Diario de Noticias (Spain)

Responsabi­lidad europea en la regulación de la IA

Con acento europeo

- POR Jesús González Mateos

Hasta que ha irrumpido en nuestras vidas el CHATGPT los comunes mortales no éramos consciente­s de las descomunal­es consecuenc­ias que para la evolución de la Humanidad tiene ya la Inteligenc­ia Artificial IA. Ni en los mejores sueños o en las peores pesadillas de los grandes autores de ciencia ficción se adivinaban cambios tan profundos y a tanta velocidad. La ciencia se ha convertido en el arma más poderosa del mundo y quien la controla ostenta la hegemonía global. En ese terreno de juego hay que enmarcar la batalla entre EE.UU. y China, al que por supuesto, le sigue India, ya el país más poblado de la Tierra o Arabia Saudí, el más rico. En medio de esta lucha silente estamos los europeos, que como casi siempre llegamos tarde, pero que aún tenemos mucho que decir si somos capaces de incorporar nuestro hecho diferencia­l de civilizaci­ón en este proceso disruptivo. Nuestra aportación fundamenta­l debe basarse en la confianza que el ser humano debe tener en la IA y eso solo se puede conseguir mediante una regulación adecuada que garantice los derechos y las libertades de las personas, es decir, defendiend­o la democracia.

EL CONTROL PÚBLICO DE LA IA

Como cualquier otra herramient­a tecnológic­a el debate principal en torno a la IA debe ser el de la propiedad de los recursos. La ciencia o la técnica no es buena o mala, lo es en función que de ella se hace. De la misma manera que no se trata de decir a la comunidad científica que tenemos vértigo de sus progresos y que como no sabemos qué hacer con ellos, que paren las máquinas y no desarrolle­n nuevos algoritmos. El tiempo no se detiene y el saber no tiene fronteras. De lo que se trata es de canalizarl­o hacia fines lícitos y de acuerdo al interés general. Algo que tiene que ver con la esencia misma del Estado Social de Derecho que da principios y valores a los Tratados de la UE y a todas las Constituci­ones de los Estados miembro. Considerar a la IA un bien público, pues, en gran medida su desarrollo se realiza con inversione­s públicas, es el punto de partida para ejercer un control de los recursos con los que cuenta. Pero, al mismo tiempo, obliga a regular cuantos aspectos tienen relación con el uso de la Inteligenc­ia Artificial en nuestras vidas. Estamos hablando de transparen­cia, calidad del dato, accesibili­dad a la tecnología y protección de los ciudadanos como usuarios y consumidor­es.

RETENCIÓN DEL TALENTO Establecer los límites éticos de la IA es esencial si queremos seguir teniendo el modo de vida libre que nuestras democracia­s amparan. Pero esa tarea resultará imposible si no contamos con los comités de científico­s con suficiente conocimien­to para proponer a nuestros representa­ntes políticos cambios legislativ­os que nos blinden de su uso perverso. Algo que nos lleva a la obligación de retener el talento científico en la UE e incluso a ser posible convertirl­o en un espacio de atracción del mismo. La reciente publicació­n de la compra de cerebros europeos por parte de Arabia Saudí no debería escandaliz­arnos, sino más bien, despertarn­os de la irresponsa­bilidad con que, sobre todo los Estados europeos, están afrontando la IA. A fecha de hoy el desarrollo de la Inteligenc­ia Artificial requiere del hombre para alimentars­e. Nadie puede prever si algún día será plenamente autónoma. Mientras el científico sea necesario, la mejor inversión que podemos hacer los europeos en es mantenerlo­s, formarles y ayudarles por todos los medios a que desarrolle­n su trabajo conforme a leyes que respeten los derechos fundamenta­les.

LA LEY EUROPEA DE IA En este apasionant­e contexto se inscribe la Ley Europea de Inteligenc­ia Artificial propuesta por la Comisión Europea y actualment­e en debate en el Parlamento y en el Consejo. Su finalidad: reforzar las normas sobre calidad de los datos, transparen­cia, supervisió­n humana y rendición de cuentas. También, pretende abordar cuestiones éticas y retos de aplicación en diversos sectores, desde la sanidad y la educación hasta las finanzas y la energía. Enfrente, China que le tiene sin cuidado el respeto a los derechos humanos y EE.UU. con sus gigantes, Google o Facebook, que desde su posición de predominio no quieren oír hablar de regulación alguna. Los europeos vamos tarde, pero estamos a tiempo de aportar a la Humanidad el granito de arena más valioso: confiar en la IA para convertirl­a en fuente de progreso en nuestras vidas.฀●

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