Diario de Noticias (Spain)

La luz pulsada intensa, un alivio para los ojos secos

EL TRATAMIENT­O FRENA EL DESARROLLO DE UN PROBLEMA CRECIENTE QUE TAMBIÉN PUEDEN PROVOCAR LA EDAD, ENFERMEDAD­ES AUTOINMUNE­S O UNA MALA ALIMENTACI­ÓN

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La Clínica Universida­d de Navarra ha indicado que el 82% de los pacientes tratados en su sede de Pamplona con luz pulsada intensa (IPL, por sus siglas en inglés) están satisfecho­s al terminar la terapia. Se trata de una técnica que, mediante suaves pulsos de luz, elimina la sequedad, el picor o la sensación de tener cuerpos extraños causada por un trastorno denominado ojo seco evaporativ­o, un problema frecuente que irá en aumento en los próximos años.

“El tratamient­o es eficaz y cómodo para este problema que se asocia con una disfunción de las glándulas de Meibomio, cuyo funcionami­ento es esencial porque generan un componente oleoso que es crucial para mantener la estabilida­d de la película lagrimal y evitar su evaporació­n”, explica la especialis­ta del Departamen­to de Oftalmolog­ía de la Clínica, Cristina Abascal. Este tratamient­o, realizado de manera ambulatori­a por enfermeras especializ­adas, consiste en emitir pulsos de luz sobre los párpados del paciente en cuatro sesiones espaciadas cada dos semanas. Para ello, y con el fin de extremar las medidas de seguridad, se emplean protectore­s oculares que evitan cualquier contratiem­po. Según la clínica, el aparato adquirido para realizar esta intervenci­ón es el único certificad­o por la Agencia Americana del Medicament­o (FDA, por sus siglas en inglés) para el abordaje de esta patología.

SESIONES DE 15 MINUTOS La enfermera del Departamen­to de Oftalmolog­ía de la Clínica Universida­d de Navarra, María Mendoza, destaca que “el proceso es muy llevadero para el paciente y no suele superar los 15 minutos por sesión. Alguno menciona una ligera sensación de quemazón que, en cualquier caso, es tolerable. Además, no se requieren cuidados especiales posteriore­s, más allá de evitar la exposición al sol”.

El ojo seco es un problema frecuente que, según Abascal, irá en aumento en los próximos años. “Se trata de una patología de nuestro tiempo influencia­da, en gran medida, por el uso de pantallas y la disminució­n de la frecuencia del parpadeo. Otros factores, como la edad avanzada, las enfermedad­es autoinmune­s o una mala alimentaci­ón, también pueden provocar el desarrollo de este problema de salud ocular”, afirma la especialis­ta. En la mayoría de los casos, la falta de lágrima se suple mediante el aporte de lágrimas artificial­es que mantienen lubricada la superficie ocular.

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Cristina Abascal y María Mendoza aplican el tratamient­o a una paciente.

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