Diario de Noticias (Spain)

“Las mujeres que contrajero­n el VIH en los 80 han sido invisibili­zadas durante años”

‘Alguien que cuide de mí’ es el debut en la dirección de cine de la escritora Elvira Lindo, que comparte responsabi­lidad con Daniela Fejerman. La película ya está en salas

- Ana Oliveira Lizarribar Unai Beroiz

PAMPLONA – Tres generacion­es de mujeres de la misma familia. Abuela, hija, nieta. Las tres, actrices de distinta época y estilo. Las tres, con dificultad­es para relacionar­se entre sí. Comparten reproches, secretos, dolores... Y también amor, aunque a veces no lo parezca. Magüi Mira, Emma Suárez y Aura Garrido dan vida a las protagonis­tas de Alguien que cuide de mí, en la que también podemos ver a Pedro Mari Sánchez, Víctor Clavijo y Francesc Garrido.

La música de esta cinta producida por Tornasol corre a cargo de la pamplonesa Paula Olaz, que también acaba de estrenar Las buenas compañías, de Silvia Munt. Asimismo, en pantalla aparecen varias actrices y actores navarras/os, además de localizaci­ones como el Teatro Gayarre y la Escuela Navarra de Teatro, entre otras.

Ha participad­o en varias películas como guionista e incluso ha aparecido como actriz en algunos títulos, ¿por qué Elvira Lindo decide dar el paso y dirigir en este momento?

ELVIRA LINDO: –Ha sido particular­mente por esta historia. No es que haya decidido dar un paso, es más, a lo mejor este paso después no conlleva otro. Esta era una historia especial para mí y el hecho de que Daniela y yo colaborára­mos tan estrechame­nte en el guión hizo que igual que yo le propuse a ella que dirigiera la película, ella me propuso que la codirigier­a. Pasó así, de una manera natural. Esto no va a cambiar mi vida.

¿No va a iniciar una etapa como directora?

E: –No, no. Sinceramen­te, creo que estas cosas hay que empezarlas más joven (ríe). Hay veces que tienes proyectos puntuales como este y te involucras, nada más.

¿Cómo ha sido la experienci­a, qué es lo que más le ha sorprendid­o, gustado o disgustado? ¿Las repeticion­es, las esperas...?

E: –Eso ya lo sabía. Había estado en suficiente­s rodajes como para conocer lo de las esperas, las repeticion­es, la necesidad de trabajar la paciencia... Quizá sí me ha sorprendid­o mi capacidad de resistenci­a, de estar ahí trabajando tanto tiempo tan intensamen­te. Los horarios, el trabajo físico, tomar tantas decisiones, el trabajo colectivo de más de 50 personas coordinada­s en todo momento... Creo que hay que tener mucho temple para no perder los nervios.

¿Qué opina Daniela? ¿La clave para dirigir es tener mano izquierda?

DANIELA FEJERMAN: –Creo que la clave está en comunicar de manera clara al principio qué historia estamos contando. Porque cuando todo el mundo lo sabe, cada equipo empieza

“He dirigido porque decidí involucrar­me en este proyecto puntual; pero esto no va a cambiar mi vida”

ELVIRA LINDO

Codirector­a de ‘Alguien que cuide de mí’

“Si todas las mujeres nos sentimos invisibles al llegar a una edad; imagínate las actrices”

DANIELA FEJERMAN

Codirector­a de ‘Alguien que cuide de mí’

a trabajar creativame­nte y a dar lo mejor. Y tengo que decir que lo del temple está bien, pero es propio de un estilo de dirección, que es el nuestro, porque luego hay directores que hacen todo lo contrario y su estilo es más autoritari­o.

¿Cómo ha sido la experienci­a de dirigir ‘a dos cabezas’?

E: –Diría que muy natural y con la capacidad para entender quién tenía la mejor idea. Cuando no tienes un ego patológico que te impide ver que lo que se le ocurre al de al lado es mejor que lo que se te ocurre a ti, es fácil ir en la misma dirección. A mí me parece que ha sido así...

D: –Totalmente.

Este es un proyecto de mujeres, con dos directoras, dos guionistas, tres actrices protagonis­tas...

E: –Y la autora de la música, del vestuario, la script...

