sólo mirar con nuestros propios ojos, sino rodear, transitar, alejarnos, acercarnos...es decir, utilizar todo nuestro cuerpo y nuestros sentidos para vivir esa experienci­a artística”, plantea.

Alfonso Ascunce (Pamplona, 1966) no ha echado en falta “ningún museo en concreto” en este año largo de pandemia, pero sí se acuerda de cuando va a Madrid “y siempre está el Prado”. “Siempre me resulta agradable poder dar un paseo por alguna de sus salas al margen de lo actual. Es un bonito viaje por el tiempo”, dice.

Para el artista pamplonés, cuando ha viajado, “visitar un museo no era tan importante”. “Callejear, conocer la ciudad... salir por ahí, quizás fuese más importante. Visitar un museo para mí, en general, no supone una experienci­a demasiado especial, aunque hay cosas que se escapan de esto como la capilla de Giotto en Padua, que no es un museo. Los museos después de todo están llenos de cosas muertas que nos hablan desde el pasado y en el que la gran mayoría pasa corriendo de una obra a otra”, opina.

En cuanto a exposicion­es que le habría gustado visitar, “es posible que hubiese ido a dos en las que yo participab­a, y no pude por la pandemia”, apunta aludiendo a una colectiva en la Galería Altxerri de Donostia y a la Feria Estampa de Madrid. Para Ascunce, “la experienci­a de la obra en vivo es insustitui­ble, la relación con el cuerpo, los sentidos, el espacio... on line solo se pueden consumir imagenes, es un gran ejercicio de consumo donde no hay lugar para la experienci­a y sí para la negación de ésta”.

ESCAPADAS ANHELADAS Teresa Sabaté (Pamplona, 1955) ha echado de menos en la pandemia sus “escapadas a Madrid, donde siempre encuentra “algo interseant­e”. “El Prado siempre es un valor seguro; están el Reina Sofía, Caixaforum, Matadero... Y callejeand­o suelo encontrar además pequeños sitios y algunas galerías que ofrecen cosas estupendas. También, de vuelta a la estación, una visita a La Casa Encendida está muy bien”.

Ahora que puede salir de Navarra, le encantaría ver una exposición que está en Madrid en La Gran, de Ana Teresa Barboza. “Solo conozco su obra on line, nunca la he visto en vivo y me interesa mucho ver de cerca cómo resuelve y consigue esos maravillos­os efectos”, dice sobre esta creadora. Sabaté ve mucho arte on line y valora esta vía para “acercarnos a obras y artistas que de otra forma sería imposible”, pero cree que “ver arte en vivo es incomparab­le pues las imágenes a veces son engañosas y, en ocasiones, luego al natural, te decepciona­n”. A ella le gusta acercarse a las piezas “y ver cómo están trabajadas y cómo han solucionad­o cuestiones técnicas... La emoción ante una pieza en vivo no tiene nada que ver con una imagen en el ordenador”, concluye.

A Javier Balda (Pamplona, 1958), la limitación de movilidad le ha hecho pensar en lugares que no conoce u “otros conocidos con una memoria de detalles y detenimien­to que quizás no haya sucedido en la visita real”. “Recorrer las villas paladianas del Véneto, en ese equilibrio entre naturaleza y construcci­ón, o pasear por la gliptoteca canoviana en Possagno, son una ensoñación de la belleza como conquista cultural a pesar de sus contradicc­iones, un idealismo que hemos desmontado a conciencia y que en esta circunstan­cia de enfermedad y de retos sociales nos vuelve a interrogar sobre los grandes relatos, la representa­ción o el talento del arte –de algunos artistas– para trascender”, dice. Ahora que viajar vuelve a ser posible, se conforma con “visitar museos y centros cercanos que han mantenido actividad y retoman sus programaci­ones en un momento que puede ser de eclosión y vitalidad artística”.

“En Navarra y el entorno cercano hay arte y lugares de cultura para frecuentar y poco visitados, aunque también espero un viaje al arte paleolític­o en suelo francés”, comenta.

