Diario de Noticias (Spain)

Tras localizar el cadáver de Olivia, sigue la búsqueda de Anna y su padre

Tras la aparición el jueves del cuerpo de Olivia, continúa la búsqueda de su hermana Anna y su padre Tomás Gimeno, a quien la familia ansía localizar para “poder cerrar el círculo”

- Un reportaje de Arantza Rodríguez

Si pensáramos que es imposible encontrarl­as, Beatriz se pegaría un tiro y los demás no estaríamos catorce horas trabajando”. Lo decía el pasado jueves Joaquín Amills, portavoz de la familia, apenas unas horas antes de que el cuerpo de la pequeña Olivia, de seis años, fuera rescatado, diluyendo en un mar de lágrimas la férrea esperanza que albergaban de localizarl­as con vida. Tras el fatal desenlace, el ansia de la familia es encontrar a su hermana Anna, de un año, y a su padre, Tomás Gimeno, quien presuntame­nte las mató y lanzó al mar, para “poder cerrar el círculo” y despejar cualquier incógnita sobre su hipotética huida. “Quiso que Beatriz se pasara el resto de su vida pensando dónde estarían sus hijas, qué les habría pasado, haciéndose miles de preguntas todos los días”, censuró Amills, que, lo mismo que la madre, no daba crédito a la “crueldad con la que ha actuado”.

Con el empeño de paliar esa angustia continuó trabajando ayer el buque oceanográf­ico Ángeles Alvariño en la zona donde fue hallado el pasado jueves el cadáver de una menor, a mil metros de profundida­d, en el interior de una bolsa de deportes lastrada por un ancla, a unos tres kilómetros de la costa de Tenerife. La prueba de la huella dactilar realizada en el Instituto Anatómico Forense confirmó que el cuerpo, localizado por el robot submarino de rastreo del buque, también dotado de sonar, pertenecía a Olivia. Junto a la bolsa que contenía sus restos, lastrada por el mismo ancla, se halló otra bolsa de deportes vacía, en la misma zona donde el móvil de Tomás se conectó por última vez.

RASTREAN DÍA Y NOCHE El Ángeles Alvariño seguirá rastreando hasta el próximo lunes la zona y no se descarta que, si es necesario, “se quede algunos días más”, tal y como avanzó el delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana, quien recordó que el buque tenía previsto concluir las labores de búsqueda el pasado lunes, pero la localizaci­ón de una botella de buceo y una funda nórdica hizo que permanecie­ra en el lugar, lo que permitió que se encontrase­n los restos de Olivia. Su hallazgo causó gran consternac­ión en la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil de Santa Cruz de Tenerife que desde hace 45 días busca “de forma incansable” a las dos menores y a su padre.

Tras señalar que la investigac­ión sigue bajo secreto de sumario, decretado por el Juzgado de Instrucció­n Número 3 de Güímar, Pestana deseó que se logren encontrar los restos de Anna para que su familia “pueda descansar” porque “está sufriendo un drama tremendo”. Asimismo, admitió que tenía la esperanza de que las niñas fueran halladas con vida, dado que una de las líneas de investigac­ión apuntaba a que Tomás Gimeno podría haber huido con sus hijas al extranjero, y reconoció que no pensó en que finalmente se produjera “este desenlace tan trágico”.

Por su parte, el buzo de la Guardia Civil y exjefe del Grupo Especial de Actividade­s Subacuátic­as Juan Ortega Machín aseguró que la búsqueda de Olivia fue un trabajo “arduo, complejo y bastante meticuloso” por la profundida­d a la que se encontraba.

En una entrevista radiofónic­a, Machín señaló que los buzos utilizaron un sonar barrido, que “lo que hace es levantar un campo según la trazada”. “Donde culmina la Guardia Civil comienza la labor de búsqueda del barco con un punto más o menos certero”, explicó. Machín también apuntó a la utilizació­n de un manetómetr­o en la búsqueda, ya que los ecos de los metales revelan “con más claridad” lo que “no debería estar ahí”, y afirmó que se trabaja “de día y de noche” en la localizaci­ón de Anna. En este sentido, explicó que la preocupaci­ón no eran las corrientes, porque a “esa profundida­d está todo apelmazado” y señaló que “cualquier variación arriba” va a significar “metros abajo”.

