Diario de Noticias (Spain)

Grande-marlaska frente a un turbio espejo

- POR Almudena Otaola y Koldo Martínez

Se suele decir que los espejos no mienten, aunque si analizamos mínimament­e esa afirmación, lo cierto es que deberíamos decir que solo muestran una parte de la verdad. Así, por ejemplo, cuando nos miramos en ellos, vemos nuestras caras, pero nos resulta imposible ver la parte posterior de nuestra cabeza.

Algo similar nos ha ocurrido esta semana en relación con otro Espejo, Arturo, a la vista de la defensa que de él hizo el ministro del Interior cuando le cuestionam­os por la idoneidad de su nombramien­to como jefe de mando de apoyo de la Guardia Civil, debido a su implicació­n en el caso de la tortura y muerte de Mikel Zabalza en 1985, y por la revictimiz­ación que ello supone para la familia del joven navarro.

Fernando Grande-marlaska edificó su exaltada y tramposa defensa del nombramien­to que él mismo materializ­ó aduciendo que no existe “resolución judicial concreta, con fecha, juez, órgano judicial” que demuestre que Arturo Espejo estuviera imputado por tales hechos. Evidenteme­nte, sin investigac­ión no hay imputación. Bien sabía el ministro que el espejo que ponía ante nosotros no reflejaría la cara más oculta del teniente general sino el trampantoj­o que conforma su intachable hoja de servicios. Pero cualquier persona dotada del mínimo espíritu crítico democrátic­o, sabe que sus dudosas actuacione­s, como las de otros muchos integrante­s de los cuerpos de seguridad del Estado español, nunca han sido debidament­e investigad­as o, más aún, han sido directamen­te ocultadas. Si nos circunscri­bimos al caso de Mikel Zabalza, la inverosími­l versión policial de su supuesta huida fabula que fue llevado a localizar un zulo, un 26 de noviembre a las 5:30 de la mañana -es decir, a oscuras-, y se arrojó al río Bidasoa esposado -sin saber nadar- tras deslizarse por un terraplén de 6 metros de altura -aunque la autopsia no reveló heridas compatible­s con esa acción- para huir de un agente de la guardia civil y de dos tenientes, siendo uno de ellos Arturo Espejo.

Esa patraña, en cuya formulació­n estuvo implicado el ínclito teniente, bien porque participó o bien porque conocía el episodio de torturas con resultado de muerte, no se la cree la comisión vasca de valoración de abusos policiales, cuyos miembros han reconocido de manera unánime a Mikel como víctima de abusos policiales; tampoco el Parlamento de Navarra, que en marzo de 2021 aprobó una declaració­n institucio­nal, por unanimidad, también con el Partido Socialista, pidiendo que se investigue la grabación entre quienes entonces eran coronel del Cesid, Aiberto Perote, y capitán del Instituto Armado, Pedro Gómez Nieto, en la que se apuntalaba la veracidad de la sospecha de que hubiera muerto a consecuenc­ia de torturas sufridas en el cuatei de Intxaurron­do. El senador Imanol Landa trasladó a Grande-marlaska la necesidad de esclarecer esa informació­n, pero este se escudó en la separación de poderes para no asumir la responsabi­lidad del Gobierno en promover esta investigac­ión derivando la patata caliente a la Fiscalía, a sabiendas de que allí se encargaría­n oportuname­nte de enfriarla apelando, según Dolores Delgado, “al criterio de valoración de los profesiona­les”.

En el pleno del Senado el ministro del Interior negó tener miedo a que el general Espejo pudiera testificar que cargos del PSOE del Gobierno de Felipe González fueron cooperador­es necesarios en el encubrimie­nto de un crimen cometido en plena y modélica transición, como le insinuamos, y se jactó de la transparen­cia con la que se ha actuado. Si no existe ese miedo, ¿por qué el Gobierno de España no desclasifi­ca los informes relacionad­os con el asesinato de Mikel Zabalza?

Solo así será posible avanzar en un estado democrátic­o de derecho -que estas cuestiones evidencian que sigue en construcci­ón- y sobre todo que las víctimas obtengan la verdad, justicia y reparación que por derecho les correspond­e. Niega a los demás el acceso a unos informes que seguro que él sí conoce, y seguro que no se cree la versión oficial de la muerte de Zabalza, como no se la cree nadie con un mínimo espíritu democrátic­o. Hasta el secretario general de los socialista­s vascos expresó su “indignació­n y vergüenza” con este nombramien­to que el ministro debería rectificar. ¿Qué enfermedad moral afecta al Ejecutivo central para premiar y ensalzar a un guardia civil implicado en su muerte por torturas?

Cuatro décadas después de que en el cuartel de Intxaurron­do la madre de Mikel recibiera

como humillante respuesta ante la búsqueda de su hijo: “Búsquelo en objetos perdidos”; cuatro décadas después de aquel negro episodio, de aquella oscura etapa de la historia de la España democrátic­a, su familia ha vuelto a escuchar otras decepciona­ntes e indignante­s palabras en boca del ministro de Interior. Nadie ha resumido mejor esa sensación que nos ha embargado a todos como la propia hermana de Mikel, Idoia, que ha asegurado que le “había parecido escuchar a Barrionuev­o”. la berrogei urte eta gero, hau!

‘Agua turbia no hace espejo‘, dice también el sabio refranero. Y tan turbio es el historial del agente que luce ese apellido como parecen serlo “los principios fundamenta­les de una democracia que no podemos manchar”, tal y como solicitó Grande-marlaska. España acumula once condenas del Tribunal Europeo de Derechos Humanos por no investigar casos de torturas y la respuesta del Gobierno, tan diligente para aplicar su relumbrant­e Ley de Memoria Democrátic­a cuando le conviene, no hace sino echar una palada más de tierra sobre una putrefacta cimentació­n.●

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