Doce minutos
Sonó a broma. El pasado 19 de abril la Constitución se derogó durante 12 minutos. Como si el territorio se hubiera quedado sin mapa. Daba fe el BOE. Un error informático, dijeron. Pero un amigo que curra allí, me dijo que no, que había sido una rebelión en toda regla de varios artículos de la Carta Magna, hartos de ser usados cual prosa eyaculatoria.
Fue el artículo 1 el que encabezó la sedición. Según éste, nadie le había consultado sobre “la forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria”. Al oír esto, el artículo 56, que se encontraba en Sanxenxo, quiso arrancarse las comillas que lo aprisionaban como un dogma: “El Rey es inviolable”. Acto seguido el artículo 15, que garantiza el “derecho a la vida y a la integridad física y moral”, protestó por su uso irregular y malversación. Sobre todo en la valla de Melilla y algunas comisarias. El artículo 35 tampoco quiso ser menos, pues con 2.862.260 desempleados y una brecha salarial del 12% entre hombres y mujeres, no se puede fardar de que “todos los españoles tienen derecho al trabajo” . Viendo el jolgorio que se estaba organizando, el artículo 47, que últimamente había currado lo suyo, protestó. Vale, dijo, yo garantizo: “el derecho a una vivienda digna y adecuada y regulo el suelo para impedir la especulación”, pero España, o como usted quiera llamarla, tiene uno de los parques de vivienda social más pequeños de Europa. Apenas llega al 2,5% del total, una cuarta parte de la media europea, que es de un 9,3%. Así que, al tajo.
La insurrección afectó también al Amejoramiento del Fuero. Fue el artículo 9.1 de la Ley del Euskera quien protestó tras años de esquizofrenia territorial. Actualícenme, dijo, que funciono como un freno más que como un derecho.
Fueron doce minutos, pero el SAU, el Sindicato de Artículos Ultrajados amenaza con nuevas acciones, legales, por supuesto.●