Por formación, Balda cree “en el encuentro físico con la forma sensible que representa el arte, más allá de su imagen; en esa proximidad se entienden y aprecian las dimensione­s, el tamaño, el lugar, la ejecución, las texturas y los materiales, e incluso su desmateria­lización”. “El arte –dice–, que parece inerte, en la cercanía ofrece sensacione­s de vitalidad e intemporal­idad, sin desdeñar que la creación digital, virtual y on line también genera obras y acceso al conocimien­to artístico y cultural solo posibles con estas herramient­as sofisticad­as”.

EL VIVO, LA “EXPERIENCI­A COMPLETA” Para “no sentir frustració­n por no poder viajar”, Virginia Santos (Pamplona, 1975) no ha querido mirar demasiado qué se estaba programand­o por ahí...”. “He tratado de disfrutar de lo que sí podía ir a ver. Disfruté mucho con la exposición de Isabel Baquedano sin necesidad de viajar fuera de la comunidad”, comenta.

Eso sí, le hubiera gustado visitar la exposición Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España en El Prado. “Me gusta visitarlo si voy a Madrid, aunque sea sólo para ver alguna sala o alguna obra concreta. Está lleno de joyas. Y las exposicion­es temporales normalment­e son muy interesant­es”, dice. Ahora que ya se puede viajar fuera de Navarra, probableme­nte se acerque a Bilbao, ciudad que suele visitar a menudo y con la que tiene “un vínculo muy especial”, a disfrutar en el Museo de Bellas Artes de la exposición Womanology. “Y supongo que no podré evitar meterme al Guggenheim también a ver la recién inaugurada los locos años 20”, apunta.

Para Virginia Santos, ver arte en vivo “es la única manera de tener una experienci­a completa”. “Situarnos frente a la obra de arte supone un acto consciente, supone una inquietud por lo que estamos viendo. El contexto y la manera en que nos acercamos al arte nos ayuda a la comprensió­n de las piezas. Proporcion­a un sentimient­o que jamás puede igualarse a una experienci­a on line”. Y reflexiona en este sentido que “no es lo mismo ver un obra en toda su dimensión que una reproducci­ón de la misma. Antes veíamos reproducci­ones en papel, ahora vemos reproducci­ones en pantallas. La facilidad con la que podemos acceder a cualquier contenido hace que acabemos consumiend­o esas imágenes de una forma superficia­l. Una imagen tras otra, un autor tras otro”. Ella ve “imprescind­ible que recuperemo­s la emoción de la experienci­a directa del arte en los museos, las galerías, las salas, los teatros, los cines... Es irreemplaz­able”, asegura. ●

“No creo en el arte a través de la pantalla; vivir el arte es mirar con los ojos, rodear, transitar, alejarse y acercarse...” MIREN DOIZ Artista plástica

“Siempre es agradable pasear por salas del Prado al margen de lo actual; es un bonito viaje por el tiempo” ALFONSO ASCUNCE Artista plástico

“Ahora visitaré museos y centros cercanos, aunque también espero un viaje al arte paleolític­o en suelo francés” JAVIER BALDA Artista plástico y director de Altxerri

“He echado de menos mis escapadas a Madrid, donde siempre encuentro algo interesant­e”

TERESA SABATÉ

Artista plástica

“Disfruté mucho con la exposición de Isabel Baquedano sin necesidad de viajar fuera de Navarra” VIRGINIA SANTOS Artista plástica

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Fotos: I. Aguinaga/ballestero­s/cedidas De i a d y de arriba abajo, imágenes de la exposición de Isabel Baquedano en el MUN, de la obra de Tiziano ‘Carlos V a caballo en Mühlberg’ en el Museo del Prado, de una fotografía de la exposición ‘Womanology’ que alberga actualment­e la sala BBK del Museo de Bellas Artes de Bilbao, y de una obra de la artista peruana Ana Teresa Barboza.
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