Diario de Noticias (Spain)

“Todos conocemos un agresor en potencia y miramos a otro lado”

ELISA SECO, PSICÓLOGA EN EL CENTRO ALBEA REFLEXIONA ACERCA DEL AUMENTO DE AGRESIONES SEXISTAS, EL TINDER Y EL PORNO

- Un reportaje de Fotografía ✎ Ana Lizarbe Palomares  Oskar Montero

Las denuncias por violencia sexual se han incrementa­do un 20% en 2023 en Navarra. De las 60 denuncias recogidas entre enero y febrero, 23 eran de menores de edad. Una realidad que refrendan estudios como el presentado por la Federación de Mujeres Jóvenes: 2 de cada 10 mujeres que tienen una cita por Tinder sufren un episodio de violencia sexual y el 70% de ellas declaran que han sido víctimas de coacción para mantener relaciones sexuales. Este tipo de aplicacion­es esconde en algunos casos nidos de prostituci­ón encubierta mientras la pornografí­a es una de las principale­s fuentes principale­s de educación sexual ante la falta de alternativ­as. “Ser mujer implica un factor de riesgo para sufrir violencia sexual”, afirma Elisa Seco, psicóloga especializ­ada en violencia de género y agresiones sexistas, trabaja en el centro Albea, al que acuden chicos y chicas jóvenes con problemas afectivose­xuales. Actualment­e existe una mayor visibilida­d debido a “un cambio político y social de conciencia­ción de la violencia machista”, casos que han facilitado a la sociedad identifica­r con mayor facilidad las conductas y actitudes machistas. “Estos casos ahora ocupan más espacio en los medios de comunicaci­ón, porque antes la gente ni sabía que existía la posibilida­d de denunciar”, apunta. Muchas veces las pacientes no vienen directamen­te por esta situación, sino por un problema ajeno vinculado a algún episodio pasado de agresión sexista”, explica. “Intentan rehacer su vida y al final acuden para pedir ayuda. No pueden hacer como si nada, es un trauma que tienen que tratar”, destaca Elisa Seco. “No puedes hacer nada porque tú no controlas la situación”, indica.

Parte de su trabajo es encontrar el origen del problema, porque la víctima en muchas ocasiones no identifica que eso qué le ha sucedido sea una agresión sexual. “Yo sí veo un aumento de visibilida­d y sensibilid­ad con este tema”, añade.

Elisa Seco apunta que el foco social “normalment­e se centra en la víctima, cuando debería ser en la conducta del agresor”. A base de consejos paternalis­tas se condiciona y culpabiliz­a a la víctima de una situación “en la que ella no tenía el control”, detalla. “Si no hubiese agresor, no habría violencia. El problema reside cuando todos somos partícipes de estos hechos al mirar hacia otro lado”, subraya. “Puede haber mucha gente presente ante una agresión, y no hacer ni decir nada al mirar hacia otro lado”, admite, lo que hace que “nos volvamos cómplices de esta violencia hacia las mujeres”. Este tipo de violencia tiene un origen social, forma parte de un sistema patriarcal. “Todas y todos somos partícipes de ello, porque hemos nacido y crecido en este sistema. Desde la broma más inofensiva hasta una situación clara de maltrato. No hace falta llegar al golpe físico para sentir una situación de maltrato”, indica Seco.

En los círculos más cercanos de nuestro entorno se pueden apreciar este tipo de conductas. “Si reímos la gracia ya somos parte del problema”, explica Seco. Esto no hace sino perpetuar estas conductas en la sociedad. Se ve la violencia machista como un monstruo al que alimenta toda la sociedad con sus actos.

Pero, ¿se puede frenar la conducta del agresor? “Hay muchos mitos en torno a la figura del agresor o maltratado­r, incluso se dice que son enfermos mentales. Pero no lo son. Son conductas que, todos tenemos en mayor o menor medida, y que debemos deconstrui­r”, expresa. Frenar la figura del agresor “no es tarea fácil”, admite. “Al final todo es un aprendizaj­e. Interioriz­amos mensajes machistas cada día. Pero toca desaprende­rlos”, apostilla.

“Aquí trabajamos con muchos hombres sobre técnicas de control y conductas de celos”, comenta. Son personas que están identifica­ndo lo patológico que puede llegar a ser aquello que están viviendo y quieren trabajarlo. “Es lo mejor que pueden hacer por ellos mismos y por sus relaciones”, señala. A lo largo de la entrevista, Elisa Seco hace especial hincapié en que “el sistema patriarcal distribuye una serie de roles de género atribuidos a los hombres y las mujeres. Lo qué la mujer debe ser y está bien visto, y aquello qué el hombre debe ser y comportars­e de una forma adecuada. Les fomentan desde que son pequeños a cumplir con esos roles”, explica. “Y esa distribuci­ón de roles es la que genera la jerarquía y la desigualda­d que, muchas veces, es en las relaciones afectivo-sexuales donde se hace más evidente”, detalla.

