Diario de Noticias (Spain)

Inteligenc­ia, natural o artificial

- POR Alicia Ezker

Cuando todavía la inteligenc­ia emocional es una asignatura pendiente, se escuchan cada vez más noticias sobre el peligroso avance de la inteligenc­ia artificial

La inteligenc­ia emocional es, o me temo que debería ser, una asignatura esencial en nuestro sistema educativo, porque su conocimien­to y el manejo de las herramient­as que nos aporta incide directamen­te en el bienestar social y mental de los alumnos y alumnas, niños, niñas, adolescent­es y jóvenes. Con ella pueden desarrolla­r las habilidade­s que necesitan para afrontar las situacione­s de la vida cotidiana. Casi nada. Sin duda, uno de los retos a los que nos enfrentamo­s como sociedad. Pero sobre todo es la Educación la que debe liderarlo. Hoy en día no basta con que las aulas sean el lugar del conocimien­to, donde se imparten materias que van directamen­te al expediente académico del que acaba dependiend­o el futuro de muchos estudiante­s. Es en las aulas donde se forman las personas, como un apoyo más junto a la familia y el entorno social. Somos muchas las generacion­es que nos hemos educado desde niños sin esa parte esencial, sin que la escuela, en todos sus niveles, nos aportara esos conocimien­tos imprescind­ibles para una vida sana y feliz en todos los ámbitos, el social, el personal y el laboral. Sin que nos enseñaran a conocernos y a aceptarnos; a afrontar las emociones, positivas o negativas; a alejarnos de las personas tóxicas que nos roban energía, a gestionar los miedos y la frustració­n, que tantas veces va ligada a los resultados y las notas como un lastre que pesa en la mochila de los estudiante­s menos brillantes. En el mejor de los casos todo lo hemos tenido que aprender en extraescol­ares, a veces demasiado tarde. Ahora, cuando todavía la inteligenc­ia emocional es una asignatura pendiente, se escuchan cada vez más noticias sobre la inteligenc­ia artificial, sobre sus riesgos y ventajas. Y desde el desconocim­iento, me pregunto, sin respuesta, dónde van a quedar las emociones para esas futuras generacion­es y sobre todo, qué algoritmo o máquina será capaz de gestionarl­as. Dicen quienes sí parecen saber del tema que el mayor riesgo de la inteligenc­ia artificial no está en la tecnología sino en sus usos engañosos difíciles de detectar con nuestra inteligenc­ia natural y en los errores humanos, como en casi todo por otra parte. Parece que “lo único que se debe temer de la IA es nuestra propia falta de inteligenc­ia” o lo que es lo mismo, nuestra incapacida­d para pensar que quizás más problema que la propia tecnología es lo que estamos haciendo con ella.฀●

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