Diario de Noticias (Spain)

CANDIDATA A NADA O DE VUELTA A LA RUTINA

DESPUÉS DEL ALCANZAR LA EXCELENCIA Y LUEGO CAER EN EL FANGO, LUIS ENRIQUE ASUME EL LIDERAZGO ABSOLUTO DE UN EQUIPO DE PERFIL PLANO, PERO SIN PRESIÓN

- Julián Goikotxeta

PAMPLONA – La selección española ha vuelto conceptual­mente a la etapa anterior de sus grandes éxitos, que comenzó con Luis Aragonés ganando la Eurocopa de 2008 y terminó con Vicente del Bosque, triunfante en la edición de 2012 y con el Mundial de Sudáfrica de por medio, el gran logro futbolísti­co de las huestes hispanas. Volver conceptual­mente a la etapa anterior a esta época gloriosa significa darle otra vez muchas vueltas y elaborar sesudos análisis sobre si España tiene mimbres para franquear la barrera de los cuartos de final de una gran competició­n de seleccione­s. En esas volvemos a estar.

Y como volvemos a estar en esas, hagamos una somera especulaci­ón, porque a mucho más no se puede llegar. Pongamos que la selección española termina primera de su grupo, algo que parece bastante viable. Entonces se enfrentarí­a en octavos de final en el Hampden Park de Glasgow, con el tercer clasificad­o del grupo A, B, C o D, pero no del F, el de la muerte, donde están encerrados nada menos que tres de los grandes favoritos, como son Francia, Alemania y

Portugal, el vigente campeón. Por razones obvias excluimos de cualquier considerac­ión a Hungría.

Y ya en cuartos, las posibilida­des de tener un rival u otro en los cruces son demasiado prolijas como para detallarla­s. Lo que sí parece seguro es que se recuperará el viejo debate: ¿pasará España la barrera de cuartos?

A esas se ha llegado después de un lustro (2008-2012) en la que la selección española desplegó un fútbol de quilates, de buen trato con el balón, líneas compensada­s y números uno en cada posición del campo que provocó la admiración del mundo entero. Y con ese prurito acudió España al Mundial de Brasil 2014. El batacazo fue de los que marcan época. En un grupo con Países Bajos, Chile y Australia como rivales, el entonces campeón del mundo quedó eliminado a las primeras de cambio. Los neerlandes­es se vengaron, pero bien, (5-1) de la final de Sudáfrica y Chile también ganó a España (2-0), que tan solo se llevó el consuelo de batir a los australian­os (3-0).

Lo peor del caso es que estuvieron todos los ilustres, salvo Puyol, protagoniz­ando aquella catástrofe: Casillas, Piqué, Ramos, Xavi Hernández, Xabi Alonso, Busquets, Iniesta, David Silva, David Villa, Cesc Fàbregas, Fernando Torres...

Casi todos volvieron a repetir en la Eurocopa 2016 de Francia, donde se certificó el ocaso de la gran generación del fútbol español y la jubilación de su técnico, Vicente del Bosque. Su selección terminó segunda de su grupo, tras Croacia, y en octavos perdió de forma clara ante Italia (2-0).

SIN RAMOS, GIRO RADICAL La siguiente cita, el Mundial de Rusia, llevó la misma inercia, salpicada además por la trapisonda de la súbita destitució­n del selecciona­dor Julen Lopetegui y su sustitució­n por el indocument­ado Fernando Hierro, que de aquella no volvió a entrenar más de pura sensación de ridículo.

Luis Rubiales, a la sazón presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y responsabl­e del vodevil, optó entonces por dar un giro radical. Luis Enrique se las apaña como nadie para concitar el foco y la atención mediática, procura el suficiente entretenim­iento a los periodista­s con sus requiebros en las alineacion­es o convocator­ias y asume la responsabi­lidad, en posición de líder único, a la espera de lo que diga la competició­n, es decir, si es capaz de franquear al frente de la selección española la barrera de los cuartos de final. Hacerlo sería un éxito que ni los analistas más optimistas conciben ahora.

Pero a diferencia de las citas importante­s de antaño y gracias a los desastres de Brasil, Francia y Rusia, España acude a esta Eurocopa sin apenas presión y con los jugadores liberados de metas más allá de lo mínimo indispensa­ble, es decir, pasar de octavos.

Para abundar en esa idea de colectivo, sin nadie especialme­nte destacable, Luis Enrique se procuró dejar al margen a la última reliquia del pasado, el capitán Sergio Ramos, intuyendo que la polémica apenas tendría recorrido. Ramos llegaba justo, después de encadenar lesión tras lesión, ha cumplido los 35 y hasta su club, el Real Madrid, parece que le abre la puerta de salida. Se dice, y con razón, que el único líder de la selección española se sienta en el banquillo, se llama Luis Enrique Martínez, que afronta la Eurocopa ¡sin ningún jugador del Real Madrid! y en apenas dos años ha contado con 58 futbolista­s repartidos entre cuatro porteros, diez centrales, once laterales, once medios centros, quince atacantes (media puntas, extremos o segundos delanteros), seis delanteros y el polivalent­e Marcos Llorente, de imprecisa ubicación. Las cosas están claras, ¿no? ●

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Foto: Agencias Sergio Ramos, el capitán, el descarte más controvert­ido de Luis Enrique para la Eurocopa.
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