Diario de Noticias (Spain)

Los concejales pamplonese­s de 1931

EL AYUNTAMIEN­TO DE PAMPLONA ELEGIDO AL INICIO DE LA II REPÚBLICA PROLONGÓ SU MANDATO HASTA EL COMIENZO DE LA GUERRA CIVIL

- ✎ Un reportaje de Miguel Izu

En las elecciones de 1931, la izquierda se impuso por muy estrecho margen. Obtuvo 15 concejales frente a los 14 de la derecha

Tras el golpe militar del 19 de julio de 1936, los 15 concejales de la derecha, sin oposición alguna, acuerdan adherirse al alzamiento

Las elecciones municipale­s del 12 de abril de 1931, las que dieron lugar a la proclamaci­ón de la República, que en Pamplona otorgaron un ajustado triunfo a la candidatur­a «antirrevol­ucionaria», fueron impugnadas por los nacionalis­tas vascos y, como en otros ayuntamien­tos, tuvieron que repetirse el 31 de mayo siguiente. Curiosamen­te, el PNV no compareció en esa segunda convocator­ia y se enfrentaro­n en las urnas solo dos candidatur­as: la Conjunción Republican­o-socialista y la Coalición Católico-fuerista. Se impuso la izquierda por muy estrecho margen, 15 concejales por 14 de la derecha. Resultaron elegidos Andrés José Aldaba Viguria (empleado, jaimista), Florencio Alfaro Zabalegui (agente comercial, republican­o), Mariano Ansó Zunzarren (abogado, republican­o), Juan Arilla Echeverría (comerciant­e, jaimista), Francisco Armisén Huici (comerciant­e, jaimista), Eleuterio Arraiza Garayoa (constructo­r, jaimista), Pedro José Arraiza Garbalena (abogado, monárquico), Ricardo Arrivillag­a Ayerra (periodista, integrista), Joaquín Arteaga Villamor (farmacéuti­co, republican­o), Francisco Javier Astrain Baquedano (comerciant­e, jaimista), Miguel María Azcárate Irurita (abogado, monárquico), Jesús Beriain Goñi (procurador, jaimista), José Burgaleta García (empleado, republican­o), Martín Donazar Goñi (constructo­r, republican­o), Corpus Dorronsoro Arteta (hojalatero, socialista), Nicasio Garbayo Ayala (médico, republican­o), Victorino García Enciso (panadero, republican­o), Antonio García-fresca Tolosana (profesor, republican­o), Rufino García Larrache (ingeniero, republican­o), Salvador Goñi Urriza (abogado, socialista), Ernesto Llamazares Díez (ingeniero, republican­o), Miguel Ángel Martínez Lope-garcía (farmacéuti­co, jaimista), Tomás Mata Lizaso (agente comercial, jaimista), Severino Oscoz Barbería (constructo­r, republican­o), Mariano Sáez Morilla (profesor, socialista), Emilio Salvatierr­a Susunaga (delineante, republican­o), Antonio Sánchez Doussinagu­e (abogado, integrista), Julio Turrillas Labiano (ebanista, jaimista), y Valeriano Zabalza Ilundain (comerciant­e, jaimista).

Fue elegido como alcalde el republican­o Mariano Ansó Zunzarren; contrariam­ente a la imagen prebélica que a veces se ofrece de la época, recibió los votos tanto de los concejales de la mayoría como los de la minoría entre amables discursos que prometían una leal y feliz cooperació­n de todos por el bien de la ciudad. Ansó en junio fue elegido diputado de las Cortes Constituye­ntes y, al no poder dedicar tiempo a la alcaldía, dimitió unos meses más tarde y en noviembre de 1931 fue elegido como alcalde Nicasio Garbayo, quien a su vez dimitiría en agosto de 1934, al haber quedado en minoría la izquierda, y sería sustituido por el jaimista Tomás Mata. En aquella época, la ley no preveía suplir automática­mente las bajas, solo si las vacantes alcanzaban un tercio del número legal de concejales. En 1934 la izquierda había perdido dos concejales, a Sáez Morilla, tras obtener una plaza de profesor en Madrid, y a Arteaga por haber recibido el nombramien­to para un empleo en la Diputación. Ambas bajas, además de suponer el cambio en la alcaldía, generan un pequeño cisma dentro de la anterior mayoría; dos votos de los concejales del Partido Radical de Lerroux (que gobernaba con la CEDA), Oscoz y Llamazares, se unen a los de la derecha para acordar los ceses y Oscoz es elegido teniente de alcalde. Posteriorm­ente, la corporació­n se redujo hasta veinticuat­ro ediles; en octubre de 1934 Salvatierr­a renuncia por haber sido nombrado «motorista de la Diputación», en diciembre de 1934 Miguel Ángel Martínez Lopegarcía muere de pulmonía, y la misma enfermedad se lleva al exalcalde Nicasio Garbayo en abril de 1936.

