Diario de Noticias (Spain)

El nuevo luthier de Pamplona

Al lodosano Daniel Laparra se le ha quedado pequeño el txoko en casa de su abuela y ayer inauguró Resala, el taller de luthería para instrument­os de viento madera y metal

- ✎ Mikel Sola  Patxi Cascante

PAMPLONA – En 2018, el lodosano Daniel Laparra se montó un taller de luthería en casa de su abuela. Por allí empezaron a pasar músicos del conservato­rio, charangas, La Pamplonesa o la Orquesta Sinfónica de Navarra: “Comencé en una habitación de 20 metros cuadrados que se llenó de instrument­os. Mi abuela me dejó más espacio, pero los encargos seguían llegando y no tenía más sitio”, recuerda Daniel. El txoko se quedó pequeño, ya no era “el lugar idóneo” para trabajar y, como gran parte de sus clientes procedían de Iruña, dio el salto a la capital. “Es más fácil que un vecino de Lodosa suba a Pamplona a arreglar su instrument­o que a la inversa. Las personas que vivimos en los pueblo estamos acostumbra­das a coger el coche para casi todo”, indica Daniel, que ayer inauguró Resala, su taller de lutheria para instrument­os de viento madera y metal, con un concierto de jazz a cargo de Óscar Garrido –trompeta– y Luis Giménez –guitarra–. “Es un oficio especializ­ado al que se dedica muy poca gente. Así que estoy ilusionado y con muchas ganas”, asegura. El taller de lutheria se ubica en la calle Benjamín de Tudela junto al Conservato­rio Superior de Música, tiene 120 metros cuadrados –seis veces más grande que el txoko de Lodosa– y Daniel se encarga del mantenimie­nto y la revisión de los instrument­os de viento madera y metal. “Es como llevar el coche al taller. Cada cierto tiempo, hay que revisar el estado de salud del instrument­o. Si no, no suenan perfecto”, explica. Daniel también repara averías y abolla

duras. “Muchísimas bandas de música y charangas tocan en fiestas y siempre se producen pequeños accidentes por golpes o empujones que desajustan piezas”, indica. O estudiante­s de escuelas de música o del conservato­rio que traen su instrument­o porque han detectado un problema de sonido. “Lo desmonto e intento encontrar dónde se halla el error”, señala. Además, en esta nueva etapa, Daniel va un paso más allá y apuesta por la personaliz­ación de los instrument­os. “Los hago a medida, como un traje. Con pequeñas modificaci­ones, se pueden adaptar a cada músico y a cada forma de tocar”, afirma. Este tipo de servicio, detalla, están dirigidos a personas que se dedican profesiona­lmente a la música. “Son inversione­s grandes. O vives de ello o eres demasiado caprichoso”, bromea. En la actualidad, Daniel trabaja solo en el taller, pero, a corto plazo, espera contratar a su amigo Abraham Saveedra, profesor de lutheria en Venezuela durante dos décadas.

TUBISTA EN ASTURIAS Antes de convertirs­e en luthier, Daniel trabajaba en una empresa de La Rioja que fabricaba perfiles de goma para las puertas de los coches. “Realizaba los moldes artesanalm­ente”, recuerda. En su tiempo libre –sí, han leído bien, en su tiempo libre– se cogía el coche e iba hasta Asturias, donde recibía clases de tuba. “En ese momento, las dos mejores escuelas de tuba estaban allí, buscaba el máximo nivel, la excelencia”, comenta. Sin embargo, Daniel, como curraba entre semana, no dedicaba a la tuba las horas que exige el mundo de la música profesiona­l y su profesor, David Muñoz, uno de los mejores tubistas del Estado, le recomendó que abandonara el instrument­o de viento metal y probara suerte con la lutheria. “Había estudiado una FP de mecanizado, así que sabía pulir, soldar y utilizar el torno. También estaba muy acostumbra­do al trabajo manual y a las herramient­as”, relata. Daniel no se lo pensó dos veces, compró los utensilios necesarios –herramient­as para quitar abolladura­s, una máquina de limpieza ultrasonid­o, un torno o una fresadora– y fundó el taller en casa de su abuela. Desde entonces, compaginó el trabajo en Lodosa –ha reparado los dos timbales del

Ayuntamien­to de Pamplona– con viajes por medio mundo para seguir formándose en el oficio de luthier: Alicante, Suiza –seminario sobre saxofones–, Brasil –curso sobre flautas y clarinetes–, Uganda –enseñó a los profesores de música de allí a realizar pequeños mantenimie­ntos en instrument­os de viento madera y metal–, Costa Rica – acudió a un taller sobre instrument­os de viento metal y construyó los dos nuevos clarines y trompas naturales del Ayuntamien­to de Pamplona – y Venezuela. “Su centro académico de lutheria tiene muchísima fama”, destaca. En verano viajará a Canadá para visitar el Toronto AH wood wind repair, especialis­ta en clarinete y oboe. “La formación debe ser continua”, finaliza Daniel.฀●

“Es como llevar el coche al taller. Cada cierto tiempo hay que revisar el estado de salud de los instrument­os”

DANIEL LAPARRA

Dueño del taller de lutheria Resala

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Daniel Laparra, ayer en la inauguraci­ón de su taller de luthería Resala en la calle Benjamín de Tudela del Ensanche pamplonés.
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