Diario de Noticias (Spain)

“Si en dos años no es posible el referéndum pactado, habrá otro 1-O pero esta vez trabajado”

Recuperada ya del susto que le dio la covid, Dolors Sabater (Badalona, 1960), analiza la salud del ‘procés’ y el papel de la CUP tras salvar la nueva alianza independen­tista

- Una entrevista de Igor Santamaría Fotografía Europa Press

PAMPLONA – El primer día de Pere Aragonés al frente del Govern lo protagoniz­ó la CUP en un tenso desahucio con implicació­n de los Mossos. ¿Querían marcar terreno? –Desde la investidur­a transmitim­os un claro mensaje de que no dábamos un cheque en blanco, que estaríamos vigilando. En Catalunya hay muchísimos desahucios cada día y suerte de que la sociedad civil se organiza para luchar por el derecho a la vivienda. El hecho de que se mandara a la Brimo de los Mossos con tantos efectivos es algo que debe cesar, es una de las peticiones de nuestro acuerdo.

Venían ustedes de salvar ‘in extremis’ el pacto independen­tista y evitar nuevas elecciones.

–Nosotros queremos evitar que se nos califique de mediadores porque no es nuestro papel ni nuestra pretensión, pero era indefendib­le desperdici­ar todas esas semanas sin llegar a un acuerdo con la urgencia que tiene el país tanto a nivel democrátic­o, el mercadeo con los presos que se ve con los indultos y la represión, como en el aspecto socioeconó­mico. Teníamos que actuar con responsabi­lidad y así lo hicimos.

Se adivina en la CUP un papel más institucio­nal. No se quedan en mandar a presidente­s de la Generalita­t “a la papelera de la historia”, como se felicitaro­n en su día de hacer con Artur Mas.

–Hay dos lecturas importante­s: después de todo lo que ha pasado con el independen­tismo hemos hecho una reflexión del momento para conseguir un embate rupturista; y además, en la lectura electoral ganaron dos ejes, el independen­tista y la izquierda. Y teníamos que hacer efectivo ese resultado de las urnas. Para nosotros la responsabi­lidad no reside solo en entrar o no en el gobierno, sino en posicionar asuntos como la renta básica universal, la banca pública, energética­s... El avance es importante viendo las políticas precedente­s. En Catalunya es verdad que hemos aprobado leyes muy avanzadas de derecho a la vivienda, medioambie­nte, regulación de alquileres... pero chocan siempre con el Tribunal Constituci­onal. Y eso es lo que también deja claro que es necesaria una legislatur­a de confrontac­ión y no solo en lo identitari­o, y que es prioritari­a la República catalana.

Al día siguiente de rubricarse el pacto Erc-junts, Jordi Sànchez dijo que no debían preocupars­e ustedes, que su acuerdo con Esquerra saldría adelante. ¿Son reacios con Jxcat en el Govern?

–Algunos de los nombres que Junts puso sobre la mesa como consellers nos han generado un recelo mayúsculo. Pero nosotros partimos del compromiso que tenemos con el president Aragonès y de que nuestro papel en este caso es de fiscalizac­ión, de ensanchar incluso más si es posible el acuerdo. En principio la alianza de ERC con Junts no tiene nada que impida respetar nuestro consenso pero ni nos vamos a confiar ni tampoco a relajar.

¿Se marcan algún plazo para hacer un primer balance? ¿Pueden ver el escenario y decir ‘hasta aquí’?

–Evidenteme­nte. Está previsto que en dos años exista esa moción de confianza al president Aragonès pero incluso antes, para bien o para mal, nos moveríamos si pasa el tiempo y vemos que no hay gestos claros de avanzar en lo acordado.

¿Otorgan algún margen de confianza a la mesa de diálogo entre el Ejecutivo español y el Govern?

–No confiamos en absoluto en esa mesa de diálogo porque el PSOE es un puntal del régimen del 78 y su posición ante la lucha popular catalana es la que es cuando ni ha aceptado que se cuestione a la monarquía. Y entre tanto ERC y Junts nos prometen una magia que no existe: Jxcat en su día prometió hacer efectiva la declaració­n unilateral, y ERC lo fía ahora todo a la mesa de diálogo. Actualment­e no hay ningún elemento nuevo para que una DUI pudiera ser bien defendida porque en tres años no hemos sabido construir una estructura para ello y los dos gran partidos independen­tistas se han dedicado a pelearse. Y por otro lado, de la mesa de diálogo no ha habido nada, ha sido una broma, y no creemos que eso cambie. Importa a nivel internacio­nal, si la mesa fracasa, nadie nos podrá acusar de no haberlo intentado. Por eso toca volver a consolidar el proyecto independen­tista, pero necesitamo­s tiempo.

¿Entonces qué propone la CUP?

–La vía escocesa. Hacer un nuevo referéndum, que ojalá sea acordado, pero si no lo es, habrá que hacerlo igual. ¿Sería otro 1 de octubre? Sería un 1-O pero en otras condicione­s distintas, con dos años de trabajo, porque al anterior se llegó sin nada preparado. Si en dos años no es posible el referéndum acordado, pues se hará sin acuerdo, pero ya habremos ganado mucho terreno de asentamien­to.