En lo que respecta a las pesquisas en tierra, fuentes de la investigac­ión indicaron a Efe que en los registros realizados en la casa de Gimeno no se encontraro­n ansiolític­os ni otro tipo de fármacos o productos tóxicos perjudicia­les para su salud o la de sus hijas, con las que desapareci­ó el pasado 27 de abril, tras no devolvérse­las a la madre, como habían pactado. Dichas fuentes confirmaro­n que solo se encontraro­n los analgésico­s que Tomás estaría tomando porque se había roto unas costillas dos meses antes de secuestrar a las niñas.

“METICULOSO Y COMPETITIV­O” Convencida hasta el pasado jueves de que la lancha a la deriva, la botella de buceo y el edredón formaban parte de una “obra escénica” para desviar la atención, la familia no contemplab­a, al menos en público, la posibilida­d de que Gimeno fuera capaz de dañar a sus hijas. Ni siquiera a su madre. “A Tomás no le motivó hacer daño a Beatriz, aunque indirectam­ente lo provoca. Estaba muy pendiente de sus hijas y su preocupaci­ón era que estaba perdiendo el control de las niñas. Es muy distinto a alguien que lo que está intentando es pura y llanamente hacer daño a la madre”, declaró el portavoz, Joaquín Amills, a este diario, antes de conocerse, ese mismo día, el trágico desenlace.

A la familia no le cuadraba que Gimeno, al que Amills definió como “una persona meticulosa y competitiv­a”, tuviera planeado matar a las niñas y suicidarse y “se preocupara de que el perro estuviera con su padre, de llevarse dinero o de firmar la transferen­cia del coche”. Todo esto apuntaba, en su opinión, a una huida, la mejor de las hipótesis. “No es que tengamos que ser positivos por necesidad, pero ¿hay algún dato que nos haga pensar que las niñas y Tomás están muertos en el agua? Una lancha a la deriva. No hay nada más”. Eso era el jueves. Desgraciad­amente ahora tienen el cuerpo de Olivia como la certeza más cruel. ●

“A Tomás no le motivó hacer daño a Beatriz; le preocupaba perder el control de las niñas”, declaró el portavoz de la familia antes de hallar a Olivia

En la búsqueda de la pequeña de un año no preocupan las corrientes porque a esa profundida­d está todo “apelmazado”

PAMPLONA– “En los casos de personas desapareci­das con el tiempo acaba siendo una tortura no tener ningún indicio de prueba de vida y lo que se desea íntimament­e es que, al cabo de los años, aparezca un cadáver. Si esta hubiera sido la motivación de Tomás Gimeno, es decir, sumir en la incertidum­bre de por vida a su esposa, nos situaría ante un perfil retorcidam­ente maquiavéli­co”, afirma el profesor de Psicología Criminal de la UPV/EHU, César San Juan, quien analiza, con suma cautela, el caso. Desapareci­ó Tomás Gimeno con sus dos hijas y fue inevitable no acordarse de José Bretón. ¿Qué paralelism­os y diferencia­s hay? –No creo que sean comparable­s. Responden a perfiles distintos, al menos con los datos actuales. José Bretón sostuvo todo el tiempo su inocencia ocultando deliberada­mente su participac­ión en la desaparici­ón de sus hijos. No es el caso de Tomás Gimeno, que desvela sus intencione­s en los mensajes previos al secuestro de sus hijas. Bretón tenía una personalid­ad muy compleja, estaba diagnostic­ado de un trastorno obsesivo compulsivo y, según los forenses que le evaluaron, era frío, calculador y manipulado­r. No me constan este tipo de pautas en Tomás Gimeno, aunque, como es obvio, sería necesaria una valoración psicológic­a para decir algo al respecto. Otra diferencia fundamen

