Monos navarros y un biólogo pamplonés, protagonistas en Gladiator 2
Mikel Redin ha entrenado y velado por el bienestar animal de los tres macacos que aparecen en la película de Ridley Scott, que verá la luz en noviembre
IRUÑA – Se abre el telón y aparecen en Malta el afamado director Ridley Scott, tres macacos rhesus que viven en Lezaún y Mikel Redin, un joven biólogo pamplonés de 25 años. ¿Cómo se llama la película? Gladiator 2. No, no es un chiste. “No tenía ni idea de cine y de repente estaba en un set rodeado por miles de personas, cámaras y actores que cobran una millonada a la semana. Me sentía el pazguato que cuidaba a los animales”, bromea Mikel, que durante el rodaje se encargó de entrenar y velar por el bienestar de los tres macacos navarros. Sin embargo, no habrá secuela de esta historia de película porque Mikel se opone a que se utilicen animales para el entretenimiento en la gran pantalla. “La experiencia ha reforzado mis principios y convicciones. Es más, me critico a mí mismo por haber participado en la grabación. Me doy muchos palos”, reconoce. Mikel actualmente trabaja en Paraguay, pero desde 2021 colabora con la granja escuela y centro de rescate Basabere de Lezaún. “Siempre que puedo les echo una mano”, apunta. El encargado de Basabere, Mikel San Martín, intuía que los tres macacos rhesus podían participar en algún proyecto cinematográfico así que pidió a su tocayo que entrenara a los primates. “Tuve la suerte de haberles conocido antes del rodaje. Como eran macacos jóvenes, aprendieron rápido. Son muy obedientes”, indica. A principios de 2023, Paramount llamó a la granja escuela de Lezaún porque quería que los tres macacos aparecieran en Gladiator 2. El director de Basebere se lo propuso a Mikel que, de primeras, rechazó la oferta. “Cómo iba a emplear a monos como entretenimiento para humanos si me quiero dedicar a la conservación y bienestar animal. Era una contradicción que me costaba mucho asimilar”, confiesa. Su familia, amigos y compañeros del máster le convencieron de que Paramount iba a emplear monos sí o sí y que él los iba a cuidar mejor que nadie. “Fue un dilema y le di mil vueltas”, insiste Mikel, que en verano se fue a Malta. Durante los siguientes tres
meses, Mikel vivió con los tres macacos rhesus en una casa enorme donde los cuidaba, alimentaba y entrenaba las escenas que protagonizan en la película. Por allí también se pasó el actor que interactúa con los primates en Gladiator 2 y le explicó cómo debía comportarse con ellos. “Le enseñé a llevarlos de un sitio a otro, a tocarlos y a no mirarlos a los ojos porque perciben el contacto visual como un gesto dominante y de reto. Los macacos son animales muy jerárquicos y es fundamental saber unas pautas para correr menos peligro”, afirma. Otros días Mikel acudía al set con los tres macacos rhesus, que pasaban el máximo tiempo posible con él para que estuvieran tranquilos. “Es un ambiente muy estresante porque hay demasiados estímulos. Luces, cámaras, ruidos... Y la gente quiere tocar y darles de comer. Se vuelven locos”, critica Mikel, que, gracias a su firmeza, consiguió que respetaran a los animales. Además de velar por su bienestar, colocaba a los monos en una ubicación exacta o se los daba al actor “justo antes de que dijeran acción”, explica Mikel, que, por temas de seguridad, participó en el rodaje disfrazado como figurante.
VIVIR EN LA SELVA Vayamos al principio de esta historia de película. De txiki, Mikel quería vivir en medio de la selva rodeado de animales, como Mowgli o Tarzán. “Era mi sueño”, señala. Sus padres, Iñako y Loli, le llevaban de excursión todos los fines de semana a la jungla navarra donde descubrió las vacas, ovejas, caballos... “Cualquier bichito me atraía”, asegura. Su pasión por la fauna fue a más, comenzó a coleccionar figuras de animales –cada vez que veía una nueva había que comprarla en el kiosco–, se “devoraba” los libros Encuentra a los animales –ejemplares en los que había que buscar a rinocerontes en vez de a Walley– y quería ser foquero. “De pequeño pensaba que los cuidadores de focas se llamaban así”, comenta. Mikel estudió biología en la Universidad de Navarra. En tercero, en la asignatura de biodiversidad animal, descubrió la etología: la ciencia que estudia el comportamiento de la fauna en su medio natural. “¿Se puede estudiar la psicología en los animales? Me quedé loco”, reconoce. Ese verano, realizó prácticas en Costa Rica en un centro de rescate y rehabilitación de fauna al que llegaban jaguares, tapires, tucanes u ocelotes incautados por la policía en redadas contra el tráfico ilegal de animales. “Descubrí la crueldad, el egoísmo y la supremacía humana. Muchas personas los consideran un objeto”, lamenta. Mikel también curó por primera vez a distintas especies de primates –monos araña, mono aullador negro o mono ardilla– búhos y osos perezosos heridos en accidentes de tráfico, porque se habían estampado contra postes de alta tensión colocados en medio de la selva o por disparos de cazadores. “Cazaban a las madres y los osos perezosos bebés caían de los árboles. Les acogíamos en la guardería hasta que podían ser devueltos a la naturaleza”, relata. La experiencia en Costa Rica “me cambió la vida” y Mikel decidió estudiar a los primates y a la conservación de la vida silvestre en Suecia.
AHORA, EN PARAGUAY Desde septiembre, Mikel vive en Paraguay, colabora con la ONG Fundación Para La Tierra e investiga los comportamientos sociales de los monos carayá negros. “Veo si los que viven en la ciudad se comportan de manera distinta a los que están en ambientes rurales y si influye el hecho de estar sometidos a un estrés humano”, explica. Mikel tiene contrato en Paraguay hasta finales de 2025 y, a partir de ahí, no sabe qué le deparará el futuro. “Soy y seré un trotamundos”, avisa. Eso sí, confiesa que todos los días se acuerda de sus aitas, su hermana Uxue y su cuadrilla. “Sin ellos, no estaría viviendo este sueño. Soy afortunado”, finaliza.●