Diario de Noticias (Spain)

Música Leiva conquista el Navarra Arena

- Javier Escorzo POR

no gozan de la misma popularida­d. Otro que suele hacerlo es su amigo Fito, pero, por desgracia, no es algo que se estile tanto como debería. En este caso, el grupo que abrió el concierto fue Egon Soda, que llegó a Pamplona en un formato reducido de trío. Como Leiva tiene mucho tirón, cuando los de Barcelona salieron a escena, ya había bastante gente en la pista, que se fue llenando mientras ellos tocaban su parte, en acústico, sentados en taburetes. Capitanead­os por Ricky Falkner, productor de moda del pop nacional (ha trabajado con Love of Lesbian, Quique González, Mikel Erentxun o Iván Ferreiro, entre muchos otros), ofrecieron una somera, pero sabrosa, muestra de su propuesta, con parada y fonda en su último álbum, Bellaurora, publicado en 2022.

Tras el cambio de escenario, un reloj digital proyectado en la parte trasera del escenario hacía presagiar, en modo cuenta atrás, que el espectácul­o de Leiva arrancaría con puntualida­d. Y así fue; a las 21:30 en punto se apagaron las luces del Arena y comenzó la actuación. Con una enorme puesta de sol a sus espaldas, jugando con los contraluce­s, apareciero­n los músicos, como jinetes cabalgando hacia la gloria de las canciones. La alcanzaron con rapidez, ya en el primer corte, Sincericid­io, con sus aires de western crepuscula­r y banda sonora de Ennio Morricone, a la que siguieron Lobos y Lluvia en los zapatos.

En su último álbum (Cuando te muerdes el labio, 2021), el rockero madrileño se abre a nuevas sonoridade­s y muestra su vertiente más atemperada. Con calma sensual llegó Premio de consolació­n, que en el disco canta con Natalia Lacunza, y que no salió al escenario del Arena, ocupándose de su parte Esmeralda Escalante, que estuvo soberbia durante todo el concierto, tanto en las voces como en los coros. Después, un tramo más acelerado con La estación perpetua, escrita cuando el músico cumplió cuarenta años en plena pandemia (“cuarenta en cuarentena”), y Terribleme­nte cruel, que brilló con la luz cegadora de los metales.

Con una gran banda a su lado (además de los ya mencionado­s metales, había dos guitarras, bajo, teclados, percusione­s, batería y coros), se atrevieron con el funky juguetón de Flecha, que dio en la diana y puso a todo el pabellón a bailar. Poco después se quedó solo y pidió dos cosas: silencio y que todo el mundo guardase sus móviles para que él tocase, en acústico, Vis a vis, coescrita por su amigo Kike Babas. El público le concedió a medias sus deseos, pues no se vieron teléfonos durante la interpreta­ción, pero fueron bastantes los que no pudieron reprimir sus gritos, suspiros, ovaciones y aplausos en el que fue, posiblemen­te, el momento más emotivo de la velada. Si alguien quiere conocer mejor la curiosa historia de cómo nació esta canción, que lea el libro de Kike Babas, Trilogía de calle y beso, que ahí se cuenta con todo detalle.

La banda volvió para acometer con fuerza el tramo final de la actuación, que comenzó con La llamada, una canción llena de épica que le reportó un premio Goya en 2018. Después, un recuerdo a los inicios, a los años de Artsaia con Pereza y un par de miradas al retrovisor de su vieja banda que provocaron el delirio: Como lo tienes tú y Estrella polar. No se hicieron de rogar para el bis, que ocupó tres canciones en perfecto crescendo musical y emocional: No te preocupes por mí, Como si fueras a morir mañana y, por último, Lady Madrid, una canción que ha trascendid­o a su autor y pertenece ya al acervo popular.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain