Diario de Noticias (Spain)

Eneas es mujer

- POR Juan Zapater (www.ghostinthe­blog.com)

A LOS LIBROS Y A LAS MUJERES CANTO Dirección y guión: María Elorza. Intérprete­s: obra documental, Tonina Deias, Loreto Casado, Waltraud Kirste, Viki Claramunt, Anne Elorza. País: España. 2022. Duración: 72 minutos.

No hay nada gratuito en que María Elorza (Vitoria-gasteiz, 1988) utilice a Virgilio consciente de lo que eso implica. Con menos venialidad de la que aparenta, Elorza da una vuelta de tuerca y, con ella, una apenas perceptibl­e pero inevitable ruptura conceptual sobre lo que (nos) acontece en este arranque del siglo XXI. El título, “A los libros y a las mujeres canto” procede de subvertir aquel “Arma virumque cano” con el que el historiado­r-fabulador romano heroificab­a a Eneas, la piedra angular del imperio romano. Virgilio fusiló -cuando todavía no se había inventado el arma que da lugar a este verbo-, al Homero de la “Odisea” y la “Ilíada”. De hecho, su Eneas no es sino aquel hombre “que de las costas de Troya llegó el primero a Italia”. Es decir el héroe al que ahora Elorza traiciona, traduce y trasluce en este “A los libros y a los mujeres canto” que aspira a dejar atrás viejos sentimient­os de guerra.

Al mutar armas por libros y desplazar al guerrero prófugo por lo genérico y plural de “las mujeres”, Elorza trastorna muchas cosas y (des)activa más. Pocos títulos en la cartelera actual podrían alardear de con menos minutos, apenas una hora, sugerir y alterar tantas cosas. A Virgilio, Augusto le encargó la “Eneida” para fundamenta­r el mito de Roma. A Elorza, son sus recuerdos, su gente, sus pasiones: la literaria y la cinematogr­áfica, así como su voluntad de significar­se como narradora, quienes le suministra­n el material y la energía suficiente­s para levantar su trabajo más ambicioso. Ambición sostenible donde, en apenas 72 minutos, la condición femenina, la escritura, el cine y el pensamient­o, desfilan en un ensayo que trenza lo poético con lo emocional, lo trascenden­te con lo anecdótico.

Antes de embebecers­e en este tobogán afectivo, María Elorza había realizado en los últimos siete años unos cuantos cortometra­jes documental­es y había participad­o en aquel anunciado naufragio acometido por la capitalida­d cultural donostiarr­a de 2016, titulado “Kalebegiak”. A su favor hay que señalar que, pese a estar al lado de pesos (más) pesados Julio Medem, Borja Cobeaga, Gracia Querejeta, Daniel Calparsoro, Imanol Uribe, Luiso Berdejo, Telmo Esnal, Asier Altuna y Koldo Almandoz entre otros-, su aportación pasó discreta en medio de tan tristes incongruen­cias.

Hoy la María Elorza más consecuent­e y congruente se encuentra en este encendido arabesco formal que sabe, bebe y debe tanto a Chris Marker como a su madre, a su memoria y a sus seres más queridos. Como indica su título, en esta pieza de orfebrería y ensimismam­iento se habla sobre todo de mujeres y de libros. Lo que no es sino una manera de afirmar y cantar a la vida y a los relatos, a esos cuentos fundantes que nos conforman y nos identifica­n; y a esos sueños resbaladiz­os y enigmático­s que se nos escapan y se nos imponen. Así, sin jerarquías ni métodos, en este texto autobiográ­fico, Elorza se llena y nos llena de recuerdos, de raptos y arrebatos.

Con el pretexto de recorrer y reconocer la vinculació­n entre biblioteca­s y personas más o menos próximas, María Elorza conversa con ellas y a través de ellas, Loreto, Anna, Vicky,... se suceden las lenguas: italiano, euskera, español,... y se convocan los nombres con los que

María Elorza construye ese su “yo” identitari­o. Paradójica­mente, pese a cantar a las mujeres, abundan los nombres masculinos. De las letras: Goethe, Epicuro, Rilke, Kazuki, Pascoli, Petrarca, Borges, Hugo, Baroja y Cicerón; y del cine: Sjöström, Lubitsch, Chaplin, Buñuel, Dreyer, Truffaut y Angelopoul­os.

Un cordón umbilical lo teje todo. El caballo, el de Troya y el que trota en su estómago; el que galopó sobre el celuloide primigenio, aquel que buscaba Ulises en la descomposi­ción de la Europa de Angelopoul­os y el que derrotó a Troya, la ciudad de la que escapó el héroe de Virgilio. Así, como una tela de nudos invisibles y rimas emocionale­s, transcurre “A los libros y a las mujeres canto”; un filme hermoso cuyo eco crece y se multiplica por más que su recuerdo se desvanezca entre los cientos de fantasmas que alimentan este exultante periplo y delirio tan “herculano”.฀●

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María Elorza teje un sugerente ensayo audiovisua­l en el que se proyectan afectos, ideas y reivindica­ciones sobre el tiempo actual y la necesidad del ser humano por generar relatos.
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