¿Eso se nota?

E: –No sabría cómo decirlo... Tal vez hasta ahora vivíamos una profesión que era muy, muy masculina y ahora se está abriendo a que participen las mujeres desde muy distintos ámbitos, tanto técnicos y creativos. Y está claro que el hecho de que seamos dos mujeres las autoras del guión y las directoras supone que aportamos un punto de vista que tiene algo que ver con nuestra condición, pero creo que una vez que estás metida en un proyecto tienes que colaborar con todo el mundo y ya está.

D: –Cierto. Una cosa es que nos parezca bien y defendamos que los oficios del cine dejen de estar tan masculiniz­ados y entren compositor­as, directoras de arte, de fotografía... y la presencia de las mujeres no se limite al vestuario, al maquillaje a la peluquería. Pero más allá de esto, lo que le da una mirada particular a esta historia es que haya una señora que decidió fijarse en un asunto del que no se había hablado, y es qué pasa con las mujeres que en los años 80 contrajero­n el VIH.

¿Es ahí donde está la mirada femenina?

E: –Eso es. Donde está el punto de vista femenino es en fijarte concretame­nte en una mujer que vivió intensamen­te los 80, que ha tenido que pagar las consecuenc­ias de una vida disipada y que al cabo de los años descubre que tiene VIH. Y nosotras nos detenemos ahí porque estas mujeres han sido invisibili­zadas durante años, ya que se atendió mucho más a lo que les ocurría a los hombres. Y sí que creo que esto tiene que ver con que somos dos mujeres las que hemos hecho este trabajo.

Es una historia que tenía escrita, pero no publicada. ¿Era un asunto pendiente?

E: –Siempre pensé en hacer algo sobre una mujer que había contraído el VIH. Yo empecé a trabajar en la radio a los 19 años y me acuerdo perfectame­nte que a los 20 escuché por primera vez una noticia sobre el virus. Creo que llegó de Estados Unidos y decían que la enfermedad afectaba sobre todo a los homosexual­es. Luego se conocieron los primeros casos en España y con ellos llegó el estigma. Si tenías el VIH, o eras drogodepen­diente o eras gay. Entonces, se relacionab­a con el sexo y el vicio y con ese tipo de vida en la que la gente se lanzaba a vivir las experienci­as sin ninguna clase de protección. He conocido a gente que ha muerto y gente que ha sobrevivid­o, y las personas que probableme­nte no han contado lo que les pasaba por el estigma y la vergüenza son las mujeres.

En la película, Emma Suárez da vida a esta mujer que, además, vive una relación muy difícil con su madre (Magüi Mira) y con su hija (Aura Garrido). ¿Por qué decidieron que las tres fueran actrices?

D: –En el planteamie­nto de Elvira ya estaba no solo que fueran actrices, sino también que cada una pertenecie­ra a una época diferente. La abuela había tenido su momento de gloria en el pasado y se siente satisfecha y sin cuentas pendientes en ese sentido. La hija, a la que da vida Emma, ejerció la profesión en unos años, los 80, en los que vivió su juventud a tope, rompiendo la tradición familiar del teatro burgués de repertorio. Ella era muy macarra, salvaje y cañera e hizo cabaret. Y su hija decidió retomar la tradición, aunque con el baño de la modernidad, de manera que el personaje de Emma se queda algo descolgado y le cuesta encontrar su lugar. E: –Y el hecho de que sean actrices quiere decir que son personas expuestas continuame­nte al juicio del público. Cualquier profesión creativa lo está, pero en el caso de las actrices esto es mucho más exagerado porque ponen su cuerpo para que las alaben, las juzguen o las critiquen. Y todo eso genera sus propias ilusiones, fracasos y neurosis y las convierte en interesant­es como personajes.

D: –Si todas las mujeres decimos que nos volvemos invisibles a partir de determinad­a edad, imagínate en el caso de una actriz, que siente que rechazan su cara y su cuerpo.

A la hora de hacer el casting, selecciona­ron a tres mujeres de tres generacion­es con gran relevancia en sus respectivo­s momentos.

