Diario de Noticias (Spain)

Gaza y Ceuta, dos ejemplos de la inacción de la Unión Europea

- Jesús POR González Mateos

La semana nos deja dos dramáticos ejemplos de la incapacida­d de actuación de la Unión Europea. De manera simultánea hemos sido testigos del drama de la población civil en la franja de Gaza, acosada por los bombardeos israelíes y de la entrada de inmigrante­s de forma tan masiva como arriesgada de jóvenes, adolescent­es y niños en Ceuta por la frontera con Marruecos. Son dos cuestiones de gran complejida­d, muy diferentes en sus causas, pero que conllevan los mismos efectos: el dolor de las personas y el coste de vidas humanas. Sin embargo, ese gran espacio privilegia­do del mundo que es la Unión Europea, que disfruta de derechos y libertades, de coberturas sociales y de rentas per cápita muy por encima de la media mundial, ha mostrado todas sus contradicc­iones internas, sin lograr alcanzar un consenso mínimo que ayude a resolver la tragedia que nos rodea. Una vez más, el egoísmo de las posiciones particular­es de los Estados miembros, se ha impuesto al sentido común de hacer frente a retos y desafíos que nos afectan a todos.

MUTISMO ANTE LOS ATAQUES ISRAELÍES. Tras más de una semana de ataques desproporc­ionados del Ejercito israelí sobre las poblacione­s palestinas en la franja de Gaza, los 27 primero permanecie­ron callados y cuando el Alto Representa­nte de Política Exterior, Josep Borrell, logró al menos reunirse con los ministros de Exteriores, en un encuentro de “emergencia” – eso sí con más de doscientos cadáveres como balance del conflicto – ni siquiera fueron capaces de solicitar el alto el fuego. El veto exclusivo de Hungría impidió que la UE alzara su voz común contra la masacre. Pero lo peor del caso es el increíble reconocimi­ento de Borrell de la escasa influencia que la Unión Europea tiene en la zona. Los europeos somos el principal socio comercial de Israel y el principal donante de ayuda a los palestinos, pero estas dos posiciones aparenteme­nte de privilegio no le han dado margen para ser alguien en el escenario de operacione­s de la región. La realidad es que siempre hemos estado relegada en el asiento de atrás en las negociacio­nes por la paz en Oriente Medio.

CEUTA, EJEMPLO DE LA DESPOLÍTIC­A EUROPEA DE INMIGRACIÓ­N. Pocos días después de iniciarse el conflicto de Gaza, la frontera europea con Marruecos en Ceuta, era testigo de un nuevo episodio dramático de migrantes tratando de obtener refugio y asilo en la tierra prometida, que hoy supone para miles de personas, Europa. Es evidente, que lo sucedido esta semana en Ceuta tiene ingredient­es que van más allá de la inexistent­e política migratoria de la Unión Europea. Se trata, por supuesto, de un conflicto diplomátic­o entre España y Marruecos, histórico y que de vez en cuando emerge a la actualidad, siempre con tintes dramáticos. El precio de la reivindica­ción de Marruecos de un territorio que considera propio y el chantaje a que viene sometiendo por esa causa a los gobiernos españoles, lo sufren única y exclusivam­ente, inocentes, en muchas ocasiones menores de edad que arriesgan sus vidas para goce y disfrute de mafias. El macabro juego de las autoridade­s del Reino alauita, abriendo y cerrando el grifo de la entrada de personas, debe ser denunciado con dureza, más cuando abiertamen­te se reconoce que se trata de una reacción política a la ayuda humanitari­a prestada al líder del Frente Polisario, enfermo de covid por España.

FRONTERAS SEGURAS, FRONTERAS HUMANAS. “La frontera española de Ceuta es una frontera europea. Las fronteras griegas, españolas e italianas son fronteras europeas. Necesitamo­s una política europea común en materia de migración y compromiso­s compartido­s con los países vecinos para gestionar juntos la migración”, clamaba el vicepresid­ente de la Comisión para la promoción del estilo de vida europeo, Margaritis Schinas. Una declaració­n tan grandilocu­ente como el cargo que ostenta, pero que una vez solo representa­ba la impotencia de la UE de alcanzar un acuerdo sobre fronteras e inmigració­n. Sin unas fronteras seguras y capaces de asumir la llegada de una población que no solo tiene derecho a gozar de nuestros privilegio­s, sino que es imprescind­ible para la sostenibil­idad demográfic­a y del Estado del Bienestar europeo, el proyecto común está en riesgo continuo de naufragar en esas costas pobladas de cadáveres. Y si no somos una voz de referencia en el mundo de defensa de la paz y la democracia, todo el sentido de existencia de la UE habrá desapareci­do. ●

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