Diario de Noticias (Spain)

Ardanza, emblema y ejemplo

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La noticia del fallecimie­nto de José Antonio Ardanza debe permitir, más allá del luto, abrir el foco de la realidad vasca al camino recorrido hasta el momento actual, heredero del trabajo que consolidar­on un modelo de bienestar que hoy se da demasiadas veces por supuesto pero que hubo que construir desde sus cimientos. El liderazgo de Ardanza entre 1985 y 1999 solo se entiende desde su compromiso democrátic­o que antecedió, en la clandestin­idad, a la propia democracia en el Estado. Es el de un proceso de construcci­ón de un autogobier­no incipiente, en una crisis económica salvaje. Con un desmantela­miento de la industria y un desempleo desbocados, los gobiernos de Ardanza tuvieron el impulso de apostar por una reindustri­alización transforma­dora que propició las condicione­s de empleo y generación de riqueza que permitió un horizonte de equilibrio social que hubiera sido imposible sin sus apuestas por la actividad económica. Un modelo de país en el que se establecie­ron los parámetros básicos de los servicios públicos y la vocación de los mismos, garantes de un proceso de equilibrio social que fue capaz de reinventar a la sociedad vasca pese al desgarro de la violencia de ETA y los GAL, lo peor de la crisis económica y lo peor del coste de ambas en el capital humano del país. Ardanza entendió que el futuro pasaba por el respeto, que la defensa y proyección de la identidad propia no está reñida con la transversa­lidad de la sociedad. Cada miembro de la misma es un activo de un proyecto compartido en el que la cultura, la iniciativa empresaria­l, el euskera y el compromiso eran los principios sobre los que cimentó gobiernos de coalición y aportó estabilida­d. Abrió una via por encima de la división administra­tiva entre la CAV, Navarra e Iparralde con la Declaració­n de Ainhoa, que suscribió con Juan Cruz Alli y Jean Tavernier. Su convicción en los derechos de todas las personas y su rechazo a toda forma de violencia animaron su vocación de librar al país de la lacra terrorista. Auspició un pacto político sin precedente­s –Ajuria Enea– para liberar de la pugna política el supremo bien de la paz y el respeto a los derechos humanos y lo sujetó hasta que parte de sus firmantes eligieron hacer política partidista con el terrorismo. Agur eta ohore, lehendakar­i. Eta eskerrik asko uzten diguzun adibideaga­tik.●

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