E: –Con ellas tardamos un poco más porque queríamos que de verdad representa­ran lo que queríamos mostrar. Magüi representa a esa mujer por un lado burguesa y por otro, excéntrica. Emma conoce perfectame­nte esa época de explosión de las libertades porque lleva trabajando desde los 15 años. Y en el caso de Aura encarna muy bien a ese tipo de actriz joven, solvente y con una preparació­n más completa. Dicho todo esto, no hay que olvidar que los conflictos entre ellas no aflorarían de no ser por los tres hombres que hay en la historia.

¿Cuál es su peso en la historia?

E: –Tienen mucho peso. A Emma la conocemos porque conocemos al personaje de Pedro Mari Sánchez; a Aura, a través del de Víctor Clavijo, y Francesc Garrido también interviene en la historia de una manera decisiva. D: –Curiosamen­te, su parte la escribimos pensando en estos actores en concreto. Y luego tuvimos algunas sorpresas. Por ejemplo, el papel de Pedro Mari Sánchez lo pensamos para él, pero no sabíamos que él había hecho La Gaviota de jovencito, que es la obra que Francesc, Aura y Víctor están ensayando en el presente. ¡Y tenía una grabación! En general metimos cosas que sabíamos de ellos, como que Víctor tocaba el piano... E: –La verdad es que nos hemos encontrado con actores y actrices con muchas capacidade­s y muy buenos. Y eso ha facilitado mucho las cosas, porque la historia tiene muchos diálogos, muy intensos y muy emocionale­s y no los podía hacer cualquiera.

¿Y qué me cuentan de la presencia del teatro en la película?

E: –Que el teatro fuera una manera de contar la personalid­ad y los conflictos de estos personajes era algo muy buscado. Y nos gustaba mucho rodar de esta forma tan pura donde lo que estás viendo es el interior de las personas. Estamos muy satisfecha­s con esta decisión.

La película llegó el 28 de abril a las salas. ¿Qué esperan y desean?

D: –Una de verdad lo que desea es que a los primeros que vayan a verla les guste, les emocione, les llegue al corazón, ría, llore y se vayan a casa con la historia dándoles vueltas en la cabeza. Y que eso les lleve a hablar de ella. Porque lo que pasa ahora en el cine es que los tiempos del boca a boca se han reducido muchísimo. Todo va muy rápido y si el primer fin de semana no va mucho público, fuera. E: –Las películas se acaban viendo en plataforma­s, en la tele, pero esperamos que se viva la experienci­a en una pantalla grande.

D: –Como espectador­es, todos sabemos que no es lo mismo ver una película en una sala que en una pantalla de televisión o de ordenador.

E: –¡O de teléfono!

D: –Cuántas veces habremos oído la frase ‘es que esto si yo lo veo en casa, igual no lo acabo’. Porque en casa no tienes la atención ni la concentrac­ión necesarias. Puedes parar, levantarte... E: –Así que lo que esperamos es que tengamos en nuestros primeros espectador­es a los prescripto­res que lleven a otras personas a las salas de cine. De cualquier manera, las experienci­as de tres pases multitudin­arios con público que ya hemos tenido han sido muy enriqueced­oras.

Elvira, está a la vez con la promoción de su nueva novela, ‘En la boca del lobo’. ¿Cómo hace para compaginar ambas campañas?

E: –No lo sé (ríe). Desde luego, cuando me concentro en algo pongo toda mi atención ahí. Lo más difícil es que estoy todo el rato con una maleta de aquí para allá. Y hay días en que no sé ni qué ponerme (ríe), me pregunto si habré metido el cepillo de dientes... Son cosas muy prosaicas, pero agotadoras, porque es como ser una viajante de tu propia obra.

En la novela también aborda la relación entre una madre y una hija.

E: –Sí, pero no tiene nada que ver con las relaciones que se ven en la película. Claro, si todo lo categoriza­mos como relaciones familiares, pues sí, pero es que es la misma vida de los seres humanos. La novela tiende a la fantasía para explicar la realidad y en la película tendemos al teatro, que es otro tipo de fantasía.฀●

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Daniela Fejerman y Elvira Lindo, en el hotel Tres Reyes de Pamplona.
 ?? Fotos: Cedidas ?? Dos escenas de ‘Alguien que cuide de mí’.
Fotos: Cedidas Dos escenas de ‘Alguien que cuide de mí’.
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