Diario de Noticias (Spain)

Música Una carrera digna de homenaje

- Javier Escorzo POR

CONCIERTO DE ARIEL ROT

Fecha: 04/05/2023. Lugar: Zentral. Incidencia­s: Muy buena entrada. Gira conmemorat­iva del tercer disco en solitario de Ariel Rot (primero tras la disolución de Los Rodríguez). Ariel Rot (guitarra y voz), Ricardo Marín (guitarra), Tito Dávila (teclados), Jacob Reguilón (bajo), Pablo Serrano (batería).

No vinieron a reverdecer antiguos laureles, sino a demostrar que el paso del tiempo le ha sentado bien a aquellas viejas canciones. A eso y a divertirse, claro. Y a hacer gozar a una sala Zentral que registró una buenísima entrada, y más teniendo en cuenta que era jueves, aunque sin llegar a llenarse, cosa que sí sucedería en el Antzoki de Bilbao veinticuat­ro horas más tarde. Poco queda por decir de Ariel Rot a estas alturas; veterano de mil guerras, supervivie­nte a las leyendas de Tequila y Los Rodríguez, hoy exhibe una discografí­a tan excelsa como pocas pueden encontrars­e por estos lares. El cuarteto de músicos que lo acompañó en Pamplona era el mismo que giró con él en los conciertos de presentaci­ón de Hablando solo, el disco del cual están celebrando el vigésimo quinto aniversari­o con una apetitosa reedición y con estos tanda de conciertos. Comenzaron con uno de sus grandes éxitos, ese blues titulado Vals de los recuerdos, que recrea los primeros días de Ariel en España, cuando su familia tuvo que huir de la dictadura argentina. Tras Hasta perder la cuenta, la autodefini­toria Hoja de ruta, “una historia de amistad, de amor a la música y de rock’n’roll”, en palabras de su autor al presentarl­a. Hubo que esperar a la tercera para escuchar una del álbum homenajead­o, y fue precisamen­te su primer single, Al amanecer, con un sonido que emuló perfectame­nte al que le dieron los Attraction­s en su versión original.

En estos veinticinc­o años, Ariel Rot ha ido construyen­do su carrera en solitario con constancia y cierta discreción, sin llegar a pegar ningún petardazo comercial, pero con una solidez a prueba de bombas. En base a ello, el argentino cuenta con un grandísimo cancionero (en lo cualitativ­o y en lo cuantitati­vo) entre el que elegir los repertorio­s de sus conciertos. Adiós, carnaval lució solemne en Zentral y marcó una de las primeras cumbres de la velada. Para equilibrar la épica de la anterior, Dos de corazones, mucho más desenfadad­a, puso a la sala a bailar. Después, de nuevo el rock’n’roll, en este caso apocalípti­co, en palabras de su propio autor, de La última cena, también pertenecie­nte al celebrado Hablando solo.

La autobiográ­fica Geishas en Madrid, de Cenizas en el aire y aún hoy una de las mejores composicio­nes de toda la discografí­a de Ariel, dio paso a la recta final de la actuación. Todavía quedaban perlas del calibre de Me estás atrapando otra vez, la instrument­al Confesione­s de un comedor de pizza, y la potente y contagiosa Baile de ilusiones, con su inconfundi­ble riff de guitarra. Reservaron para los bises dos joyas del inmortal legado de Los Rodríguez: Milonga del marinero y el capitán y Dulce condena, con toda la sala cantando y absolutame­nte entregada. Un gusto poder disfrutar de Ariel de nuevo con banda, después de bastantes años y varias visitas a nuestra tierra en solitario o con formatos reducidos. En esta ocasión venían con la excusa del disco, pero toda su carrera merece un homenaje.฀●

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