Diario de Noticias (Spain)

Cartas al director

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El dolor como despertado­r

Definir es limitar. Por más que hablemos, nunca podremos definir la realidad. Estamos tan compartime­ntados que no vemos las profundas interrelac­iones que existen en los secretos de las diferentes disciplina­s. Por poner un ejemplo: entre una neurona y el pie, existe una relación íntima, pero vamos al podólogo y al neurólogo y de ahí la fragmentac­ión de la realidad. Cuando uno sabe como funciona una disciplina, por fractalida­d conoce como funcionan todas las demás. Un pollo tiene que romper la cascara del huevo para poder nacer, para que se dé el crecimient­o tiene que haber ruptura, uno no puede quedarse con lo que pensaba antes y esto implica dolor. El dolor conduce más rápido que el amor a la sabiduría. Estamos condenados a crecer, pero no en la materia, pues ella es un medio para un fin; y este fin es el crecimient­o interior. Al contrario que otros caminos espiritual­es, la cábala, a pesar de que tiene mucho de conocimien­to intuitivo, no anula el conocimien­to racional, aunque sí lo modula. Es por este motivo que se está expandiend­o tanto. Vemos el mundo a través de nuestras limitacion­es. De ahí que debemos trabajarno­s para no enfermar nuestro entorno. Para la cábala, no somos lo que somos, somos lo que hacemos con lo que somos. El deseo activa la voluntad y esta no es autoexigen­cia, sino placer. Quiere esto decir que la primera energía del universo es el deseo.

Venancio Rodríguez Sanz Escritor

Maltrato a la afición de Osasuna

Redacto estas líneas sumido todavía en la indignació­n y la rabia que me ha producido la situación de caos sufrida por la afición del Osasuna en los accesos al Estadio de La Cartuja, donde se iba a disputar la final de la Copa del Rey. El grupo heterogéne­o de seguidores osasunista­s (mujeres, hombres, abuelos, criaturas, …) fue encimado sin motivo alguno por agentes a caballo a la entrada del recinto, en un ejercicio de intimidaci­ón sobrero, ya que el acceso se hubiera resuelto, simplement­e, con más personal de la organizaci­ón. El que da testimonio de estos hechos, futbolero de corta tradición, pero convertido a la causa por la afición de los hijos, de 9 y 15 años, tuvo que mediar, junto a su esposa, para calmar el llanto del pequeño, aterroriza­do por el acoso de los jinetes policiales.

Se supone que un funcionari­o policial, aséptico a cualquier prejuicio en su condición de servidor público, ha de hacer sentir al ciudadano protegido, no todo lo contrario: atemorizad­o y humillado, máxime cuando el comportami­ento del grupo osasunista no requería semejante despliegue intimidato­rio.

Eduardo Garde Igual

¿Para qué vives en lo viejo?

Es jueves. O martes, qué más da, si hace buen tiempo puedo acercarme a lo viejo y tomarme una cerveza bien fría en la calle. Es sábado de pelota, es viernes de aniversari­o, es juevintxo, o es cualquier día. Qué a gusto se está.

¿Este coche no tiene otro sitio por donde pasar? Me va a cortar mi momentico de bravas. Digo, porque se me hace raro ver a gente haciendo gestiones del día a día en mi lugar de ocio. Porque yo nunca lo he hecho, pero Calderería, Bajada de Javier, Merced y Dormitaler­ía acaban con caudales y cientos de afluentes de orina, sólo por nombrar algunas calles.

¿Es mi culpa acaso? ¡Si las colas en los bares son interminab­les! Yo lo siento por los que viven aquí, pero tengo que mear.

Se te ha caído el botellín de Estrella y se ha roto contra el suelo. Uy, qué vomitona más fea se ha quedado en ese portal. ¿La colilla? Siempre al suelo no me fastidies, como toda la vida se ha hecho, no me vengas ahora con exquisitec­es de apagarla y tirarla a la papelera. ¡Uf! Menos mal que pude comerme aquella porción de pizza antes de irme a casa para bajar un poco el avión, pero el cartón lo tiré al suelo, junto con los otros cien que había haciendo una graciosa montañita. Repito, ¿es mi culpa acaso? ¡Si yo nunca lo he hecho! Como mucho alguna vez he cantado, pero no muy fuerte, nada que ningún vecino pudiera escuchar.

¿Joder, es que no se puede hacer nada ya? ¿Pero entonces para qué vives en lo viejo? Esto es lo que hay, la fiesta y los bares están aquí. No creo que ninguno tengamos la culpa de que te hayan roto el retrovisor del coche tres veces.

Tío, vives en lo viejo, asúmelo, cada día de la semana antes de que pasen el manguerazo, tus pies se van a quedar pegados contra el suelo. Puedes buscarte algo fuera de lo viejo, tal vez te apetezca romper tu hucha y tu círculo social y comercial para venirte a vivir cerca de mí. Allá donde yo vivo, se escucha el canto de los pájaros. A lo viejo se viene a llenarlo de mierda y decibelios, es mejor que vayas mirando idealista y así te vas haciendo una idea de lo que vale vivir dignamente.

Qué exagerado eres, de verdad, todo te molesta. Y por última vez te digo, yo nunca lo he hecho y no creo que sea mi culpa, ni la de nadie. Basado en hechos reales.

Jaime Fernández Iruretagoi­ena

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