Música Pianos bien temperados
ocupa, nos vuelve a sorprender con el piano. No hay teclado que se le resista. Sin abandonar el órgano, en esta ocasión, electrónico. Sorprendente elección, también, para un músico eminentemente historicista. Pero las circunstancias del escenario, y el tipo de concierto, mandan. Marco Mezquida es uno de esos músicos totales, que no conoce fronteras de estilos musicales, mientras éstos se aborden con calidad y coherencia. Gran pianista –además de compositor, arreglista, etc.– va de Bach al Rap con el desparpajo del que tiene calidad para abordarlo todo. Podríamos decir que De la Rubia aporta la gran tradición de la música clásica (en este caso Bach); y que Mezquida, le rompe las costuras al insigne organista, para que vuele con Bach, pero “más allá de Bach”, o “de Bach en adelante”, que creo que eso quiere decir el título de la función: Bach & Forward. En realidad, no se sabe quien aporta más a quién, porque ambos lo sobrevuelan todo, y desde el último concierto que dieron las Hermanas Labéque –(el más popular dúo pianístico que ha habido)– para la Filarmónica (por los noventa, creo recordar), no había visto y oído tanta compenetración entre dos pianistas. Compenetración que confluye no en tranquilas melodías (que también), sino en la complicadísima matemática bachiana. El subtítulo de la propuesta, Improvisaciones, es más discutible. Salvatore Sciarrino, en su visita a los Encuentros del pasado año, prohíbe a sus alumnos la improvisación, es un pecado de juventud que no quiere que vuelva. En este caso, el bagaje de ambos musicazos es tal, que lo de improvisación es más bien variaciones muy libres sobre el Kantor de Sto. Tomás. De entrada hay que decir que las interpretaciones con los dos pianos fueron más protagonistas, su diálogo, impecable; y que el órgano, con buen criterio, se utilizó con moderación y, más bien, para subrayar, con su expresión, el crescendo del piano, o crearle una atmósfera especial: por ejemplo, el órgano en un registro grave sobre el que gotean las teclas agudas del piano: hermoso. Fueron hora y media de inmersión en la música de Bach, desde luego, pero también, en las infinitas posibilidades de adaptación de su música. A todos los estilos.
Imagen de la película.
Inagotable Bach. Y todos hilvanados con inteligencia y naturalidad. El oyente se sorprendía de haber comenzado con el famoso coral de la Pasión San Mateo, y de haber llegado a sonoridades de Widor, por poner un ejemplo organístico. O de citar los Brandenburgo y vernos taconeando ritmos de Ragtime, a lo Gershwin. Hay tramos, también, en los que se “deconstruye”, no muy escandalosamente, al compositor alemán. Y, por otra parte, otros, en los que se respeta la pureza de las variaciones Goldberg, por ejemplo. En estos casos, con ligero rasgueo del arpa del piano, quizás para aportar un lejano sonido a clave. Mezquida se luce en las incursiones al jazz, melódico y grande (a lo Ray Charles), y, al final, también nos sorprende yendo al órgano para abundar en una tocata. Y una curiosidad: la fuga no gana a cuatro manos, curiosamente el prodigio está en que suena igual con dos. Un gozo de concierto. Sin prejuicios. Para disfrutar. De propina: variaciones sobre al cantata 147. No soy muy partidario de propinas. El bloque del concierto ya nos había satisfecho.