“Volví a la UCI a dar las gracias al personal que me cuidó, y empecé a temblar”
PAMPLONA – La consejera en funciones Ana Ollo recuerda un momento tan delicado como su paso por la UCI a causa de la covid, aborda la posibilidad de continuar como consejera, y da su visión personal sobre el futuro del Monumento a los Caídos, inclinándose por su resignificación. En cuanto al 28-M es muy clara: “Geroa Bai apuesta por profundizar el cambio que se inició en 2015”, y expresa su deseo de que un Gobierno de “fórmula similar” esté presidido de nuevo por Uxue Barkos.
¿Se plantea otra legislatura en el Gobierno o esto quema mucho?
–Yo estaré como dicen otros a lo que diga mi organización.
Es la frase de rigor.
–Sí, pero hay proyectos apasionantes que quedan por hacer. Esta ha sido una legislatura muy difícil, en la que además de por el propio Gobierno de coalición, se ha avanzado mucho menos por el colapso que supuso la covid en la gestión política. Durante 2 años estuvimos casi solo resolviendo urgencias.
¿Qué recuerdo personal le queda de su paso por la UCI?
–Durante mucho tiempo pensé que lo tenía casi olvidado, hasta que un día fui a la UCI a darles las gracias, cuando había pasado un tiempo, y ya se podía. Y cuando entré allá y vi aquellas paredes, empecé a temblar. En mi subconsciente sí que debía estar ese miedo que pasé, y a la vez ese arrope que yo sentí con todo el personal sanitario y no sanitario que estaba allá (le brillan los ojos). ¿Qué me queda? Un poco ese punto de que la vida es muy efímera, y en cualquier momento puedes perderla. Con lo cual, sé que suena muy tópico, pero lo importante es ese mundo de afectos, tu pareja, tus hijos, tu madre, tus hermanos, tu familia, tus amigos... que está ahí. La política es a veces muy ingrata, y otras veces muy satisfactoria, pero no deja de ser un paso efímero o provisional. Y desde luego me queda una gran gratitud a todo ese personal que me acompañó en los peores días de mi vida, en esos momentos de tanto miedo, y que estuvieron ahí, y venían en cuanto oían el timbre. Yo me sentí muy muy acompañada, primero en la UCI y luego en el hospital.
¿Qué hay que hacer con el Monmento a los Caídos en Pamplona?
–Un grupo de trabajo importante porque hay quien apuesta por el derrumbe y quien apuesta por la resignificación.
Pero eso parece que nos retrotrae a la legislatura 2015-2019, al debate en el seno del Ayuntamiento.
–Primero, evidentemente, es un edificio que es competencia municipal. El Gobierno tiene que apoyar y asesorar, pero yo ante los que hablan de la demolición como ese momento catártico que supondría, el otro día estuve en un acto en el que precisamente se cuestionaba por parte de asociaciones memorialistas que se hubiera derruido la cárcel. Ahora hemos puesto la puerta, pero reivindicaban que se tenían que haber dejado el conjunto en pie.
La cárcel no era un monumento.
–No, pero movimientos hablar de por qué se tuvo que derruir cuando por ejemplo en Barcelona La Modelo se ha resignificado. Yo creo que una demolición sería un momento muy catártico, pero hay otras fórmulas de resignificación del espacio, del monumento, que probablemente permitan que la memoria integral que es necesaria, sea más fácil de conservar.
Rozalejo va a dar enclave a las políticas de su departamento.
–Efectivamente. Es un gran proyecto. Fue la presidenta Uxue Barkos la que impulsó poner las políticas públicas de memoria, paz y convivencia en el centro de Pamplona, en pleno Camino de Santiago, en el Casco Histórico, en un edificio relevante de gran importancia cultural. Es un buen reflejo del Gobierno anterior, del actual, y también del ADN de Geroa Bai, de la importancia que tienen esas políticas en nuestra labor diaria. Pretendemos que sea un espacio abierto, que tenga exposiciones, una sala de conferencias, algún lugar donde las asociaciones puedan trabajar, y que sea visitado por las Escuelas con Memoria.
¿Yolanda Díaz les dejó en evidencia cuando anunció la retirada de la medalla al Trabajo a Félix Huarte?
–No la ha retirado aún. Por lo que sabemos, está trabajando todavía en el expediente. Yo solicité esos informes que lo avalaban y nos contestaron que estaban trabajando en ellos. Debo reconocer que sentí cierta decepción porque estamos trabajando ya en una ampliación de ese censo provisional de simbología franquista que aprobamos en 2016.
¿Y por qué no entró de primeras?
–Porque los propios informes que teníamos reconocían que eran necesarios nuevos estudios, no solo sobre él, sino sobre otras personas. Entraron las que inequívocamente habían participado en el golpe militar y en la violencia que se desató después. Como dije en el Parlamento, son todos los que están, pero no están todos los que son. Creíamos que era un tema de gran sensibilidad, delicado, que había que trabajarlo con rigor, y eso es lo que echo de menos en ese anuncio de la vicepresidenta. A la memoria no la podemos arrastrar en debates partidistas.