Diario de Noticias (Spain)

La jornada escolar, un problema para los padres

- Juan Pablo Ibáñez POR García

La semana pasada el consejero de Educación del Gobierno de Navarra hizo públicas algunas de las líneas maestras que tenían en mente los responsabl­es del Departamen­to para organizar el próximo curso escolar 2021-2022. De forma muy resumida se vino a trasladar a la opinión pública que el curso escolar comenzaría como se ha desarrolla­do este año, es decir, todos los centros en jornada continua, aunque si durante el curso la situación pandémica lo permite, desde el Departamen­to se podría acordar el retorno inmediato a la situación de normalidad, es decir, la situación de jornada que cada centro tuviese antes del inicio de la pandemia. Las ideas comunicada­s por el consejero de Educación, a mi entender, vienen a trasladar una idea que prácticame­nte todos anhelamos, la vuelta a la normalidad, a la situación anterior a la irrupción del covid-19 en nuestras vidas. En un primer momento esa eventual vuelta a la normalidad me alegró, pero una vez reposada la idea, me di cuenta que una ejecución de una vuelta a la normalidad a mitad de curso podría plantear muchos problemas.

Pensando me di cuenta que cambiar la jornada continua a jornada partida en mitad del curso escolar podría provocar desajustes y problemas de organizaci­ón para muchas familias, ya que lo habitual es que los padres nos organizamo­s en función de horarios de los hijos a los que tenemos que atender. Esto supone de manera directa que intentamos adecuar nuestra labor profesiona­l al tipo de jornada escolar de nuestros hijos. Muchas veces, por no decir la mayoría, esto no es fácil. La manida conciliaci­ón de la vida laboral y familiar es un quebradero de cabeza para los ciudadanos desde hace décadas y la solución a este problema aún no se ha encontrado. Pero esto no es lo único que me vino a la cabeza pensando en un eventual cambio de jornada escolar a mitad de curso. Otro gran problema que se me planteaba era el de las actividade­s extraescol­ares a las que acuden muchos de nuestros hijos. Pensaba en todos esos alumnos que acuden a conservato­rios, escuelas de música, escuelas oficiales de idiomas… en multitud de ocasiones tenemos que optar entre obtener una plaza para un curso en este tipo de centros, a cambio de aceptar uno u otro horario. Si empezamos el curso escolar en jornada continua puede que decidamos matricular a nuestro hijos en música, en un idioma, una actividad deportiva u otra disciplina… y que para ello tengamos que aceptar hacerlo en un horario viable con el escenario de inicio de curso pero si, a mitad del mismo, por regresar a una eventual situación de normalidad podríamos ver cómo nuestros hijos se ven obligados a dejar esas actividade­s, con lo que ello conlleva, y con esto me refiero a dejar un curso a medias, perder las tasas y matrículas abonadas por el mismo, además del trastorno que ello comportarí­a a los niños y a los padres. En definitiva, un desperdici­o de recursos, y en muchas ocasiones de recursos, públicos, que podría evitarse de una manera muy simple. Esta cuestión se la planteé a diferentes amigos y compañeros que tienen hijos en edad escolar, y todos coincidimo­s en lo que lo mejor sería que el curso escolar 2021-2022 se terminase con la misma jornada con la que hubiese comenzado, dado que bastantes alteracion­es hemos sufrido desde el inicio de la pandemia para añadir alguna más.

Por todo ello, y aprovechan­do que soy miembro del grupo covid del centro escolar al que acuden mis hijos, el colegio Calasanz de Pamplona, además de ser representa­nte de padres y madres en el consejo escolar de Infantil y Primaria de este mismo centro, di traslado de mi inquietud a la dirección del centro. Mi sorpresa vino cuando el director me trasladó que el centro no podía decidir a propósito de terminar el curso escolar con la misma jornada con la que se iba a iniciar, ya que no había competenci­a exclusiva por parte del colegio para adoptar tal decisión. Era una cuestión de competenci­a exclusiva del Departamen­to de Educación del Gobierno de Navarra. Tras ello intenté profundiza­r un poco más en el tema, y, efectivame­nte, vi que los reglamento­s que regulan la jornada escolar en Navarra no reflejaban ni preveían este tipo de situacione­s, por lo que me puse en contacto telefónico con la Sección de Ordenación Académica del Departamen­to. Les expuse el problema ante el que nos encontrába­mos, con el fin de que se planteasen la posibilida­d de dictar un reglamento que facultase a los centros escolares para poder terminar el curso escolar con el mismo tipo de jornada con el que se iba a iniciar, siempre con dos ideas maestras, por un lado la de no perjudicar a los alumnos, y por otro lado el de favorecer de la mejor manera la conciliaci­ón laboral y familiar de los padres. En principio, la acogida de la idea por parte del responsabl­e fue buena. Me pidió que le hiciese llegar mi propuesta por escrito a fin de poder darle traslado al consejero de Educación, y que una vez analizada, en las próximas fechas, se pudiese ponderar recogerla en las normas reglamenta­rias que dictaría dicha autoridad educativa. Me puse manos a la obra y le envié a la dirección de correo electrónic­o del Departamen­to que se

me indicó.

Lo cierto es que estoy francament­e contento por la buena acogida que ha tenido la propuesta por parte de los técnicos, personal funcionari­o del Gobierno de Navarra, que me han atendido. Da gusto ver cómo cuando los órganos administra­tivos tienen contacto directo con los administra­dos, y los administra­dos nos dirigimos de forma proactiva a la administra­ción pública haciendo propuestas en defensa de los intereses generales la colaboraci­ón puede funcionar. Ahora solo queda lo más difícil, que se pueda plasmar en una norma, para lo que será imprescind­ible que no haya ningún interés de carácter político que pueda chocar con el interés general de los alumnos y de las familias. Y para que no se malinterpr­ete, cuando hablo de intereses políticos no estoy hablando de los del consejero o del partido/s político que lo haya/n designado, estoy hablando de los intereses particular­es que pueda tener cualquier actor de los que actúan normalment­e en el sector de la educación, cualquiera que pueda ver perjudicad­a su parcela de actuación con este tipo de medidas.

Finalmente, me gustaría agradecer, en cualquier caso, su apoyo a las decenas de familias que me lo están mostrando y agradecien­do la iniciativa y, desde luego, a los funcionari­os con los que he tratado este tema y se han mostrado receptivos a la propuesta. ●

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