Seis de uno y media docena de otro
Suceden muchas veces en el fútbol jugadas poco claras, las vemos, las repetimos una y otra vez y no acabamos de definir una opinión. Por supuesto me refiero a cuando intentamos verlas de manera objetiva, sin envolver el cerebro con la bufanda de nuestro equipo porque cuando esto último ocurre todo está claro, aplicamos un reglamento que en su artículo primero dice que los nuestros llevan siempre razón y en el segundo que si tenemos alguna duda aplicaremos el artículo primero y tan contentos. Es bastante común oír, como si fuera algo sorprendente, que muchas veces los árbitros “no se ponen de acuerdo ni entre ellos”, cuando se ve que toman decisiones diferentes ante situaciones parecidas o incluso que en una misma jugada el VAR parece inclinarse por una opinión y el árbitro toma otra. De ahí se deduce, a mi modo de ver de manera equivocada, que la organización arbitral no tiene un criterio definido. Me gustaría hacer dos reflexiones personales y por eso también debatibles:
La primera es que no existen dos jugadas iguales. En cada situación de partido hay tal cúmulo de variables, que incluyen incluso el momento del juego y la “temperatura” emocional en la que discurre, que no es posible afirmar con exactitud que una situación es igual a otra. Por ello decir que lo que sucedió al Quintanilla C.F es lo mismo que le pasó al C.D. Rocoso es necesariamente inexacto.
En segundo lugar me gustaría llevar a tu ánimo, paciente aficionado, que existen situaciones tan “grises” que el árbitro puede decidir la solución A o la solución B sin que ello suponga un error o un acierto, sencillamente se ve obligado a decidir entre dos opciones muy opinables en cuanto a apreciación y toma una sostenible y discutible. Sé que esto se hace difícil de aceptar para los aficionados, entiendo que les gustaría que todo fuera blanco o negro como una marca en los cien metros lisos pero el fútbol no es así y no lo podemos cambiar. Por último quiero afirmar, sin ningún lugar a dudas, que la organización arbitral tiene criterios técnicos claros en lo referente a las Reglas de Juego y su aplicación pero que a veces, cómo no, se producen errores y en otras muchas ocasiones la situación es opinable porque los argumentos que llegan al cerebro del árbitro son “seis de un lado y media docena del otro” y no hay más, con eso, con su criterio y con su mejor voluntad debe tomar una decisión, la suya, porque para eso está en el campo.●
El autor es Responsable de Formación del Comité Navarro de Árbitros de Fútbol