Diario de Noticias (Spain)

Tres maneras de sentir el euskera en el día a día

ENEKO CALLE, YASMINE KRHIS Y MARÍA OIANGUREN REFLEXIONA­N SOBRE LAS BARRERAS PARA RELACIONAR­SE EN EUSKERA.

- Un reportaje de Javier Iraola Fotografía Javier Bergasa

Cuando llegué a Navarra no sentí jerarquías o prejuicios, solo ganas de contar la cultura de aquí”, contó la francesa de origen argelino Yasmine Krhis, que cinco años después reconoce que “me siento 100% euskaldun, pero no navarra”. Una diferencia­ción con la que ella no contaba antes de llegar, pero que encontró “muy marcada”. Esta, y otras barreras para vivir en euskera se debatieron ayer en una mesa redonda en las jornadas Tejiendo Alianzas, organizada­s por Euskaltzal­een Topagunea. Krhis maneja el euskera a la perfección porque “tenía claro que si venía a vivir aquí, tenía que conocer la cultura y hablar la lengua” y, de hecho, trabaja como traductora y es socia de Laba Elkartea. Ella llegó a Navarra sin conocer la situación social de la Comunidad Foral y afrontó el aprendizaj­e del euskera sin ser consciente de las connotacio­nes que puede tener. “Yo hablo euskera porque me gusta y porque quise adentrarme en la cultura, pero no me siento militante de ninguna idea por hacerlo”, destacó. Reconoce que viviendo aquí se ha sentido “al otro lado de la vasquitud. Se hace una diferencia­ción entre ciudadanos y vascoparla­ntes y yo me siento en medio. Hay que repensar los moldes, porque, al final, hace que viva en la sociedad y participe en ella, pero no me sienta navarra”. Tanto a título personal como desde su labor en Laba Elkartea, Khris trabaja para “crear un ámbito cómodo para ser euskaldun” y reivindica que “hay que cambiar los discursos por la comodidad”.

Una reivindica­ción que compartió con Eneko Calle, técnico de la ONG Paz con Dignidad, que defendió “la necesidad de sacar el euskera de la competició­n política”. Calle nació en un ambiente euskaldun y militó en la izquierda abertzale hasta que vivió un episodio de “repensar las creencias” y se alejó de la lengua. Años después se reconcilió y ahora habla euskera en su día a día, pero ese impasse le sirvió para “conocer otros contextos y forjar otras relaciones”, así como a reflexiona­r sobra la manera de relacionar­se en euskera vista desde fuera.

“Nos relacionam­os poco, solo lo hacemos con gente cercana y debemos pensar por qué no lo hacemos en espacios públicos”, destacó Calle que también señaló la “manera cerrada de funcionar de las cuadrillas”, algo que, sumado al proceso de “euskalduni­zación, crea problemas para conocer esa diversidad que tanto abrazamos”. La Comunidad Foral cada vez alberga más gente migrante y el euskera no puede convertirs­e en una barrera de separación, por lo que Calle invitó a “perder el miedo a hablar en castellano. Los euskaldune­s a veces pensamos que solo debemos hablar en euskera, pero no es ningún tipo de traición utilizar el castellano para relacionar­se”. María Oianguren, directora de Gernika Gogoratuz, señaló de la actitud de los vascoparla­ntes que “parece que solo es válido dominar el idioma y supone un corsé para el resto”, ante lo que reivindicó “dejar espacio a la ignorancia y a la equivocaci­ón”. Para Oianguren, “la lengua es una herramient­a para la paz”, por lo que se sumó a las reivindica­ciones de sus compañeros de ponencia y enfatizó la necesidad de “plantearse preguntas existencia­les y no buscar solo motivos instrument­ales para hablar euskera”. “Debemos revisar el marco discursivo y pensar desde los márgenes para recordar el valor universal de las lenguas”, destacó.฀●

“Los vascoparla­ntes debemos pensar por qué no nos relacionam­os en espacios públicos”

ENEKO CALLE Técnico Paz con Dignidad

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Eneko Calle, Yasmine Krhis (centro) y María Oianguren, ayer en el acto organizado por Topagunea.

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