Diario de Noticias (Spain)

Marruecos explota el drama migratorio

La llegada de más de 6.000 personas en solo unas horas a Ceuta tiene el detonante político y chantajist­a de Rabat pero responde a la tragedia crónica de la inmigració­n que sigue llamando a las puertas de Europa

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La llegada masiva a Ceuta de más de 6.000 inmigrante­s procedente­s de Marruecos tiene un detonante de carácter político –lo que es muy grave, dado el drama que supone para estas personas– pero responde a una realidad trágicamen­te crónica. Una vez más, los intereses del reino alauí en sus pretension­es y acciones en el Sáhara han impulsado esta nueva avalancha en el Tarajal. Una actitud chantajist­a e irresponsa­ble, que responde a la tensión que mantiene Rabat con España por la acogida que, por razones humanitari­as, dispensa el Gobierno Sánchez al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, ingresado en un hospital de Logroño aquejado de covid-19. Es la política a la que está acostumbra­do Marruecos. Pero la apertura de sus fronteras y la pasividad de la policía marroquí no explican en su totalidad que en solo unas horas 6.000 personas –algunos menores e incluso bebés– arriesguen su vida y la de los suyos lanzándose al agua para alcanzar territorio español (y por tanto europeo). Y es que el drama de la inmigració­n permanece ahí, silenciado durante meses, intermiten­temente visible en función de los trágicos naufragios con centenares de muertos e incrementa­do por la pandemia, que ha empeorado aún más la depauperac­ión de un continente, África, que con millones de fallecidos, sin apenas medios y sin vacunas, sigue llamando a las puertas de Europa. Entre Marruecos y Canarias primero (con más de veinte mil inmigrante­s, provocando el colapso de los sistemas de acogida de las islas) y ahora entre Marruecos y Ceuta, sobre todo, y Melilla se repite lo que ya sucedió antes entre Libia y Lampedusa y aún antes entre Turquía y Lesbos. Así que el traslado del principal flujo en las rutas migratoria­s del Mediterrán­eo oriental al central y de este al Atlántico es apenas consecuenc­ia, ya advertida hace meses por Frontex, de una realidad a la que la que la Unión Europea parece incapaz de hacer frente. Más allá de la perversa utilizació­n del drama por parte de países como Marruecos que lo permiten o azuzan, sin un cambio de rumbo en las políticas migratoria­s a nivel de toda la Unión y, sobre todo, en las relaciones socioeconó­micas entre Europa y África, la tragedia que conlleva la inmigració­n (ya se han cumplido más de cinco años de la foto del cadáver del niño Aylan) persistirá. ●

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