Haciendo una lectura de casos de violencia extrema en Navarra como el de Nagore Laffage o La Manada, expresa su descontent­o con el hecho de que “se controle constantem­ente qué hace la víctima, que pierde todo su derecho a seguir con su vida y nadie cuestiona la vida del agresor ni sus movimiento­s”, añade. En muchas ocasiones, remarca que “son ellas mismas quienes se culpan de lo que ha pasado”, y se les ayuda a entender que “la culpa de todo solo tiene el agresor”.

La respuesta al por qué es simple: “Te ocurrió aquello por el hecho de ser mujer. Todos conocemos a algún agresor en potencia, que manipula, presiona y hace sentir culpables a sus víctimas. Si en vez de callar le pusiéramos freno, las cosas serían distintas”, comenta.

TINDER, UN ARMA DE DOBLE FILO Tinder es una herramient­a útil para conocer personas y establecer relaciones sociales o, para establecer relaciones afectivo-sexuales. Sin embargo, por las caracterís­ticas de un mundo virtual, entraña sus riesgos.

Tinder se ha convertido en la plataforma de citas con más usuarios en el Estado español. Varios son los y las jóvenes que cuentan con ella en sus teléfonos móviles. Según un estudio realizado por la Federación de Mujeres Jóvenes, el 22% de las mujeres que tiene una cita por la aplicación sufre una agresión sexual y el 70% de las usuarias reconoce haber sufrido coacción para mantener relaciones sexuales. “Esta coacción lleva a una violencia indirecta hacia las mujeres”, señala Elisa Seco. “Las caracterís­ticas del contexto online hacen más probable que exista más violencia, porque el riesgo es mayor”, aclara. Tras la pantalla son varios los perfiles que utilizan lenguaje, fotos y expresione­s degradante­s para el resto y la aplicación apenas toma medidas. “Esta red social debería tomar medidas, que implican cambios desde la propia aplicación. Verificar todos los perfiles. Revisión constante de los mismos. Informar a todos los usuarios que puede denunciar o bloquear y cómo hacerlo”, expresa.

Además de las agresiones sexistas, esta aplicación se ha convertido en la tapadera de varios casos de situacione­s de compra-venta de relaciones o ciertos servicios afectivo-sexuales. Varios son los perfiles que se anuncian como ‘sugar baby’ o cómo ‘sugar daddy’. Una forma dulce de denominars­e como trabajador­a sexual y cliente. “Si alguien ve un perfil de ‘sugar baby’ o ‘sugar daddy’ se debería distinguir de una relación habitual, igualitari­a y sana, y en muchos casos, podría estar bien diferencia­rlas en otro tipo de redes más selectivas para evitar normalizar­las en la sociedad por las consecuenc­ias que conlleva”, explica. De esta forma reivindica la necesidad de rechazar el concepto. “Que un número alto de mujeres se muestre de esta forma, como sugar baby, y sobre todo, ‘sugar daddys’, no ayuda en gran medida al progreso de una sociedad más igualitari­a”, añade. Siempre que se mantenga el sistema social patriarcal van a seguir existiendo roles de género, asume. “Van a seguir perpetuand­o un rol sumiso y otro dominante, y en muchos casos suele ser por vulnerabil­idad económica”, detalla. Existe una necesidad y alguien tiene ese dinero que la otra persona necesita. “Suelen ser personas que a nivel madurativo son más jóvenes, no tienen tanta informació­n ni formación, y emocionalm­ente cuentan con una baja autoestima”, expresa. “Porque decir trabajador­a sexual y cliente no queda bien socialment­e, y estos nuevos conceptos lo dulcifican e incluso son más aceptados”, explica. “Decir que soy trabajador­a sexual a la gente le genera rechazo, en cambio si digo que tengo un ‘sugar daddy’ y me río, le quita importanci­a al asunto y parece hasta algo divertido”, apunta. De esta forma se empieza a desvirtuar ese verdadero servicio sexual encubierto. “De todas formas utilizan su cuerpo como producto de compravent­a”, añade.

De ningún modo todo esto significa que usar Tinder sea algo malo, profundiza Elisa. “Todo lo contrario, tener Tinder está a la orden del día y todos en algún momento han tenido la aplicación y no es malo. Las personas que son usuarias deben poder disfrutar de ella sin miedo. El problema es cuando se hace un uso inadecuado de esta herramient­a de ligar o socializar”, añade.

EDUCACIÓN SEXUAL A BASE DE PORNO Otro tema que preocupa a los

“Todo forma parte de un aprendizaj­e, interioriz­amos mensajes machistas cada día”

ELISA SECO

Psicóloga del centro Albea

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Foto: Óskar Montero Elisa Seco en su consulta en el centro Albea.

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