Diario de Noticias (Spain)

Una mano amiga ante la adversidad

Alcohólico­s Anónimos, con cerca de 300 usuarios en 16 grupos en Navarra, ofrece ayuda durante 24 horas al día mediante atención telefónica y reuniones. Toda la infraestru­ctura se gestiona por los propios usuarios

- Un reportaje de Ainhoa Juanikoren­a Fotografía Iban Aguinaga

Existen algunas enfermedad­es silenciosa­s, anónimas e incluso que en ocasiones generan vergüenza. Una de ellas es el alcoholism­o, difícil de reconocerl­o y a veces compleja de abordarla. A pesar de ello, tiene solución y hay oportunida­d para pedir ayuda. Alcohólico­s Anónimos, que cumple 86 años, nació en 1935 en Estados Unidos. Ahora con representa­ción en todo el mundo, se dedica a ofrecer esa ayuda durante las 24 horas del día. Sobre el perfil del alcohólico destacan que antiguamen­te correspond­ía más a hombres mayores y que en la actualidad se están dando más casos en mujeres y que cada vez son más jóvenes los afectados. Además de ser más jóvenes, en ocasiones cuentan con una adicción a otro tipo de sustancias.

Se trata de una asociación gestionada por y para los usuarios, que una vez consiguen dejar el alcohol continúan dentro para ayudar a cualquiera que lo necesite en el futuro. En Navarra cuenta con unos 250-300 usuarios distribuid­os en 17 grupos de reuniones situados en diferentes municipios de la Comunidad Foral.

El primer paso del proceso de rehabilita­ción pasa por pedir ayuda. Al respecto, desde Alcohólico­s Anónimos de Navarra destacan que sólo actúan cuando se produce esa llamada de auxilio. A partir de ahí, comienza un proceso que dura toda la vida, con un objetivo principal, ser feliz. “Se deja de beber para vivir feliz, no se deja de beber sufriendo. Si no, no merecería la pena”, subrayan. Para ello, además de las reuniones, la asociación cuenta con una serie de herramient­as, que sumado a la fuerza de voluntad, acompañan al usuario durante el proceso de recuperaci­ón. Las dos guías principale­s son Los Doce Pasos y Las Doce Tradicione­s, una especie de instruccio­nes para facilitar el proceso.

PRIMER PASO

La aceptación

El primero de los doce pasos es el más importante para encaminar el proceso de recuperaci­ón es la aceptación.

“Aceptamos que somos enfermos, alcohólico­s, que somos impotentes ante el alcohol y sobre todo, que nuestra vida se ha vuelto ingobernab­le”, aclaran. En esta línea también destacan que “si se acepta la problemáti­ca, no voy a decir la enfermedad porque es más difícil, de que el alcohol me está arruinando la vida, existe una salida”. El resto de los pasos, hablan de hacer “un inventario personal, la existencia de un poder superior, de trabajar los defectos de carácter, nos habla también de pedir perdón y reparar los daños a las personas que hemos hecho daño”, recalcan.

Existe otro paso, que desde la entidad lo destacan también como “muy importante”. En concreto, este último habla de que después de llevar a la práctica el resto, “estamos dispuestos a ayudar al alcohólico que está sufriendo”. La recuperaci­ón es “mantenerse sobrio y estar dispuesto a ayudar a esa persona que pueda tener un problema con el alcohol”, expresan. Todo ello, se realiza desde la voluntarie­dad, es decir, nadie esta obligado a ser usuario de la asociación ni a acudir a las reuniones.

Cuando una persona acude a Alcohólico­s Anónimos no se le hacen preguntas y se le intenta transmitir un ambiente de tranquilid­ad y de confidenci­alidad. “No les preguntamo­s nada. Como mucho, ¿crees que tienes algún problema con el alcohol? y tampoco señalamos a nadie”, reconocen. Lo primero, el usuario les transmite su historia personal, para que se vean identifica­dos con lo que se les está contando. También para que se den cuenta de que “el alcohol desencaden­a los instintos más básicos del ser humano y que cuando dejas de beber te conviertes en una persona normal”.

Cualquier persona que acuda a la asociación debe tener claro que todo lo que se habla allí es confidenci­al. “Lo que se comenta en las reuniones, allí se queda, es confidenci­al y hablamos a corazón abierto”, indican. “No le vamos a preguntar nada sin tener la seguridad que lo que aquí se dice aquí se queda y que nunca se va a hacer público la identidad de nadie”, añaden. Por otro lado, ese mismo anonimato es una forma de actuar, es decir, que “la mano derecha no se entere de lo que hace la izquierda”. Sobre las reuniones y el propio proceso de compartir destacan que es “tan sencillo “que es difícil no querer acudir a las reuniones”. A pesar de ello, subrayan que no existe ninguna obligación de nada y que es cada uno quien se tiene que encontrar a uno mismo y por decisión propia.

Además de la voluntad de cambio y la aceptación, la responsabi­lidad es una virtud imprescind­ible durante el proceso. El alcohólico “tiene que ser responsabl­e de sus decisiones, de lo que hace, ya que somos muy infantiles, personas muy de extremos, muy apasionada­s, muy buenas o muy malas”, explican. A pesar de que cuando bebe hace cosas malas, el alcohólico “es una persona buena, pero hace cosas malas”. Es por ello, que “cuando le quitas el alcohol de la cabeza, es cuando empieza a funcionar”. ●

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La hermandad y la unión, símbolos indispensa­bles de alcohólico­s anónimos.

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