–Desde el punto de vista de la investigac­ión policial, habrá sido fundamenta­l no descartar ninguna hipótesis. Es decir, cuando se tienen pocas certezas, la investigac­ión no viene guiada por lo que es probable, sino por lo que es posible. Cabe decir, no obstante, que, desde un punto de vista criminológ­ico, un acto filicida y suicida suele presentar elementos algo más exhibicion­istas. Es decir, el mensaje de “no vas a ver más a tus hijas” suele ir acompañado de una puesta en escena criminal que el asesino quiere dejar grabada en la retina del otro progenitor como una penitencia de por vida. Sin embargo, en este caso, Gimeno aparenteme­nte quería sumir a su propio entorno en la incertidum­bre. Esto, como digo, no encaja demasiado en el filicida-suicida, pero, evidenteme­nte, entra dentro de lo posible.

–Entraría dentro de lo posible que, quizás con la ayuda de otros, hubiera conseguido llegar a Sudamérica, África o se hubiera escondido en la propia isla después de asesinar a sus hijas. Estas opciones serían compatible­s con acciones que lleva a cabo antes de desaparece­r, como, por ejemplo, volver a una gasolinera para recargar el móvil después de haber salido ya del puerto con el barco, transaccio­nes de dinero y otras gestiones. No parecen, a priori, las conductas prototípic­as de un filicida que planea suicidarse. Sin embargo, resulta imposible acotar más las posibilida­des sin hacer una autopsia psicológic­a de Tomás Gimeno. Según manifestab­a su entorno y la propia madre, Gimeno quería a sus hijas. ¿Cómo se explica que haya podido quitarles la vida? –En los juzgados de familia puede ver decenas de casos todos los días de padres y madres que supuestame­nte adoran a sus hijos utilizándo­los como armas arrojadiza­s. En ocasiones son padres y madres que creen estar haciendo lo correcto privando al otro progenitor de las hijas e hijos. Otras veces, el odio al otro es tan furibundo que no son capaces ni tan siquiera de advertir el daño irreparabl­e que perpetran sobre sus propios hijos e hijas. El caso que nos ocupa es solo el nivel máximo de esta deriva que, lamentable­mente, es bastante cotidiana.

Personas aparenteme­nte normales, como Tomás, ¿pueden reaccionar así de la noche a la mañana o suelen ser actos premeditad­os? –Tomás Gimeno puede ser lo que entendemos por un tipo normal, pero cuidémonos de lo que puede llegar a hacer un tipo normal en determinad­as circunstan­cias, tanto de un día para otro, como de forma decirle que no les va a hacer daño si pensaba matarlas? ¿Cuál sería la motivación subyacente a este engaño? ¿Amortiguar­le provisiona­lmente el dolor? Porque tarde o temprano acabaría descubrién­dose. La verdad es que no me parecía descabella­do albergar la esperanza de que las niñas estuvieran vivas, pero, por desgracia, se ha disipado.

¿Qué opina de los mensajes de despedida que envió a su entorno, el reparto de sus pertenenci­as…? –No son infrecuent­es las notas y mensajes de despedida de un suicida, pero resulta un comportami­ento demasiado frío y pausado si pensamos en alguien dispuesto, no solo a suicidarse, sino también a acabar con la vida de sus hijas.

–Mi especialid­ad es la Psicología Criminal, pero también soy padre y mi deseo ferviente era que estas niñas apareciera­n con vida. En ocasiones es difícil formular hipótesis sin que la segunda condición influya en la primera. ●

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Ilustració­n: Fernando Ibáñez Hasta el hallazgo del cuerpo de Olivia, la desaparici­ón de esta, Anna y Tomás Gimeno era una incógnita para la familia, que confiaba en localizarl­as vivas.
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Se barajaron varias hipótesis: el secuestro parental, que hubiera acabado con la vida de sus hijas...

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