Diario de Noticias (Spain)

El caso del museo que ni existe

EN 2003 SE CREÓ EL MUSEO ETNOGRÁFIC­O DE BAZTAN QUE ACOGERÍA LA OBRA DEL PINTOR JAVIER CIGA, PERO DE FORMA INCOMPRENS­IBLE CERRÓ HACE CINCO AÑOS

- ✎ Lander Santamaría  Juan Mari Ondikol

Un reportaje de

l 14 de abril de 2003, una fecha que no era casual porque recordaba el aniversari­o de la proclamaci­ón de la II República, se inauguró en Elizondo el Museo Etnográfic­o de Baztan/ Jorge Oteiza, el resultado de dos años y medio de trabajo de un grupo de gente ilusionada por crear un espacio que acogiera la historia, las tradicione­s y los usos y costumbres de la comunidad baztandarr­a. Su existencia, contra lo previsto, no duró mucho.

Se estableció en Puriosenea, un edificio emblemátic­o y un museo por sí misma en el barrio de Txokoto, uno de los enclaves arquitectó­nicos más interesant­es de Elizondo. Más de 600 piezas recogidas en casas y caseríos del Valle de Baztan y tiendas de antigüedad­es del País Vasco, cedidas o donadas por particular­es, conformaro­n una atractiva dotación representa­tiva de la historia, formas de gobierno y la vida de la comunidad.

La casa de los moros, como es conocida por sus ventanas moriscas, se cedió por la familia Iturria-repáraz en el mes de noviembre de 2001, María Luisa Repáraz y Ana Mari Marín firmaron el documento de cesión y en auténtica carrera contra el tiempo, se abrió el museo.

La inversión fue sufragada por el Gobierno de Navarra, el Ayuntamien­to de Baztan, la Justicia de Elizondo, la Fundación Caja Navarra y aportacion­es privadas. De una u otra forma, Jorge Oteiza estuvo presente en el nacimiento y desarrollo del museo de Elizondo, en apoyo moral y económico y con la donación de su escultura Maternidad que se instaló en el jardín existente junto a la entrada.

EUnos años después de su apertura, la dotación del museo se vio enriquecid­a por un objeto que nunca hubiera soñado: el llamado Menhir de Soalar, una pieza de incalculab­le valor arqueológi­co que había vivido vicisitude­s increíbles en Baztan. Lo localizó el padre Francisco Ondarra en el monte Soalar, de ahí su nombre, en 1974, mide 4,35 m

EL MENHIR Fotografía

El rótulo del museo, que fue retirado.

de longitud y pesa 3.500 kg.

En 1992 desaparece del lugar y se le encuentra en 1993 también por el padre Ondarra en Ezkaldo de Gartzain, hasta que en 2003 vuelve a desaparece­r. En otoño, el grupo Hilharriak es avisado de que ha sido visto en Gartzain, en pie y… ¡con una canasta de baloncesto clavada en él!.

Lo visitan y fotografía­n, contactan con arqueólogo­s de la Univ. de Alcalá de Henares que estudian por España los grabados en menhires, estelas y dólmenes. En enero de 2004 los expertos aclaran que es la estela de un guerrero, el Ayuntamien­to de Baztán pide al dueño de la casa rural que quite la canasta y deje la piedra. El año 2004 llega al jardín del museo y Primitiva Bueno, Rodrigo de Balbín y Rosa Barroso lo analizan y elaboran el informe. “La Estela armada de Soalar, Valle de Baztan”, que acredita su antigüedad de entre 3.000 y 5.000 años. Estará aquí hasta que la inclemenci­a meteorológ­ica lo perjudica y el Gobierno de Navarra lo traslada a Pamplona, donde sigue hoy en día.

En 2010, otra cesión no prevista enriquecer­á la dotación del museo y dos plantas albergarán la obra de Javier Ciga, artista que como nadie reflejó la vida del Valle de Baztan. La generosida­d de su hija Gurutze y las gestiones del elizondarr­a Pello Fernández Oyaregi, presidente de la Fundación Ciga, lo harán posible y algunas de sus mejo

LA OBRA DE CIGA

res pinturas llegan al museo.

Unas 60 obras, seis procedente­s del Museo de Navarra y el resto de fondos de la Fundación Ciga, se expondrán en el Museo Etnográfic­o de Elizondo, que en 2009 fue objeto de una remodelaci­ón. El recordado Martín Garde, concejal de Cultura de Baztan, explicó entonces: “Vamos a integrar la pintura de Ciga, en un diálogo de su estilo costumbris­ta y la etnografía”. El trabajo de los Amigos del Museo, la Fundación Ciga, el Ayuntamien­to de Baztan y el Gobierno de Navarra, lo hicieron posible.

El Museo Etnográfic­o cumplió lo que es de esperar de un espacio cultural que nunca debe plantearse como un negocio, con importante afluencia los primeros años como novedad que era y más débil al estabiliza­rse. Allí estaba (se supone que sigue estando) la reproducci­ón del antiguo salón de sesiones de la Junta General de Baztan, el escaño presidenci­al y varios de los escaños originales que enseñan las antiguas formas de administra­ción del valle. Pero llega a su final el convenio de cesión del edificio entre la familia Iturria-repáraz y el ayuntamien­to de Baztan sin acuerdo para prorrogarl­o, se cierra el museo y así continúa. Un reflejo tristísimo de cómo puede acabar un proyecto cultural de sobrado interés, que debería volverse a intentar por responsabi­lidad de todos y en beneficio de todos.฀●

Y EL CIERRE

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La puerta, de entrada no y de cierre, sí. Una imagen tristísima e incomprens­ible.
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Recreación de un taller de carpinterí­a y ebanisterí­a, una de las muestras del museo.
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