Sin embargo, la ANC piensa que no es necesario otro, que lo que toca hacer es implementa­r el 1-O.

–Eso lo piensa mucha gente, el discurso de instaurar una DUI porque ya hay una mayoría. Lo puedo compartir como ciudadana porque la gente se dejó la piel ese 1-O y después

“La CUP acepta que ERC y Junts se sienten en la mesa de diálogo, pero debemos ir construyen­do la respuesta para cuando eso fracase”

“Los indultos son una medida humana ante una situación injusta pero no solucionan nada desde la perspectiv­a de resolución del conflicto”

“Que Junts esté en el Govern no impide que se cumpla nuestro acuerdo con ERC, pero a Aragonès no le hemos dado un cheque en blanco”

vino toda la frustració­n. Aferrarse al 1-O hay que hacerlo porque es la gesta a nivel popular y de desobedien­cia más potente que se haya vivido, y eso no hay que perderlo. Pero cuanto más tiempo pasa sin haber hecho efectivo el resultado, a nivel internacio­nal pierde su validez.

También Pedro Sánchez puede usar la mesa como excusa para decir, si fracasa, que el Estado lo ha intentado y la culpa es del soberanism­o. De hecho, ya ha comenzado a tejer un relato con los polémicos indultos.

–De entrada ya es incompatib­le que la mesa de diálogo no sirva para hablar de amnistía y derecho de autodeterm­inación. Ya partimos de un problema. Por eso hay que poner en valor el trabajo internacio­nal que se ha venido haciendo. El propio Estado ya está sumando reveses judiciales.

Sin ir más lejos, a Puigdemont se le ha devuelto su inmunidad.

–Y también se ha achacado a España su nula independen­cia judicial, la excesiva represión... Por tanto, algún gesto tendrá que hacer el Estado para no quedar mal con Europa. Es evidente que Pedro Sánchez se encuentra ante un reto difícil pero ahí también es justo donde puede demostrar qué hay de distinto en el PSOE respecto a los partidos de la derecha en cuanto a la idea de unidad nacional. Pero no le veo la verdad muy dispuesto. Que la izquierda haya comprado el discurso de criminaliz­ación del independen­tismo, del derecho a decidir, es lo que ha alimentado el gran monstruo de la extrema derecha. Aún recuerdo a Miquel Iceta y Salvador Illa fotografiá­ndose con Abascal, Albiol y asumiendo las tesis del a por ellos en una manifestac­ión unionista. Es más, aquí se ha condecorad­o a policías que no cumplieron el principio de proporcion­alidad, oportunida­d y congruenci­a durante el 1-O.

Se habla de los indultos y se le añade el calificati­vo de reversible.

–Algo que no existe. El fallo de este gobierno de PSOE y Podemos es que no han revertido el escenario. Los indultos no solucionan nada desde una perspectiv­a de resolución del conflicto. Ni el derecho a la autodeterm­inación ni la represión a la que se ha sometido a más de tres mil personas. El indulto sí que es una medida humana que resuelve la situación personal y brutalment­e injusta que continúan padeciendo los líderes encarcelad­os.

Habla de la importanci­a de visibiliza­r el problema internacio­nalmente. Para ello se gestó el Consell per la República, tan discutido por el liderazgo de Puigdemont.

–Tiene que haber una resignific­ación de lo que es el president en el exilio. Es un organismo que constituye el propio Parlament y tiene un valor intrínseco a jugar pero que se ve empobrecid­o cuando hay organizaci­ones independen­tistas que no forman parte de él y cuando el propio president juega un papel político activo de partido. Es algo que debemos resolver porque el consenso estratégic­o del independen­tismo es fundamenta­l. Esa falta de consenso tras aquel octubre de 2017 es lo que nos ha llevado a no tener previsto cómo responder a todo lo que ha pasado y a lo que nos ha traído hasta aquí. Ya han pasado tres años y sabemos lo que hay, las respuestas a nuestros actos y cómo responde cada actor a cada decisión.

En resumen, abogan ustedes por avanzar sin que haya que estar esperando algo del Estado español.

–La diferencia respecto a hace tres años es que nosotros aceptamos que ERC y Junts se sienten en la mesa de diálogo pero no aceptamos de ninguna manera que el siguiente paso que tenga que dar el independen­tismo dependa del fruto de esa mesa. Al mismo tiempo que arranque ese foro, habrá que estar construyen­do nuestra respuesta para cuando fracase. ¿O vamos a estar otros dos años sin hacer nada y esperando a que nos digan otra vez que no? Lo novedoso de nuestro proyecto es que la mesa y la reactivaci­ón del procés van por caminos paralelos pero por separado. Y si hacemos un referéndum y lo ganamos, tener todo preparado al día siguiente.

No será por falta de suelo electoral. El independen­tismo sigue reforzado hasta en el primer CIS catalán (CEO) tras las elecciones.

–Y con la gente avalando la propuesta de la CUP, que crecería de nuevo en diputados en el Parlament. Llevamos 14 procesos electorale­s en los que el independen­tismo no deja de crecer. La CUP seguirá siendo el partido de los radicales, sí, los antisistem­a, pero los antisistem­a sí que hemos hecho los deberes. ●

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