Goleada de ilusión

“Aquí, a ilusión, no nos gana nadie”. El sentimiento de pertenencia al osasunimo que habita desde hace tiempo en la epidermis de Braulio le hizo conjugar,a medias, otra frase para la historia, un acicate para Sevilla. Algún diseñador ya está tomando medidas de la tipografía para encajarla en alguna zamarra. Se trata de la versión entusiasta de aquel abnegado “nos vamos a la guerra, despidanme de la familia” que soltó Pablo García hace 18 años, antes de acudir a la primera final.

Entre aquel equipo y este media un abismo en todos los sentidos. El fútbol moderno y la aplicación tecnológica, la hierba sintética en la formación, la preparación física teledirigida por GPS, el estudio táctico al detalle desde el ordenador de casa, el arbitraje en multipantalla y los regates que muchachos como Abde aprenden de Youtube suman demasiados factores novedosos para convertir en un ejercicio estéril cualquier comparativa entre una cita y otra. Pero queda claro que al Osasuna de Arrasate le hierve la sangre a igual temperatura que a aquel de Aguirre y le pone como una moto esta final de Copa.

“Este equipo está mejor preparado que el nuestro”, se atrevió a decir Cruchaga esta semana. Y Jagoba, después del ejercicio estoico en el Camp Nou, refrendó: “Estoy orgulloso, ahora sí que estamos preparados”.

De aquella final del Calderón conviene recordar que Morales salió de punta de lanza y en el banquillo aguardaban Alosi y Milosevic (quizás el mensaje era que el partido iba a ser largo) y he recordado tantas veces aquellos lances, que en cada sueño alcanzo una resolución distinta. Hay veces que el centro de David López en la prórroga llega en efecto a la cabeza de Milosevic en lugar de que el despeje de un bético supusiera el prólogo del gol de Dani. Hay otras en las que imagino que Expósito, que doblaba por la banda al interior, alcanza la línea de fondo y Doblas se hacía un lío con el balón bombeado y se lo metía en la red. En algún siroco, vislumbro a Clavero que le alcanza en el talón a Joaquín, que ese contraataque que les llevó a la victoria nunca se produce y que luego Pablito es la guerra se saca un misil de la zurda y la mete por la escuadra. O que se alcanzaban los penaltis, se lanzaban en el único cuarto de campo que era rojillo y bullicioso, que Elía se lanzaba como un gato para atrapar la pelota y la grada se caía al unísono. Aunque no se ahora si aquello fue otro sueño... Ha habido tiempo para soñarla de todas las maneras. Y para recuperarse de las luxaciones de hombro que causó aquel cabezazo de Aloisi. Quien ande aún renqueante, tiene una ocasión única de sacarse la otra clavícula en alguna celebración espectacular.

Del partido de 2005 no seguirán como titulares de una convocatoria bien merecida gente que las ha visto de todos los colores en cualquier categoría. Al menos no estará pegando silbatazos el árbitro de entonces, Pérez Burrull, declarado madridista a posteriori, cuestión que apenas se podía ni intuir después de que a Juanfran le expulsara años después en el Bernabéu porque apreció que había simulado dos penaltis en los que de milagro terminó con ambos pies sin segar. En esta alineación de ahora no figurará nuestro amigo Perolo, su osasunismo perenne, su letra bien informada y sus anécdotas inenarrables, y tampoco estará el foco preciso del Pérez, buen amante de la coz, con los que fue una aventura incalificable deshacer el camino del Calderón y trabajar días y noches. A ver si allí donde descansan azuzan esa pizca de suerte que nos abandonó contra el Betis, que se declaró desierta contra el Hamburgo y que ni siquiera acudió a Sevilla a la semifinal de la Uefa. Son pérdidas irreparables las que han trufado este camino de 18 años, en el que también se marchó la retranca de Zuñi, la constancia de Riaño y la sonrisa de Fermín. Han venido otros y otras, que seguro estarán a la altura, también para valorar la gloria presente. Porque si algo ha quedado claro en este trayecto es que preparados llegamos de sobra, a ilusión no hay quien nos venza y rendirse aquí no se conjuga. Ganar va a ser la hostia.฀●

Al Osasuna de Arrasate le hierve igual la sangre que a aquel de Aguirre de hace 18 años y le pone como una moto esta final