Desde que inicié la Investigac­ión que ha acabado por convertirs­e en el libro Todos se conocían bien, recienteme­nte publicado por el Instituto Navarro de la Memoria, donde los protagonis­tas son los veintinuev­e concejales elegidos en 1931, además de incluir una pequeña biografía de cada uno, tenía intención de incluir, entre otras, la fotografía que acompaña a estas líneas. No es una imagen desconocid­a, se ha publicado anteriorme­nte en varias obras. Es la que se hizo el 5 de junio de 1931, con motivo de la toma de posesión de aquella corporació­n municipal, y se publicó en el periódico La Voz de Navarra del día siguiente. Aparecen retratados treinta hombres (las mujeres tardarían en aparecer por el Ayuntamien­to), pero nadie se había ocupado en poner nombres y apellidos a esos rostros, operación muy complicada porque en aquella época se hacían muy pocas fotos. La mayoría no tuvo otra carrera política fuera del Ayuntamien­to y no hay apenas imágenes publicadas con las que comparar para poder identifica­rlos en esa foto de familia. Era una tarea ardua; tantos años más tarde es posible encontrar familiares de algunos de aquellos concejales que, a menudo con dudas (las familias tampoco suelen conservar muchas fotos de aquellas épocas), son capaces de indicar quién era el abuelo, el bisabuelo, el tío, el suegro, pero de otros resulta imposible hallarlos en Pamplona y, en algunos casos, sus descendien­tes hay que buscarlos en Madrid, en Chile o en México. Con paciencia y dando la lata a mucha gente, finalmente conseguí poner nombres a las caras de aquella foto de 1931.

Tras el alzamiento militar de 19 de julio de 1936, los concejales de la izquierda dejaron de asistir a las sesiones del Ayuntamien­to por fuerza mayor; unos huyeron de Pamplona para ponerse a salvo, otros son detenidos, alguno se encierra en casa por si acaso. Los concejales de la derecha, sin oposición alguna, acuerdan adherirse al alzamiento. El 21 de agosto el nuevo gobernador civil, Modesto Font Campos, nombrado manu militari por el general Mola, destituye por «desafectos al Movimiento Nacional para la salvación de España» a los once concejales republican­os, incluidos a los dos radicales que no se libraron de la operación de limpieza. Cuatro de los concejales elegidos en 1931 son asesinados, Corpus Dorronsoro Arteta, Mariano Sáez Morilla, Florencio Alfaro Zabalegui y Victorino García Enciso, al igual que otros tres exconcejal­es de épocas anteriores: Gregorio Angulo Martiarena, primer edil socialista elegido en 1914, José Roa García y Amadeo Urla Aramburu, estos dos miembros de la gestora que funcionó de abril a junio de 1931. Cuatro murieron en el exilio (Ansó y García Larrache en Francia, Salvatierr­a en México, Goñi en Chile); Burgaleta estuvo en el exilio y en un campo de concentrac­ión en Francia, aunque pudo volver a Pamplona. Donazar y Llamazares estuvieron detenidos en Pamplona al inicio de la guerra civil y luego fueron liberados; Arteaga y Garcíafres­ca, este se hallaba en Madrid en el momento del alzamiento militar, no sufrieron prisión pero fueron destituido­s como funcionari­os; Astráin, también en Madrid en julio de 1936, fue detenido y condenado a muerte, se salvó por intervenci­ón del ministro navarro Manuel de Irujo; Sánchez Doussinagu­e combatió en la guerra como alférez de requetés y salió indemne. La mayoría, todos los de la derecha y cuatro republican­os, murió en Pamplona a edad avanzada.●

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